“El proceso de elecciones internas del FMLN, arreglando el padrón, con un grado de oscuridad total, sin tener que rendir cuentas a nadie, es muestra de lo que harían en elección nacional si pueden.”
Escrito por Rafael Castellanos.24 de Agosto. Tomado de la Prensa Gráfica.
No es nada nuevo que en El Salvador enfrentamos la posibilidad de un modelo totalitario, el FMLN anuncia que quiere implementar su proyecto revolucionario socialista y ese es en esencia un modelo autoritario, no hay otra forma de implementar ese modelo.
Esa forma de vida la dejamos atrás hace 20 años, es desconocida para los jóvenes, nuestra historia es de autoritarismo de diferentes matices, la democracia es joven aún.
En décadas anteriores vivimos regímenes militares de diferente tono, desde la dictadura de Martínez del 33 al 44, a los diferentes gobiernos militares disfrazados de democracia, eran autoritarios, no permitían espacios ni ideas políticas diferentes, había persecución política y represión, aunque pálidas con las dictaduras comunistas, ese fue el principal detonante de los 10 años de efervescencia social en los setenta y la guerra de 12 años que siguió. Un costo altísimo para el país, económicamente y de división interna del cual 20 años después aún no nos recuperamos.
Supuestamente con los Acuerdos de Paz entramos a una vida democrática que seguiría desarrollándose vigorosamente, de acuerdo con lo que la mayoría siempre ha querido, pero no es así. El FMLN que firmó la paz no es el mismo de ahora, con el tiempo, los moderados salieron voluntariamente por falta de espacios, o purgados. El Partido Comunista, la menor de las fracciones que lucharon, se fue adueñando del partido y en la derrota de Schafik Hándal en las presidenciales de 2004, dieron el último golpe estratégico, controlando absolutamente los órganos de control y elección, son dueños absolutos de la marca electoral que supuestamente aglutina a toda la izquierda.
No importa si los aproximadamente 800 mil de su voto duro piensan como la dirigencia, hay una sola línea impuesta desde la Comisión Política y no hay lugar para disidencias. Así se ha desarrollado y en vez de abrirse, se cierra más.
Cuando el FMLN escogió a Mauricio Funes y más aún cuando ganó, muchos pensaron que era cuestión de tiempo para que se volvieran una izquierda moderna, que Funes podría incidir en ello. Pero no se ve así.
Durante el primer año en el gobierno, han mantenido clarísima su posición, trabajan para instaurar un proyecto socialista revolucionario, anti yanki, en sintonía con Chávez. Las declaraciones fervorosas anti imperialistas contra Estados Unidos han sido ruidosas, el vicepresidente en San Salvador y de una diputada en los mismos Estados Unidos.
Está bastante claro que más del 80% del electorado no comulga con ese proyecto: los que votaron derecha, los aproximadamente 500 mil “swingers” que votaron por Funes y probablemente la mitad o más de su voto duro. Entonces, no lo pueden lograr con elecciones libres, solamente jugando tretas, cambiando leyes y reglamentos, consiguiendo desvíos institucionales, como Nicaragua o como hicieron en sus elecciones internas.
Si algo tiene de reconocérsele al Frente es que ellos anuncian lo que quieren hacer, lo que harán, no ocultan sus intenciones. Algunos por ingenuos piensan que es solo un discurso para ganar adeptos, otros que para congraciarse con Chávez y seguir teniendo el flujo inmenso de dinero de Alba Petróleos, otros creen que ese discurso está ya desfasado, que es de los sesenta y setenta, que no es posible que haya gente que de verdad piense así.
Otros piensan que las mieles del poder, los lujos, los viajes, los gastos escandalosos que algunos hacen con dinero estatal, les cambiarían los gustos y el discurso se convertiría solo en discurso, pero dentro de ellos, irían caminando hacia un centro moderno, como lo hicieron Felipe González y Lula da Silva. Se equivocan.
Las elecciones internas son aleccionadoras, la forma tan cerrada, tan autoritaria, tan secreta, tan controlada, en que los electores ni siquiera tenían idea de por quién votarían hasta el final, la forma en que depuraron el padrón electoral para dejar adentro solo a quienes ellos querían, por fidelidad u obediencia, dejando por fuera a todos lo que pudieran hacerles sombra, quitarles votos, o dárselos a otros, quedaron inhabilitados para votar.
Ya en la elección, a puerta cerrada, pidiendo otras identificaciones especiales a los votantes para que ingresaran al sitio, sin tener nadie que supervise, que darle cuenta a nadie sobre los resultados, lo hace una de las elecciones más arregladas y poco transparentes que se han visto, con disfraz de votación libre y secreta.
¿Qué nos puede hacer pensar que si tienen oportunidad de manejar una elección nacional de esa manera no lo harían? No lo harán, es su naturaleza.
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