EDH-¿Cómo se puede reír del asesinato de un joven?

En las cárceles muchos presos y sobre todo los jóvenes, hombres y mujeres, son sistemáticamente violados. Eso es lo que muchos "maistros" no dicen a sus pupilos

Editorial. 16 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.

A mediados de la Década de los Sesenta, en parte por presiones de "expertos extranjeros en Educación", se suprimió de los programas la enseñanza de moral y urbanidad, temas que en teoría se iban a retomar dentro del resto de programas lectivos.

Las consecuencias de no enseñar moral han sido gravísimas, entre ellas el ataque armado al país en la Década de los Ochenta y el espantoso desparpajo del presente. Es sólo gracias a la permanente enseñanza de la Iglesia Católica, de otras iglesias y del buen sentido y sensatez de muchas familias, que El Salvador no se ha terminado de hundir en la total amoralidad, pese a que en los Ochenta muchos "religiosos" optaron por la violencia y la muerte.

Para medir la gravedad de lo que está sucediendo hay que ver la foto y leer las declaraciones de la mujer acusada de complicidad en el asesinato del joven estudiante Carlos Francisco Godoy.

La mujer, de diecinueve años, cree que todo ha sido un chiste y que matar a alguien se justifica porque otro la amenazó a ella y al homicida. Al presentarse a los periodistas no vacila en echarse a reír.

Se viola el Quinto Mandamiento: no matarás; llevarse la camisa de la víctima como un trofeo viola el Séptimo, no robarás.

La foto de la implicada es repugnante, mostrando que alguien puede reírse de una tragedia horrible. Pero sin duda no va a reírse más tarde cuando le toque pasar varios años en una cárcel, violada como es la práctica en las prisiones y pasando privaciones y soledad.

Porque, estimado lector, en las cárceles muchos presos y sobre todo los jóvenes, hombres y mujeres, son sistemáticamente violados. Eso es lo que muchos "maistros" no dicen a sus pupilos.

Al faltar la moral se destruye una sociedad

Aristóteles planteó la interrogante de qué era peor: hacer algo sabiendo que es contra la moral, o hacerlo desconociendo que eso es malo y censurable.

Su conclusión es inequívoca: el amoral, el que no tiene ni siquiera noción de lo que es bueno o malo, está en un nivel muy inferior al inmoral. El inmoral al menos sabe que comete una falta o delito, es capaz de arrepentirse; el amoral procede peor que los animales, que sólo atacan cuando tienen hambre, para sobrevivir.

Los "menores infractores" en esta tierra han sido enseñados a matar para cumplir con cuotas, para ser incorporados en la "clica", para demostrar su hombría, para hacer ruido, para defender "su territorio". La interrogante que muchos se hacen es cómo puede rehabilitar criminales gente que tampoco tiene claro lo que es moral y que no vacila en aliarse con ellos cuando así les conviene.

En varias encuestas se revela que, para al menos la mitad de los pobladores, "bueno" es lo que les conviene y "malo" lo que les perjudica. La monstruosa risa de la implicada en el asesinato del joven Carlos Francisco, apunta hacia la médula del grave problema que estamos pasando los salvadoreños: que delinquir, matar, extorsionar y aterrorizar "no es problema" cuando así conviene a los perpetradores. Es válido ganarse la vida vendiendo droga, cobrar renta en los vecindarios, meterle un balazo al que denuncia, descuartizar al de la "clica" rival, como declaró la mujer cómplice.

Al perderse la conciencia moral se cae en la anarquía, en todos los espantos, en la destrucción social.

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