Escrito por José M. Tojeira. Martes 08 de Septiembre. Tomado de Diario Co Latino.
Que la violencia es excesiva en el país lo venimos repitiendo desde hace tiempo. Y por supuesto es una de las fuentes de mayor desesperación de la ciudadanía, junto con las dificultades económicas, que son muchas. Sin embargo, con todo y ser una de las mayores preocupaciones nacionales, la información sobre los homicidios no es la adecuada. Los propios medios de comunicación han puesto de moda el informar en base al número de muertos diarios. Y aunque ese tipo de información impacta y sensibiliza, no es el mejor modo de informar.
En efecto, si el número de muertos baja en uno, o incluso en medio, ya aparecen algunas declaraciones diciendo que todo va mejorando. Y ese modo de informar, especialmente en las autoridades, debería ser inaceptable para la ciudadanía.
Porque el informar del número de muertos por día es una mala información: da una sensación equivocada de mejoría cuando el número aparece en reducción, y permite en ese mismo sentido el conformismo con cifras que no son tolerables. Por ejemplo, si se nos dijera que el número de muertos diarios se ha reducido a seis en varios años probablemente lo veríamos como un triunfo. Y aunque seis es una cifra menos inquietante que 11, no por ello es buena ni deseable.
En información pública es importante informar y formar. Y la información base que debemos tomar para luchar contra los homicidios es aquella que nos permite dejar de considerar esa plaga de muerte como una verdadera epidemia.
En efecto, la Organización Panamericana de la Salud considera que el homicidio hay que tratarlo como se trata una verdadera epidemia, cuando el número de muertos supera los 10 al año por cada cien mil habitantes.
Y en el Salvador estamos ya por arriba de los 50 asesinados por cada 100.000 habitantes desde hace ya varios años. Y ciertamente no hemos bajado a menos de 10, es decir, no hemos dejado de estar en situación de epidemia, en los 17 años que llevamos sin guerra. En otras palabras, que todo el discurso de los políticos, que insisten en mejoras, tienden siempre a encubrir que seguimos en una epidemia y que somos incapaces de poner medidas extraordinarias contra la misma.
Por poner un ejemplo fijémonos en lo que se ha hecho frente a un epidemia mucho menos mortal que la de los homicidios. Con la gripe H1N1 independientemente de que nos gusten o no las medidas, se han cerrado colegios y universidades, se han desembolsado grandes cantidades extrapresupuestarias para conseguir vacunas y se mantiene una atención permanente a los procesos preventivos. Frente a los homicidios, una especie de epidemia mucho más mortal y peligrosa, somos incapaces de retirar las armas de la calle o de tomar medidas preventivas frente al consumo de alcohol o frente a otros factores generadores de violencia.
En el tema homicidios no basta decir que vamos mejorando. Hay que poner metas y decir hasta dónde queremos llegar. Y ciertamente la única meta válida es la de lograr que los homicidios no puedan ser considerados una epidemia en El Salvador. Y si no nos gusta hablar de homicidios por cien mil habitantes, podemos traducir la meta a los números diarios. Para no ser epidemia, los homicidios en El Salvador debería bajar de dos muertes diarias.
Todo lo que es más de dos homicidios diarios es intolerable y puede achacarse la responsabilidad a los gobiernos. ARENA fue irresponsable frente a la seguridad ciudadana durante los 20 años que estuvo en el gobierno, porque fue incapaz de enfrentar con claridad y eficacia una verdadera epidemia.
La más mortal de todas las epidemias que ha tenido El Salvador durante estos 20 años. Hoy no pueden seguirse tratando los temas de la misma manera que en los 20 años pasados. Hay que enfrentar la epidemia y hay que reducir el número de muertos a menos de 10 por cada cien mil habitantes al año. O si lo quieren de otra manera a menos de dos diarios.
La meta tiene que estar clara. Y la eliminación de lo que se considera epidemia no puede ponerse en un plazo de 20 años. Esperemos que se logre en el actual gobierno.
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