Escrito porLuis Alvarenga. 17 de Marzo. Tomado de Raices.
El libro Los conceptos elementales del materialismo histórico, que cumple cuarenta años desde su primera edición, es un ejemplo de los aportes que ha dado su autora, Marta Harnecker, al movimiento revolucionario salvadoreño. El libro en cuestión circuló durante los ochenta gracias a ediciones que hacía la Universidad de El Salvador. Es cierto que sobre este libro pesa la imputación de contribuir al “manualismo” de la izquierda y que a su autora le cuestionan la influencia del estructuralismo de Louis Althusser.
Ambas descalificaciones soslayan el hecho de que la obra de Harnecker es un referente importante para la izquierda latinoamericana y que, en todo caso, Los conceptos elementales nunca pretendieron ser un sucedáneo, sino, más bien, una invitación a la lectura directa de la obra de Marx. Por otro lado, en lo que toca a Althusser, debe recordarse que este es un autor cuyos avatares personales han servido como pretexto para no tocar sus libros. No estaría de más, por ejemplo, releer lo que plantea sobre las ideologías o sobre lo que implicó el pensamiento del autor de El capital en términos epistemológicos. Atacar al “maestro” para deslegitimar a la “discípula”, es simplemente un rodeo para confrontarse directamente con la obra de esta autora.
Es claro que, hasta hace muy poco, el conocimiento directo de la obra de Marx estaba muy restringido en el país. Los conceptos elementales del materialismo histórico proporcionaron para muchos un primer acercamiento al pensamiento del autor de El capital, el cual también figuraba en el Índice de los cuerpos represivos salvadoreños. Que muchos, por negligencia manifiesta y no tanto por razones de persecución o de tareas en el movimiento revolucionario, no tocaran ni con el pétalo de una rosa los libros de Marx, era algo que se salía de las manos de la autora chilena.
En 1994, Marta Harnecker visitaba El Salvador, invitada por una de las organizaciones del FMLN, las FPL, para participar en el primer congreso celebrado en la legalidad. Tres años antes, tener sus libros era suficiente para que alguien fuera declarado culpable de poseer propaganda terrorista.
La presencia de Marta Harnecker se daba en el contexto más amplio de la primera participación electoral del FMLN en comicios presidenciales. Sus palabras fueron oídas con ansia por parte de militantes del partido de izquierda y de grupos de estudiantes universitarios.
Si bien la socióloga chilena admiraba mucho la labor política de la izquierda salvadoreña, no por ello era condescendiente con sus carencias. Criticaba a algunas organizaciones por maniobrar como “aplanadoras” para imponer sus decisiones. A los estudiantes los urgió para que fueran directamente a las fuentes del pensamiento de Marx y Lenin.
Estos señalamientos se entienden a partir de su compromiso con las luchas revolucionarias latinoamericanas. Su vinculación con El Salvador está testimoniada con las entrevistas que realizó fuera del país, por obvias razones, con dirigentes del FMLN. Estas entrevistas sirvieron tanto para dar cuenta de las apreciaciones coyunturales de estos dirigentes como para articular sus propios planteamientos acerca de la táctica y la estrategia de los movimientos revolucionarios, así como el surgimiento de sujetos revolucionarios distintos al “proletariado”. A la vuelta de los años, son un material documental importante para construir la historia de la izquierda salvadoreña narrada desde la perspectiva de sus dirigentes. De lo contrario, mucho de esta perspectiva se encontraría echada al olvido. Con muchas salvedades, la producción teórica de la izquierda marxista sigue siendo escasa en el país.
Por ejemplo, el libro Pueblos en armas —que se convirtió prácticamente en un “incunable” hasta que el sitio de Internet Rebelión lo colgó en su portal—, recoge entrevistas con Salvador Cayetano Carpio, Schafik Handal y Joaquín Villalobos en los primeros años de la guerra civil.
Los dos primeros fallecieron. El último viró para la orilla derecha. Lo que tienen en común es que tanto sus acciones políticas como sus posturas necesitan un abordaje crítico y ubicado de forma contextualizada.
Por supuesto que el aporte que Marta Harnecker le ha dado a El Salvador no termina en los libros que hizo con las entrevistas a muchos dirigentes del FMLN. Es importante el hecho de que la pensadora chilena ha tomado muchos de estos puntos de vista para teorizar, de forma dinámica, sobre los problemas de los proyectos revolucionarios, tanto antes como después del “deslumbre”, como le llamaba Narciso Isa Conde, producido por la crisis del socialismo real.
La obra de Marta Harnecker pone en relieve la necesidad de construir, tanto la historia del movimiento revolucionario en El Salvador, sino también de teorizar acerca de las transformaciones sociales en el país. Esta no es sólo una exigencia académica, sino una necesidad para el mismo movimiento revolucionario
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