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2010/03/05

LPG-Necesitamos claridad, confianza y efectividad

 Hay que tener claridad para desplegar efectividad. Y, como atmósfera básica, se requiere confianza. Necesitamos urgentemente esas tres cosas juntas: claridad, confianza y efectividad. Ninguna de ellas viene por sí sola, por efecto de algún conjuro político.

Escrito por Editorial. 04 de Marzo. Tomado de La Prensa Grafica.

La sensación que prevalece en el ambiente es que la realidad se nos ha venido encima, en prácticamente todas sus formas, lo cual produce un sentimiento generalizado de urgencia, que demanda acciones organizadas y efectivas a partir de diagnósticos realistas y concluyentes en lo político, en lo económico y en lo social. Por ahora, dos de esas urgencias sobresalen de manera notoria: la reactivación económica y el tratamiento de la inseguridad. Si en esas dos áreas se vieran no sólo señales precisas, concretas y suficientes, sino mecanismos de acción que correspondan en serio a lo que se da en el día a día del vivir ciudadano, podría empezar a notarse una dinámica positiva en todos los órdenes, que conduciría a sentir que estamos saliendo de veras hacia delante.

Pero por hoy la impresión que da es que hay mucho desconcierto, principalmente en los niveles más altos de la conducción nacional, tanto pública como privada. La misma proliferación de propuestas sueltas, que, como es ya tradicional en el ambiente, no pasan de ser sumas de medidas de presunto efecto inmediato, demuestra que no hay aún una nueva y necesaria reconversión de las visiones, de las estrategias y de los procedimientos para tratar el fenómeno real. Cambiar este orden de cosas es lo que corresponde a iniciativas como la del Plan Quinquenal, que está empezando a consultarse.

Hay que tener claridad para desplegar efectividad. Y, como atmósfera básica, se requiere confianza. Necesitamos urgentemente esas tres cosas juntas: claridad, confianza y efectividad. Ninguna de ellas viene por sí sola, por efecto de algún conjuro político. Es indispensable sentarse a trabajar en las tres, con responsabilidad, apertura y participación.

LAS ESTRUCTURAS DEBEN RESPONDER

Y cuando hablamos de estructuras, nos referimos aquí directamente a las estructuras estatales. Es en tiempos de crisis, como éstos, cuando las estructuras se ponen más en evidencia. Y por eso hoy es más oportuno que nunca puntualizar que el Estado es en buena medida obsoleto, para empezar por el hecho de que está viciosamente centralizado. Fuera de los límites del área metropolitana, en realidad no hay Estado, salvo en sus expresiones locales, que siguen siendo muy débiles, justamente por el lastre de centralismo que padecemos. La reforma del Estado se vuelve entonces imperiosa, y no para darle atribuciones que no le corresponden, sino para asegurar que cumpla bien aquéllas que evidentemente le tocan y que por hoy cumple a medias, cuando bien va.

Hay datos que grafican lo anterior, como decir los niveles de ejecución de la inversión pública, que siguen siendo calamitosos. Cuando se habla de allegar más fondos al erario público, lo que se produce es una reacción inmediata de duda, porque si se va a continuar alimentando una cañería tan defectuosa, ya uno puede imaginar en qué va a terminar el esfuerzo; y esto es hoy más grave, porque para el financiamiento se sigue acudiendo a la deuda, que genera riesgos colaterales muy graves, para el presente y para el futuro.

Todo esto debe ser considerado en función del interés general, y, por ende, debería formar parte de una reflexión compartida entre la institucionalidad y la sociedad. Una reflexión que tendría que hacerse ya, para no seguir acumulando errores.

Necesitamos claridad, confianza y efectividad

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