Llevando el asunto a sus extremos, la Asamblea no debe pasar legislación indicando la forma en que un cirujano tiene que efectuar operaciones de corazón abierto
Editorial. 03 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.
El decreto aprobado por la Asamblea Legislativa que suprime el llamado "cargo fijo" de la telefonía tiene una sola utilidad: demostrar que los augustos diputados, padres de la Patria, legislan sobre asuntos de los cuales no saben nada. Antes de aprobar el decreto ninguna de las partes involucradas, las empresas telefónicas, fueron convocadas para conocer del asunto, ilustrarse sobre los pros y los contras, enterarse de la historia de la telefonía desde que fue eliminado el monopolio estatal, documentarse.
Legislaron a oscuras, vendados de los ojos, en olor de ignorancia. Actuaron como el que firma un documento sin haberlo leído, el que pone las huellas digitales sobre el escrito que no es capaz de comprender.
Como decían las señoras de antes: ¡Aliviados estamos!
La discusión ha caído en medias verdades, en argumentos que no describen la realidad completa. Lo que toca a la Asamblea es analizar con seriedad las observaciones hechas por el Ejecutivo al devolver el decreto y no tratar de pasar por encima de esos reparos a pura fuerza numérica.
Pero más que eso, lo propio es que un cuerpo político, pese a desvelarse sin tregua para beneficiar a "el pueblo", deje de meterse en asuntos técnicos y deje de usurpar competencias que no le corresponden. El mejor favor que pueden hacer a "el pueblo" es respetar la organización del Estado. Sólo cuando un ente cae en manos de salvajes es que debe la Asamblea intervenir, no para asumir funciones ni meterse a decidir sobre asuntos técnicos, sino para restablecer la cordura. Llevando el asunto a sus extremos, la Asamblea no debe pasar legislación indicando la forma en que un cirujano tiene que efectuar operaciones de corazón abierto.
"Los costos" son propiedad intelectual
Del embrollo creado ya salieron verdaderas joyas, como proponer que las tarifas de la telefonía, o de lo que sea, se fijen de acuerdo a "los costos".
No hay "costos", sino que cada actividad se rige por un cúmulo de factores que en parte son propiedad intelectual, por la inventiva de sus propietarios o impulsores, por saberes especializados que no se pueden divulgar pues es pasar bienes de uno al poder de otros. La fórmula de la Coca Cola, el más famoso ejemplo, no se va a entregar a los inspectores de Salud para que ellos la evalúen; los "costos" dependen del acierto o fallas con que una empresa emplea tecnología, paga por ella y monta la estructura de operación. Los costos son la clave para el éxito o el fracaso y, por tanto, son patrimonio privado.
Si las tarifas de cualquier servicio se fijaran por "los costos", las burocracias caerían en la pretensión de ver libros, examinar procesos, escudriñar lo que hace cada ciudadano. Eso equivale a destruir la esfera privada, aunque se trate de servicios públicos, pues lo de público lo determina el tamaño del mercado, no otro factor.
La única y mejor forma de servir a "el pueblo" y de reducir costos, es a través de la competencia. El mercado de la telefonía se estructuró como un mercado de competencia para reducir la posibilidad de que se crearan monopolios. Las pésimas experiencias que tuvo El Salvador y el mundo con la telefonía en manos de monopolios estatales fueron terribles, como se demuestra que de medio millón pasamos a ocho millones de líneas al privatizar los servicios.
elsalvador.com :.: Se meten a legislar sin saber nada del tema
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