Hay que esforzarse, con los pies en la tierra, en lograr que los jóvenes aprendan a pensar, sean responsables, cumplan con la ley y conozcan lo suficiente de las ciencias básicas y del mundo que los rodea.
Editorial. Miercoles 2 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.
La tarea y la consiguiente responsabilidad de llevar a cabo una reforma de la enseñanza en un país es demasiado grande, con tantas variantes y aspectos, como para que un Ministerio la asuma en su totalidad. La crisis que atraviesa Venezuela en estos momentos se origina parcialmente de la pretensión del régimen de fijar, por sí y ante sí, los parámetros que en adelante regirían la educación,
De acuerdo con lo publicado el viernes, el Mined ha contratado a especialistas para que revisen programas y contenidos. Quiénes son estos especialistas, cuáles sus cualificaciones y en qué van a basarse para crear un nuevo modelo, lo ignora la generalidad. Lo más preocupante es que en las declaraciones que se han hecho no se contempla hacer que otros sectores participen en la discusión de lo que se quiere hacer y menos en decidirlo.
No es necesario inventar la pólvora porque los chinos lo hicieron ya hace mil cien años. Tampoco tiene sentido meterse a reformar la educación sin partir de lo que está funcionando bien en países desarrollados; nosotros no tenemos el mejor sistema, pero más por carencia de recursos y personal preparado que porque el esquema esté errado.
Es debatible, en todo caso, que el objetivo primario de la enseñanza sea lograr una "cultura general" como lo anuncia el Ministerio. Nadie tiene la capacidad para definir en qué consiste eso, lo que se debe incluir y descartar. La cultura es producto tanto de la escuela como de lo que los niños y jóvenes aprenden en sus casas, lo que una comunidad les enseña (el ambiente), lo que luego hacen y lo que leen, los programas que miran y oyen. Si se pregunta a cien personas y especialistas en qué consiste la "cultura general", se van a obtener cien respuestas diferentes.
Que cada joven escoja sus propios caminos
Pero sobre la imposibilidad y principalmente la irrelevancia de querer definir lo que es "cultura general" se impone la aplastante realidad de nuestros tiempos: que el conocimiento cambia de prisa, se incrementa exponencialmente y descarta muchos de los que se consideraban contenidos inalterables. Hay una cultura que se forma con el conocimiento de los clásicos y mediante el desarrollo de sensibilidades hacia las mejores manifestaciones artísticas, pero esa cultura no está al alcance de la enseñanza de masas.
Más que querer alcanzar objetivos altisonantes hay que esforzarse, con los pies en la tierra, en lograr que los jóvenes aprendan a pensar, sean responsables, cumplan con la ley y conozcan lo suficiente de las ciencias básicas y del mundo que los rodea, para desempeñarse de manera constructiva en sus vidas. La mayoría de personas quiere vivir tranquila y en armonía con sus semejantes; un pequeño porcentaje buscará, por su cuenta, conocer más de literatura, historia, música o artes plásticas; otros se esforzarán por saber idiomas, unos pocos por investigar antiguas civilizaciones… son incontables las posibilidades y sin sentido el querer regimentar culturalmente a un conglomerado.
La idea, externada por el Mined, de que sea el gobierno el único autorizado para entrenar maestros, significa volver a las escuelas normales, lo cual es contrario a la diversidad cultural y profesional y a la libertad para escoger que tiene todo ciudadano que desea seguir un interés o vocación. Se elimina la competitividad en un campo que lo necesita a gritos.
Esto es basura
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