Escrito por José María Sifontes. 20 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.
Por supuesto que a mí me gustaría que ese joven que apuñaló cuatro veces a Carlos Francisco Garay, por el simple hecho de andar vestido con una camiseta del Inframen, donde estudiaba para ser chef, tuviera oportunidades para rehabilitarse, se le incluyera en programas de reinserción y llegara a ser con el tiempo una persona útil a la sociedad. Que tuviera acceso a programas psicoeducativos que enfoquen sus problemas de conducta y le permitan, tal vez después de varios años, modificar sus tendencias y corregirse.
No dudo que las intenciones de los que ven la prevención, la rehabilitación y el estricto cumplimiento de los tratados internacionales como lo prioritario, sean buenas. Son personas que conocen del tema y que creen que todos deben tener una segunda oportunidad. Hay que ir hacia la base de los fenómenos y tener compasión.
Posiblemente esta persona que asesinó por motivos absurdos también sea una víctima de su pasado y merezca ser comprendida. Por supuesto que esto sería lo ideal y toda persona sensata y de buen corazón no puede descartarlo. Pero da la casualidad que cuando pienso en este crimen cruel y sin sentido, como tantos otros que suceden casi a diario y que ponen los pelos de punta, me da por pensar más en las víctimas que en los asesinos, siento infinitamente más compasión por los padres y hermanos que se debaten entre la desesperación y la impotencia que por los hechores.
Pienso más en el muchacho a quien le truncaron el futuro, que le arrebataron a cuchilladas sus sueños y por el que ahora ya nada se puede hacer. Pienso más, mucho más, en cómo evitar que haya otros jóvenes como Carlos Francisco, que en los programas de rehabilitación y reinserción.
Perdónenme los que no piensan como yo, les aseguro que entiendo su posición, pero así pienso ¿qué le voy a hacer? Soy padre, y al darme cuenta de este tipo de crímenes me pongo inmediatamente al lado de esos padres que claman por justicia, y mis tendencias se encaminan a pensar en ellos más que en la posibilidad de que el asesino algún día se rehabilite.
Algunos dirán que les extraña mi postura, que debería tener más confianza en los programas de prevención y en la terapia. Sí les tengo confianza, si no fuera así no valoraría otros argumentos y no perdería el tiempo discutiéndolos. Pero al ver la situación a la que se ha llegado en nuestro país, uno debe tomar una posición y decidir qué es lo prioritario, pensar más en las víctimas o pensar más en los victimarios. Se dirá también que las dos no son excluyentes y que puede haber un balance entre la represión y la prevención.
Eso es verdad hasta cierto punto, en primer lugar porque nunca hay un balance perfecto (ni suficiente dinero para todo) y las tendencias marcan las decisiones, y en segundo lugar porque se necesita enviar un mensaje claro a los que cometen estos crímenes, un mensaje que indique que se les perseguirá y se les castigará con toda la fuerza de la ley.
Mensajes ambiguos inducen a malas interpretaciones y hacen creer a los malhechores que tienen muchas garantías de su parte. Entre tratar de comprender y dar oportunidades a los asesinos o comprender y hacer justicia a las víctimas prefiero a las víctimas.
Totalemte de acuerdo pero quien se quedo en el infierno fue el asesino. Todavia es este razonamiento reflejo de nuestras emociones primeras. No es reaccionando a nuestras emociones como saldremos de este infierno derechista. Es identificando causas y encontrando medidas para erradicar esas causas que podremos redirigir a nuestros jovenes. No a los que ya no se pueden recuperar pero si es obligacion de todos buscar solucion a los problemas de este ejercito de jovenes adolescentes de los proximos años para ofrecerles otro futuro mas humano. Muy cruel puede haber sido el asesinato y muy sin sentido pueden ser las reacciones del asesino. Pero eso solo es un indicio de lo infernal de la vida que nuestra sociedad ofrece a decenas de miles de ciudadanos. Si no lo hacemos por convvicion de que constituimos una nacion lo tenemos que hacer para que no nos afecte ya sea como victimas o como padres de victimarios. Todos estamos en el mismo barco. Si fuese el asesino o el delincuente un nino rico estoy seguro que los razonamientos derechitas serian diferentes.
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