Por Johana Peña.25 de Agosto. Tomado de Contra Punto.
Los muertos no solo caen abatidos a tiros en El Salvador como resultado de la delincuenci, que corroe al país. Los mismos vecinos se matan unos a otros por discusiones sin sentido, por un parqueo, o por las razones más banales.
SAN SALVADOR- La violencia ha alcanzado límites alarmantes, y no solo es generada por las pandillas o la delincuencia en general: los ciudadanos se han vuelto violentos e intolerantes al grado de llegar a asesinar por cosas insignificantes, como por ejemplo disputas por espacios de parqueo.
Tal es el caso de Julio Napoleón Rodríguez Sosa, que a sus 68 años asesinó el pasado 21 de agosto, a sangre fría, a su vecino Ricardo Arnoldo Alfaro, un capitán de la Fuerza Aérea Salvadoreña (FAS) de 32 años. El hecho sucedió en la colonia La Cima II, al sur de la capital.
Según versiones oficiales, Alfaro se dirigía a su lugar de trabajo cuando Rodríguez Sosa comenzó a discutir con él por el parqueo. Al aumentar el calor de la discusión, Sosa sacó su arma y arremetió contra su vecino, disparándole dos veces en el pecho y uno más en la espalda, causándole la muerte instantánea.
La muerte del capitán, como muchas de las muertes que ocurren diariamente, no es producto de la criminalidad que abate al país, sino por un sinsentido, un momento en el que el arrebato, la furia y una acalorada discusión pueden quitarle la vida a una persona.
Ese mismo día, 21 de agosto, murió una persona no identificada y varias más resultaron heridas, tras una acalorada discusión a la salida de la discoteca Jungle, en la Zona Rosa. El hecho corrió a las 3 de la madrugada, y el asesino, tras matar a sus víctimas, huyó del lugar.
Otro caso es el de los hermanos Pablo Noé y Juan Carlos Recinos Cisneros, asesinados por Rafael Eulogio Romero Montenegro a la salida de un restaurante, en la colonia Escalón, en mayo del 2009.
Según versiones de prensa, el auto de uno de los hermanos, que salían del lugar, impedía la salida del vehículo de Romero Montenegro, quien, tras una discusión, sacó su arma y arremetió contra los hermanos, uno de ellos murió en el lugar, otro más falleció en un hospital, y un tercero resultó ileso.
Romero está siendo procesado y guarda prisión en el penal de Mariona.
Matar por una nada
Una de las razones del clima de violencia que azota a la población, es por el comportamiento agresivo que impera en muchos de los y las salvadoreñas.
Según el director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (IDHUCA), Benjamín Cuellar, “el origen de la violencia existe por una fuerte inclinación de los ciudadanos de resolver los problemas por vías violentas, existe poca cultura de recurrir a mecanismos alternativos para dirimir los conflictos y las diferencias que existen en cualquier relación humana”.
Esta situación de tensión y estrés que viven la gran mayoría de los salvadoreños mella las relaciones interpersonales, sumado la facilidad con la que se consigue armas de fuego.
El estrés, según algunos especialistas, pueden llegar a moldear un tipo de personalidad, agresiva e impredecible.
Esas personas “tienen algunos rasgos antisociales, son fácilmente irritables, se enojan con facilidad, no aceptan la crítica y son personas autoritarias”, dijo la psicóloga Claudia de Franco.
Igualmente la siquiatra infanto-juvenil, Ana Margarita Mendoza dijo que “la violencia en El Salvador es como una célula que llevamos todos los salvadoreños adherido a nuestro tipo de cultura (…) que nos enseña a que hay que reaccionar impulsivamente, a pensar que el que cede un poco, es tonto, está perdiendo; a creer que quien trata de reconciliar es un aguado; el origen de la violencia es primariamente nuestra cultura”, mencionó a una televisora local.
Los estudios realizados por el historiador Carlos Gregorio López, miembro de la Dirección Nacional de Investigación en Cultura y Artes de El Salvador, revelan que el factor económico ha sido históricamente un precedente de violencia donde la relación explotador-explotado ha fragmentado el tejido social para una sana convivencia.
Para el académico, las relaciones humanas se fueron volviendo tensas y luego de los Acuerdos de Paz, la tensión social se fue agravando con los problemas de la posguerra, el surgimiento de las pandillas y la estructuración del crimen organizado.
Armas y estrés
Una persona visiblemente perturbada por el trabajo, problemas familiares, la contaminación y ruido puede convertirse en un agresor en medio de una pelea o situaciones similares. Según la PNC, unas 100 denuncias son registradas diariamente relacionadas con pugnas entre vecinos.
Una persona que posea ese perfil psicológico, y en posesión de un arma, puede desencadenar sucesos como los que ocurrieron el 21 de agosto.
Un estudio realizado por el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD) en el 2009, indica que un primer paso para reducir la violencia, la delincuencia y la inseguridad es prohibir la portación de armas de fuego por parte de civiles en los espacios públicos.
Según el informe, “Desarme de la Violencia, una década de prevención de la violencia armada en El Salvador”, el ministerio de la Defensa Nacional en el 2009 tenía registradas 215,000 armas de fuego, y entre los principales portadores se encontraban las instituciones privadas y personas particulares. El estudio detalla que alrededor de 130.000 armas se encuentran en ilegalidad.
Pero otras cifras señalan que el número de armas de fuego en poder de civiles, principalmente pistolas, podría superar las 500,000.
El Salvador es uno de los países más violentos del hemisferio, con una tasa de 75 homicidios por cada 100,000 habitantes.
Se estima que diariamente son asesinadas, en promedio, 13 personas, pero en julio la cifra bajó a nueve, mostrando un leve descenso, aunque tampoco se puede hablar de un patrón que vaya dando signos de disminución.
El 76% de los casos los homicidios son ejecutados con arma de fuego y el resto con arma blanca, según la PNC.
La ola de asesinatos lleva a gran parte de la población a armarse para defenderse. Pero portar armas, en un contexto de violencia cultural, que lleva a que alguien le dispare al vecino por las razones más insignificantes, es algo que ha probado ser mortal.
Violencia cultural: vecinos que se matan por tonterías - Noticias de El Salvador - ContraPunto
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios que incluyan ofensas o amenazas no se publicaran.