A cien días de su asunción al poder lo que queda claro cada vez mas es la profundización del distanciamiento del primer presidente de izquierda y la agenda bolivariana del partido fmln
Lunes 7 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
El presidente del FMLN, Mauricio Funes ha cumplido sus primeros cien días de gobierno, poco tiempo para mostrar obras pero suficiente para revelar por donde quisiera caminar el Ejecutivo de izquierda.
Lo cierto, y en eso coincide la mayoría de fuentes consultadas por El Diario de Hoy, se ha respetado la institucionalidad y no se visualizan cambios, por ejemplo, que vayan orientados a sumarse al proyecto bolivariano de Hugo Chávez.
Sí ha habido, inexperiencia, tortuguismo y falta de agilidad para completar la nómina total del gabinete, en parte por los estiras y encoge entre "los amigos" de Funes y el sector más duro del FMLN.
Incluso, diversas fuentes coinciden que el principal crítico de la gestión de Funes es la izquierda más radical, y otras organizaciones de la llamada sociedad civil, que casi a diario se toman las calles provocando interminables trabazones e incertidumbre.
La tirantez entre Funes y su partido ha quedado evidenciada en temas como el liderazgo que ha asumido el presidente para superar el impasse en la elección del Fiscal General, de lo cual el FMLN ha tratado de marginarlo.
Además, el distanciamiento pasa por la cautela con la que Funes abordó el tema del apoyo al derrocado presidente hondureño Manuel Zelaya y que analistas como Joaquín Samayoa califican de una actitud "ecuánime" en esa crisis.
Días después del derrocamiento en Honduras quedó en evidencia las diferencia con su partido, pues fue el FMLN quien convocó a la llegada de Zelaya al país a Casa Presidencial y no el mismo Funes. Además, fue evidente el desmarque de Funes, pese a su presencia, durante la rueda informativa de Zelaya y otros presidentes latinoamericanos adheridos a la venezolana Alternativa Bolivariana de las Américas (Alba) en el aeropuerto de Comalapa luego que se le impidiera el aterrizaje a Zelaya en Honduras.
Otra discrepancia con el FMLN, al menos con la base, ha sido la designación de gobernadores no afiliados al partido en Santa Ana y San Vicente, pese a que la dirigencia acuerpó los nombramientos y había colocado en esos cargos a casi la mitad de cuadros históricos.
La insatisfacción de la izquierda radical no ha tardado en manifestarse. "Y el pueblo, el movimiento popular está pidiendo a Mauricio Funes exactamente lo mismo, definición; es decir, la derecha clasista y el pueblo piden definición. El gobierno debe definir con quién está y para quién va a gobernar", razonó Dagoberto Gutiérrez, de la Tendencia Revolucionaria, quien también llegó a catalogar de "desencanto" en los primeros días de Funes.
Lentitud
En estos tres meses se ha mostrado un lento reconocimiento y aprendizaje de la cosa pública, por una parte, como lo señala el ex presidente Alfredo Cristiani, por el despidos de personal experimentado en el gobierno y la entronización de seguidores del FMLN o de los amigos de Funes, y por otro, la poca preparación para asumir las riendas del Ejecutivo.
"Los problemas fundamentales como el transporte, la salud o la educación han estado a la vista de todos por mucho tiempo y en todo esto lo que hemos observado es una cierta lentitud en ir asumiendo los problemas e ir definiendo con más claridad lo que se proponen a hacer", resume sobre este tiempo Joaquín Samayoa, académico y analista.
Los números son claros y aunque en este último tramo de los cien días el Gobierno se ha apresurado para hacer anuncios, hay muchos anuncios y las obras brillan por su ausencia; un recuento del sitio oficial de Casa Presidencial (www.presidencia.gob.sv) lo demuestra, pues en noventa días el presidente de izquierda había hecho solamente dos anuncios importantes: el Plan Anticrisis anunciado el 18 de junio y el lanzamiento del Plan de Vivienda el 16 de julio.
Entre ambos planes, que juntos suman inversiones superiores a los $250 millones e incluyen la construcción de 25 mil viviendas para sectores de bajos ingresos y la creación de empleos gracias a este impulso, sucedieron largos silencios de Casa Presidencial y unas pocas salidas al terreno para anunciar un refuerzo para compra de medicinas en el sistema de salud, entregar títulos de propiedad a campesinos y continuar el programa Red Solidaria, esta vez bajo otro nombre.
Funes además anunció un plan de austeridad que incluye recortes en fiestas y gasolina, muy similar al presentado en su día por la pasada administración, y anunció el lanzamiento de un pacto fiscal sin aumentar impuestos, pero basado en el combate a la evasión, elusión y el contrabando, como en su día realizó el ex presidente Antonio Saca.
En suma, los primeros cien días de gobierno de la izquierda han transcurrido con algunos anuncios importantes que son bien vistos por los analistas, pero les queda la sensación de que hace falta un rumbo claro y mejor comunicación. Creen que los próximos seis meses serán claves para que la población note un cambio en su nivel de vida.
La sentada
Tras tomar posesión de los cargos y el normal adapte a las instituciones, antes de cumplirse el primer mes de gestión, la administración Funes inició con centenares de despidos en oficinas públicas. Y aunque había anunciado solemnemente que sólo cesaría a "personal de confianza" del anterior gobierno, a última hora no hubo discriminación.
Aún existen denuncias de ceses injustificados y sospechas de haber pasado factura al despedir empleados que no corresponden al segmento de confianza y además hubo una serie de señalamientos de existencia de "plazas fantasmas" en instituciones como el CNR, aunque el presidente presentó una reducida lista y no se denunciaron mayores irregularidades de la pasada administración, al margen de señalamientos de despilfarro en la Secretaria de Juventud y la de Familia.
"Ha venido en casi todas las instituciones una serie de despidos, muchos casos arbitrarios y masivos... Han sido reemplazadas por personas que no llenan los requerimientos de un perfil de competencia para hacer lo que están llamados a hacer", valora Samayoa.
Los primeros cien días de administración también han debido enfrentar dificultades y hasta ahora las más grandes han sido las protestas prolongadas por la construcción de la represa El Chaparral en San Miguel, un proyecto heredado de la administración pasado y que Funes ya dijo que dará continuidad pese a los reclamos de comunidades y religiosos vinculados a la izquierda. Es más, en bloqueos de calles en protesta por la entrega selectiva, según las denuncias, de la semilla mejorada, la decisión de Funes ha sido no negociar bajo presión y esto le costó un regaño al Vicepresidente Salvador Sánchez Cerén por contravenir.
El ex ministro de Economía, Miguel Lacayo, considera que los anuncios de la pensión universal para los jubilados, los uniformes gratis en las escuelas públicas y la ampliación de la cobertura de salud fueron recibidos bien por una parte de la población, pero la otra mitad aún esta a la espera de resultados.
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