04 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
El viaje a Brasil plantea ciertos temas que tienen importantes implicaciones para la actitud del gobierno del presidente Funes hacia la economía del país. El propósito del viaje es generar más comercio con ese país y, más importantemente, inversiones orientadas a acelerar la recuperación de la crisis actual y el desarrollo de largo plazo del país.
El presidente tiene dos opciones para definir el mensaje que llevará a los potenciales inversionistas brasileños. La primera opción es decirles lo que el gobierno constantemente repite para justificar la falta de recuperación económica-que, como resultado de los veinte años de gobierno de ARENA, la economía salvadoreña es totalmente improductiva, ineficiente e injusta. Dentro de esta misma opción, el gobierno podría comunicarles lo que el partido oficial, el FMLN, planea hacer con las empresas privadas para convertir al país en otra Cuba. Finalmente, podría darles algunos ejemplos del lenguaje usado por el mismo partido para fomentar la lucha de clases y el odio necesario para sustentarla. La segunda opción sería hablarles de las cosas positivas de El Salvador.
La primera opción tiene ventajas y desventajas. La ventaja principal sería que los funcionarios de gobierno están acostumbrados a hablar así y por lo tanto el discurso negativo les saldría naturalmente. La desventaja es, por supuesto, que sería difícil convencer a los brasileños de que inviertan en un país que es tan poco competitivo, tan ineficiente, tan injusto, y en el que el partido del gobierno promete establecer un régimen como el cubano-en donde no existe la propiedad privada de los bienes de producción-y en el que el mismo partido, y muchas personas en el gobierno, alimenta el odio a los empresarios que invierten en dar trabajo a los salvadoreños. Otra desventaja es que los brasileños quedarían con la impresión de que los salvadoreños somos gente muy extraña, que pretende atraer inversionistas insultándolos y prometiéndoles que el gobierno eventualmente les quitará lo que inviertan.
La ventaja de la segunda opción es que es la manera lógica de conseguir inversionistas. Es más fácil conseguirlos si se les demuestra que el país es competitivo, productivo, que los salvadoreños son trabajadores y no enemigos de los empresarios. La desventaja es que hasta ahora el gobierno no ha visto nada de lo mucho de bueno que hay en el país, por lo que el pasar este mensaje requeriría un cambio de actitud en sus personeros. Tendrán que abrir los ojos a las muchas cosas positivas que el país tiene para atraer inversiones y a los hechos que en la pasión de la lucha política han negado con respecto al crecimiento del país en las últimas dos décadas. Los inversionistas demandan buen comportamiento en el largo plazo para exponer sus recursos en un país. Afortunadamente, el rendimiento de la economía del país ha sido muy satisfactorio en el largo plazo, y esto puede comprobarse con datos concretos.
Balanceando las ventajas y las desventajas, no cabe la más mínima duda de que lo que el gobierno tiene que hacer si quiere atraer inversiones: hablar de las cosas positivas del país y ofreciéndoles seguridad jurídica a los inversionistas potenciales, de tal forma que les quede la total seguridad de que en el país no hay posibilidad de que el gobierno le robe sus inversiones y de que sus esfuerzos empresariales serán bien recibidos; que la creación de empleos que esperamos de ellos será vista como una contribución positiva al desarrollo del país y no como una explotación de la clase trabajadora; y que no serán blanco de los odios característicos de la lucha de clases.
Es de puro sentido común que esto hay que decirle a los brasileños, y es de puro sentido común también que las acciones del gobierno tienen que ser consistentes con este mensaje-no se puede decirles que el gobierno no va a expropiar sus empresas si el FMLN sigue diciendo, directamente o indirectamente que quiere establecer un régimen como el cubano. Los brasileños pueden invertir en cualquier lugar. ¿Por qué van a invertir en El Salvador si aquí no se les garantiza el imperio de la ley y el respeto a la propiedad, mientras que hay muchos, muchísimos países en donde estas garantías existen?
Habiendo llegado hasta este punto, el presidente debe reflexionar que si estas garantías son esenciales para lograr que los brasileños inviertan en El Salvador, ¿por qué se espera que los inversionistas salvadoreños no las requieran para invertir en el país?
El presidente Funes debe hacerse esta pregunta. Una vez puesta la pregunta, la respuesta es automática. Y esta respuesta es determinante con respecto a lo que el gobierno debe hacer para que la economía se recupere y se desarrolle: mantener el imperio de la ley y, dentro de éste, asegurar los derechos de propiedad.
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