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2009/09/16

¿Polémica por impuestos?

  El impuesto al alcohol y al tabaco está mal orientado, ya que penaliza a víctimas, no a victimarios

Escrito por  Aquiles Montoya. Septiembre de 2009. Tomado de Contra Punto.

SAN SALVADOR - Parece justo que quienes le significan al Estado gastos en salud, a consecuencia de consumir bebidas alcohólicas y tabaco, paguen un impuesto para el FOSALUD, el cual vendría a ser algo así como un seguro de salud obligatorio, aunque sin ninguna garantía de cumplimiento. Impuesto que supuestamente desestimularía tal consumo nocivo para la salud y a su vez generaría ingresos adicionales al gobierno para suplir las carencias del deteriorado servicio de salud heredado de Arena en sus 20 años de servirse del Estado.
No obstante cabe señalar que quienes van a requerir servicios de salud, no son todos los que consumen tabaco y bebidas alcohólicas, sino solamente aquellos que, por alguna razón, caen en la adicción y se tornan enfermos. La OMS ha declarado al alcoholismo como una enfermedad de fatales consecuencias.
Parece ser que en algunos seres humanos existe cierta predisposición a convertirse en dependientes del alcohol o del tabaco. Pero, mientras no se entre en contacto con los mismos, no es posible que se desarrolle la enfermedad. Razón por la cual, la publicidad de tales productos va orientada a la juventud o a la familia, tal es el caso de la cerveza que se encarga de ir abriendo brecha, de ir generando nuevos demandantes.
Mientras la ILC se encarga de generar nuevos adictos, los licoreros sólo esperan como tigres agazapados a que les lleguen los nuevos consumidores. Y es que a medida que crece la adicción por el alcohol, ya no se suple la necesidad con cerveza y pasan de lo que sienten como beber agua, al aguardiente que quema el gaznate y quita los temblores matutinos. La cervecera tiene que luchar contra la fuga de consumidores, mientras los licoreros sólo esperan y es por ello que casi no realizan publicidad, a no ser cuando buscan introducir una nueva marca.
Lo anterior nos hace pensar que la polémica de la cervecera con los licoreros tiene a su raíz el hecho, de que la cervecera tiene que incurrir en mayor gastos, entre ellos el de publicidad, a fin de conservar e incrementar el mercado para su producto. Y que por ello el argumento de los grados de alcohol es tan sólo una forma de disfrazar el problema.
Por otra parte, me parece que el impuesto específico al alcohol y al tabaco está mal orientado, ya que penaliza a las víctimas y no a los victimarios. En consecuencia, el impuesto debería de ser pagado por quienes se benefician de producir, comercializar y publicitar los productos antes mencionados y no a quienes son seducidos por la publicidad y afectados a consecuencia del consumo de tales drogas.
Lo justo y lo correcto sería que tales impuestos fuesen orientados a las utilidades de quienes producen o importan, comercializan, promocionan y anuncian alcohol y tabaco, ya que ellos son los verdaderos responsables de que el Estado incurra en gastos para atender los males generados por el alcohol y el tabaco. En cuanto a los medios de comunicación se les debería de cargar un impuesto como un porcentaje de lo que cobran por cada anuncio, aunque lo mejor sería prohibir cualquier publicidad de tabaco o de alcohol, como una forma de prevención, ante la posibilidad de caer en las garras del alcoholismo o tabaquismo.
Finalmente, si realmente queremos que cambie El Salvador es preciso que cambiemos nuestras formas de ver, entender, explicar y enfrentarnos a la realidad, ya que si seguimos haciendo lo mismo la mala hierva seguirá creciendo y enraizándose aún más. Quizá, por ahora, no podamos cortar de raíz los problemas, pero al menos si podemos y debemos podarlos para que no sigan creciendo. ¿O no?

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