Por Tomás Andréu / Edgardo Ayala.25 de Agosto. Tomado de Contra Punto.
El mandatario salvadoreño afirmó que las transformaciones que el país necesita, no podrán hacerse en un único gobierno.
SAN SALVADOR – Para nadie es un secreto que una buena tajada de la población que votó por el “cambio” que traería al país el nuevo gobierno de Mauricio Funes, el primero de izquierda en la historia del país —según se dice— se siente en cierto modo desilusionado porque tales cambios aún no asoman por el horizonte.
Los más atrevidos hablan incluso de que fueron timados, de que el cambio no solo tardará en llegar, sino que quizá no llegue nunca durante el gobierno de Funes, a juzgar por las posturas y actitudes del gobernante, percibidas por ese sector de la izquierda como demasiado suaves, moderadas y hasta se diría que lindan con las fronteras de la derecha.
Aún se resiente, por ejemplo, la postura de Funes en aquel espinoso tema de la cuota de telefonía básica, que era cobrada por las compañías sin representar ningún beneficio a los usuarios. La cuota había sido anulada en enero pasado por un decreto del Congreso pero que el presidente, si bien no lo vetó —solo le hizo observaciones— se opuso tenazmente para que el decreto no pasara.
Y así por el estilo.
Cambios en cámara lenta
Pero Funes dijo este martes 24 que el rumbo hacia el cambio está ya marcado, pero no es fácil, ni se puede hacer rápido.
Aseveró que no puede cambiarse el país en un solo período presidencial e instó a aquellos que así lo imaginan a que no cometan “un serio error histórico y político”.
Recientemente, el dirigente del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), José Luis Merino, habría dicho que los cambios que intenta impulsar el presidente Funes eran “pequeñitos y pálidos”, según fue citado por dos matutinos nacionales.
Cuestionado al respecto, el mandatario señaló que no sabía a quién tomarle la palabra, sí a lo publicado por los medios o a la carta que el mismo dirigente le envió aclarando dicha situación.
“No se a qué atenerme, si a lo que publicó El Mundo y El Diario de Hoy o a lo que él me dice en la nota que me remitió el día de ayer, donde él aclara que en ningún momento dijo que los cambios promovidos por este gobierno eran tibios, tiernos o tímidos, sino que dijo: que hay quienes los ven así”.
Y Funes agregó: “De tal suerte que a mí no me preocupan esas declaraciones [de José Luis Merino], independientemente de cómo se hayan dicho. Los cambios que se están realizando, son cambios en profundidad”, aunque admitió que “El Salvador no se puede transformar de la noche a la mañana. (…) Quien piense que en un solo periodo presidencial, en una solo presidencia de la República, se pueden llevar los cambios que el país necesita, está equivocado, comete un serio error histórico y político”.
Pero lo cierto es que la palabra “cambio” ya no es asimilada por muchos sectores de la sociedad, algo que se convierte en factura negativa para el FMLN, pues a diferencia de Funes —que no puede reelegirse, al menos para las presidenciales del 2014— el partido sí aspira a más triunfos electorales que le permitan seguir con el control de la presidencia.
Por otro lado, se manifiesta un escenario doble donde el FMLN se muestra crítico con el mandatario ante sus militantes, pero debajo de la mesa, lejos de la mirada de los suyos, lucha por no hacer ningún ademán que altere o descarrile el temperamento del presidente. Muestra de ello, es la misiva enviada, en tono sumiso, por Merino.
Sobre el cambio, el ex comandante guerrillero y analista político Dagoberto Gutiérrez, afirmó recientemente en entrevista con ContraPunto que la esperanza y el cambio “ya murió” y sumó que “hay un proceso de desencanto que se convierte en un proceso de desengaño” al haber un distanciamiento entre el Estado y la sociedad.
El analista señaló que Mauricio Funes es un hombre de derecha y que “la gente debe aprender eso” porque “esa es la cabeza política de Mauricio y no hay ninguna cosa mala o buena en eso. Él es así”.
No es raro que los militantes y simpatizantes del FMLN le exijan a este partido, un rojo “de verdad”, alguien que no sea ajeno a la filosofía y militancia del Frente. No obstante, quedan cuatro años en los que no se vislumbra cómo terminará el dúo presidente Funes-FMLN. Ese matrimonio político ha estado plagado, incluso desde antes de llegar al altar electoral, en marzo pasado, de agrias recriminaciones y enfrentamientos.
“El FMLN y el presidente tienen un compromiso y deben buscar los mecanismos para buscar una solución a esas diferencias y sacar adelante a este gobierno y dar una respuesta a las expectativas”, planteó en su momento el catedrático, ex comandante guerrillero y ahora analista político, Roberto Cañas, entrevistado por ContraPunto en el marco del primer aniversario del gobierno del cambio, en junio pasado.
El cambio es mío y solo mío
Más allá de los cambios que puedan realizarse, el presidente fue tajante al decir que el FMLN no tiene posibilidad alguna de impulsar por cuenta propia ningún cambio (durante este gobierno), pues el destino del país en ese sentido, está en las manos de él y de nadie más.
“Es este servidor y no cualquier otro dirigente el que toma las decisiones en materia de los cambios que estamos haciendo, que podemos hacer, dada las circunstancias que vive el país, dada la situación que heredamos y dada las posibilidades reales de El Salvador”, sentenció el mandatario.
Funes dice que el cambio no llega de la noche a la mañana - Noticias de El Salvador - ContraPunto
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