Y para más se dan casos de absurdo patético, como el de la jueza que pretende castigar una foto porque invadió la “intimidad” de un “niño” que mataba sin tapujos en plena calle y a la vista de cualquiera.
Escrito por Editorial. 19 de Marzo. Tomado de La Prensa Grafica.
Muchas de las cosas que vemos en el ambiente parecen marcadas por el sello de lo inverosímil, y lo que eso evidencia es que la dinámica de los hechos no está regida aún por una lógica racional que permita ir articulando la evolución que se vive prácticamente en todos los órdenes de nuestra realidad. Los subprocesos políticos, económicos y sociales necesitan, más que nunca, integrarse en esa lógica que permite no sólo darle sentido al avance, sino aprovechar todos los recursos humanos y financieros disponibles, que siempre son pocos, y también ir evitando traumatismos coyunturales, como los que se dan a diario en el ámbito nacional.
Ese déficit de racionalidad se manifiesta de muchas formas. Por ejemplo, el tratamiento de las cuestiones de seguridad parece, hasta hoy, totalmente desligado de lo que la misma realidad demanda, ya casi a gritos. Lo racional y razonable sería ir a la raíz del fenómeno, y desde ahí levantar cuanto antes el proyecto. Un caso verdaderamente dramático es el de los menores delincuentes. Entre los tapaojos de los “garantistas” y la rigidez de los “punitivistas”, el bullicio impide ver el verdadero problema: cómo corregir de veras a los descarriados que ya se volvieron criminales y cómo ir secando los caldos de cultivo de todas estas distorsiones. Y para más se dan casos de absurdo patético, como el de la jueza que pretende castigar una foto porque invadió la “intimidad” de un “niño” que mataba sin tapujos en plena calle y a la vista de cualquiera. Y es que si no hay sentido común, ¿cómo puede haber lógica jurídica?
La racionalidad bien entendida y, sobre todo, bien aplicada, indica que la realidad es la que, al final de cuentas, constituye el factor básico. No atenderla es perderse.
A más dificultades, más cordura
Cuando las cosas aprietan y los hechos abruman, es más necesario el aporte de las cabezas frías. Es decir, hay que hacer un ejercicio nacional de cordura, para no permitir que la vorágine de las dificultades nos encierre en su remolino. La necesaria cordura no significa, desde luego, renunciar a la sana pasión por mejorar las condiciones de la realidad y por conducir de manera sensata eso que, en término equívoco, se viene llamando “cambio”, y que debe ser el compromiso con una dinámica nacional cada vez más responsable, sensible y efectiva.
Y para esto se requiere, además, ir cuidando mucho las señales, para no aumentar el cúmulo de confusiones que ya están en circulación. Por ejemplo, cuando el Presidente de la República dice que “no le interesa perseguir a los corruptos”, ¿qué quiere decir? Porque, para empezar, a ningún Presidente le corresponde perseguir a nadie: para eso están los entes competentes. No es cuestión de exhibicionismo, sino de imperio de la ley. Y, además, al reconocer que hubo funcionarios corruptos en el pasado, la declaración se vuelve aún más incomprensible.
Es muy importante que haya más coherencia en todo sentido, no sólo en lo que se hace sino también en lo que se dice, para que el ambiente se vaya clarificando y saneando de equívocos o ambigüedades. Lo que necesitamos es trabajar en común, de la manera más normal y reposada posible, para que la turbulenta realidad no siga arrastrándonos.
Hay algo que diga que el deficit ha disminuido?
ResponderEliminarNada en nuestra vida ddiaria nacional indica lo que vamos ganando racionalidad. Nada