LPG-Funes, un nuevo modo de gobernar

 Escrito por Ivo Príamo Alvarenga.04 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica.

Varios partidos en formación han prometido eso, gobernar de “un modo nuevo”, sin precisar en qué consistiría tal cosa. Funes está dando lecciones de la manera novedosa, novedosa por mejor, en que se propone gobernar. La reunión con ARENA y el FMLN es la última y quizás la más relevante muestra. Quiere dirigir al país en consenso, dejando a los partidos en libertad de disentir entre ellos o con el gobierno, sin olvidarse de buscar el interés nacional situado por encima de todos. Lo cual requiere un continuo diálogo y negociación, como los empleados en el Proceso de Paz. Más una enorme voluntad y capacidad de avenimiento como la probada en la elección de los candidatos a magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

Hagamos un breve recordatorio del estilo a ese respecto de nuestros jefes de Estado desde la Constitución del 83 para acá. Magaña tenía una personalidad afable y una proyección atemperada, aunque de aguda intransigencia en cuanto a la posibilidad de negociar con la guerrilla. Duarte fue un polemista por excelencia y pasó en choque continuo con la izquierda armada y con la derecha empresarial, aunque con esta lograba acuerdos en sigilo. Cristiani fue de choque permanente, aunque astutamente ponía al frente a sus ministros a recibir y dar los guamazos. Calderón Sol era campechano y aunque tuvo enfrentamientos en alta voz como con la izquierda o en sordina con el sistema financiero, concibió y ejecutó uno de los mejores ejercicios de unidad nacional, la confección del Plan de Nación, que algunos al principio vieron con sospecha como un instrumento propagandístico, pero luego advirtieron su sinceridad y buena fe. Paco Flores debió enfrentar grandes turbulencias a las cuales no dudó en presentar batalla. Tony Saca, muy simpático y allegado a la gente, a su gente, confrontó mucho con la oposición, la pacífica y la violenta.

Funes es único, merece clasificación aparte. Llegado con el temor de muchos de que iba a ser instrumento dócil de la cúpula comunista y se arrastraría a un régimen represivo, persecutor tipo Chávez o, al menos, semejante a Ortega, desde el primer momento, en su toma de posesión, dejó planteado que tendría personalidad propia. La cual ha demostrado en sus numerosas diferencias con el FMLN y con la oposición. Ha evidenciado, criterio propio, firmeza y, por qué no decirlo, valentía. Ejemplo de lo último es el veto al decreto que obligaba a leer la Biblia en los centros de estudio. Sabía que con este se malquistaría con muchos sectores y agradaría a otros. Sin cuidarse de equilibrismos dio su dictamen claro.

La gobernabilidad, el respeto de unos a otros políticamente, el enfoque con criterio de nación a la problemática del país, penden de Funes, un lazo que a veces parece solitario y despierta la angustia de que pueda romperse.

Una respuesta, la respuesta, mejor dicho, a esa inquietud, es el Movimiento Ciudadano por el Cambio, MCC, que transformaría la cuerda de que se toma el presidente en una alta, airosa y sólida base de apoyo.

Comenzó con muchos bríos, presentando una reunión de 10,000 personas. Se perfilaban otras más numerosas en el interior del país, pero ha sobrevenido un intrigante silencio. Todos los que desean éxitos a Funes, confían en lo que parece lógico, que el Movimiento se esté fortaleciendo en reserva, sin estridencias, pero que allí estará para darle soporte al presidente cuando lo necesite.

Sin perjuicio de que otras asociaciones ya constituidas, de común acuerdo se sumen al MCC cuando al país resulte conveniente.

Funes, un nuevo modo de gobernar