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2010/08/04

LPG-Editorial-Sin formación en valores no hay paz social

 Los valores no se aprenden: se asimilan; y esto sólo es posible si el aprendizaje se produce en la práctica; es decir, en lo que antes se llamaba la escuela de la vida.

Escrito por Editorial.05 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica. 

 

Se habla cada vez más de reimplantar en el sistema educativo la enseñanza formal de la Moral, el Civismo y la Urbanidad, como era en otros tiempos. En 1968 se instaló una Reforma Educativa que pretendía superar el predominio “memorístico” para pasar a una fase de educación que privilegiara la investigación. Desafortunadamente, el propósito se quedó en palabras, y se deshicieron cosas sin hacer el giro hacia lo mejor. Los hechos están a la vista. Un triste ejemplo es la Televisión Educativa, que surgió en aquellos años con el propósito de incorporar ese instrumento tecnológico al esfuerzo de territorializar la modernización pedagógica: no logró desarrollarse, y desapareció al poco tiempo. Ya se pueden imaginar lo que habría avanzado el sistema si la Televisión Educativa hubiera sido lo que se pensó en su origen.

Hoy, más de 40 años después, estamos urgentemente necesitados de darle nueva vida al sistema educativo, que viene acumulando prótesis para poder mantenerse en pie. Y, dados los gravísimos problemas psicosociales que padecemos, como la expansión del fenómeno pandillero, revive el imperativo de inyectar valores en el deteriorado cuerpo social. La pregunta clave sigue siendo la misma: ¿Cómo hacerlo, para que no se quede en humo de pajas?

Hay que tener presente que una auténtica formación en valores no es cuestión de currículo; es decir, de simple técnica educativa. Los valores no se aprenden: se asimilan; y esto sólo es posible si el aprendizaje se produce en la práctica; es decir, en lo que antes se llamaba la escuela de la vida. Por eso insistimos en la imperiosa necesidad de que los liderazgos nacionales den el ejemplo del cumplimiento de los valores. Es lo que ha faltado históricamente, y lo que la realidad misma se encarga de poner como requisito indispensable para el avance evolutivo.

Un desafío de dimensión nacional

Cuando las realidades aprietan, la única salida viable está en enfrentar las cosas como son. En el caso de nuestro país, las realidades vienen apretando desde hace mucho tiempo, y las diversas y arraigadas resistencias que van apareciendo en la ruta de avance hacia una sociedad más abierta, más humana y más convivible, son la amenaza principal para el desarrollo democrático. Todo esto es en el fondo un tema de valores, y específicamente de vigencia de valores. Así como ocurre con la ley, lo más importante de los valores es su puesta en práctica.

Lo que estamos necesitando de veras es que se desarrolle en nuestro ambiente la cultura de los valores. Por consiguiente, sería ingenuo imaginar que basta con establecer una asignatura en el currículo educativo para que los valores cumplan con la misión que les corresponde. Para lograr dicho cumplimiento es indispensable que se den una serie de condiciones familiares y sociales propicias. Esto es lo que hay que garantizar para que los valores funcionen como fuerzas inspiradoras de una nueva forma de convivencia.

Es previsible que en el futuro inmediato la Moral, el Civismo y la Urbanidad vuelvan a formar parte del currículo oficial en las escuelas. Lo fundamental, en ese caso, es que la enseñanza se programe y se organice de una manera creativa y adecuada a las necesidades y a las expectativas del presente, sobre todo entre los más jóvenes. Si es así, se estará trabajando de veras en la construcción de esa cultura de los valores que genera una dinámica social proclive al desarrollo en la mejor y más constructiva acepción de la palabra.

Sin formación en valores no hay paz social

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