Eduardo Badía Serra.04 de Agosto. Tomado de Diario Co Latino.
Pobreza? Veamos: Ocho millones de celulares, casi uno y medio por cada salvadoreño; más de seiscientos mil vehículos, uno por cada nueve salvadoreños; cable por todos los rincones; ¿tarjetas de crédito? ¿cuántas quiere?; en Oriente, pick-up doble cabina y cuatro por cuatro a toneladas; tremenda proliferación de cervecerías por todo el país, siempre, cuando menos entre viernes y domingo, llenas de parroquianos; centros comerciales sibaríticos a diestra y siniestra; aparatos electrónicos de todo tipo acompañando al ciudadano en su cotidianidad;……..no portar MP3 es casi una aberración; y no guardar la memoria en un USB es situarse casi en la edad de piedra.
¿Pobreza? Veamos: los ciudadanos de casi todos los quintiles, (¡fea palabra!), tienen una estructura de gasto promedio en la cual, un poco más de un 30 % se ubica entre bienes y servicios, restaurantes y hoteles, transporte y comunicaciones. En cambio, sólo invierten menos del 5 % en vestido y calzado, menos del 5 % en salud, y menos del 3 % en educación.
Ciertamente, para todos los quintiles, (¡fea palabra!), el gasto en electricidad, agua, gas y combustibles es el que predomina. Los salvadoreños hacemos entrar en combustión, (es decir, quemamos), el 25 % de nuestros ingresos, generando por cierto grandes cantidades de gases de invernadero, CO2 y CO principalmente, gracias a la estructura de las empresas suministrantes de dichos servicios; y ciertamente, también otra cuarta parte del ingreso se destina a alimentación. Esto es lo que nos viene diciendo la Digestyc desde hace casi un lustro, pero nosotros, los salvadoreños, guanacos de pura cepa, no entendemos. Así nos gusta. Así nos sentimos bien. La selecta, por supuesto, nos escamotea otro poquitín, cuestión netamente cultural, según dicen por allí, como eso de las cachiporristas,……pero el domingo al estadio, sin falta…..¡por favor! ¡Así lo ordena la Fifa, y ahora la nueva pero siempre vieja y simpática federación de balompié!
Se da, pues, una mezcla, muy explosiva y dañina, de una pésima cultura de consumo con un alto grado de explotación por parte de las elevadas tarifas de alimentos y servicios esenciales. No hay consumo responsable entre la población consumidora, y no hay conciencia social en las empresas que suministran servicios tan necesarios como el agua, la energía y las comunicaciones, que por cierto por ser estratégicos para todo país soberano, nunca debieron ser privatizados, mucho menos por gobiernos que se preciaban de ser nacionalistas.
La Constitución de la República señala al Estado la obligación de proteger a los consumidores. El Estado no puede hacerlo.
Razones:
Primero, es necesario educar al consumidor, y si algo ha habido en estas últimas décadas de gobiernos eficientes ha sido el promover una cultura consumista a raja tabla. El consumidor no programa, no presupuesta, allí está la tarjeta para el grave fin de mes, que le permite comprar lo que no necesita y no sólo no necesita sino también le daña.
Segundo, es necesario controlar la usura en el comercio y en los servicios, que planta el miedo a medio potrero para que el vaquero no alcance a llegar y sucumba. Calcule usted, estimado amigo de Opinando sin Política, cuanto gasta el país en factura de teléfonos celulares al año, y se asombrará. Si no puede hacer el cálculo porque no le dan la información, pídala, que está en su derecho. Yo entiendo que es del orden casi del presupuesto nacional. Y lo más grave es analizar lo que habla el salvadoreño común por sus celulares. En su mayoría, puro carburo. Toman fotos, se envían mensajes, leen sus correos electrónicos, chatean, entran en internet, fijan la hora y el clima de Groenlandia, y eso, cada media hora, para no abusar.
¿Pobreza? Probablemente. Pero más que eso, alienación, falta de sentido de país, falta de rumbo, pérdida de nuestro propio significado. Es una grave inversión de las necesidades: Hemos hecho, de las necesidades inducidas, nuestras propias necesidades existenciales, naturales; y de estas, algo subsidiario, complementario. Primero, el carro, después, comemos; primero, el celular, y si queda, la escuela; primero, el cable, si sobra, el medicamento; en el techo, una piedra sosteniendo la lámina, pero la antena de la TV, esa sí, bien puesta. Esa es la verdad. Entre esa verdad se mueven peligrosa y sigilosamente, la vanidad, el aparentar, ese complejo perverso de querer ser lo que no se puede ser y aparentar ser lo que no se es.
¿Qué decía Platón? Uno: Educación y cultura. Dos: Alimentación y salud. Tres: Techo y lecho. Cuatro: Vestido y calzado. Y cinco, (y esto ya no lo decía Platón porque él desconfiaba de los sentidos, de las apariencias, pero sí Santo Tomás, y por eso me permito agregarlo): Sentido común. Este último es el más difícil, porque no lo da la computadora, que por cierto, por que no tiene sentido común no puede sustituir a nuestra mente, y menos a nuestra conciencia.
Cuando estas cinco necesidades estén plenamente cubiertas, ¡dejaremos de ser pobres…………….y también dejaremos de estar alienados!
¡Cuánta razón tenía el Chava Flores con su Bartola, quien recibía de su marido esos dos pesos, precisamente para pagar la renta, el teléfono y la luz, aunque el sobrante se dedicara a puros alipures y los propios gastos de la susodicha!
Por eso, yo digo:
Pueblo, ¡Rechaza las discusiones ligeras!
Pueblo, ¡Cuidado con los cantos de sirena!
Pueblo, ¡Levántate y anda!
Pueblo, ¡Decídete por el cambio! ¡Anida la esperanza!
¿De política? ¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
oooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!
¿Para qué?
De estas, y de otras cosas, seguiremos hablando, si Diario Co Latino me lo permite.
Opiniones
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Editorial
FMLN frena locura de la derecha política
A raíz de que la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia resolviera a favor de un Recurso de Inconstitucionalidad, presentado por el reconocido abogado Félix Ulloa hijo, hubo diputados que no solo opinaron en contra de la resolución del máximo órgano de justicia, sino, que, además, buscaron correlación para analizar la destitución de cuatro de los cinco magistrados que votaron a favor, o cambiarlos de sala.publicidad
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