Escrito por Manuel Hinds. 19 de Marzo. Tomado de El Diario de Hoy.
Es muy común escuchar que hay que subir los impuestos porque la carga fiscal de El Salvador —el cociente obtenido al dividir los impuestos pagados en el país por la producción total (el Producto Interno Bruto, PIB)— está entre las más bajas de Latinoamérica. La gente acepta esto como si supiera lo que significa, imaginándose que el tener una carga fiscal menor que las de otros países tendría que generar una inferioridad en el país. ¿Qué tan cierto es esto?
Las gráficas adjuntas contestan esta pregunta en dos dimensiones en las que la gente piensa que la carga fiscal puede tener un impacto: la tasa de crecimiento de la economía (imaginando que al cobrarse más impuestos se promueve la generación de riqueza) y la distribución del ingreso (imaginando que la mayor carga fiscal permite al gobierno pasar dinero de los ricos a los pobres).
La gráfica 1 compara la recaudación promedio de 1998 a 2008 como porcentaje del PIB con el crecimiento del PIB promedio del mismo período. Como se ve en la gráfica, no hay ninguna relación entre ambas variables. Si la hubiera, los países se verían formando una línea ascendente, en la que mayores recaudaciones llevarían a mayores crecimientos. En vez de una línea de este tipo, lo que se ve es una pelota de datos que no siguen una tendencia.
Hay países que tienen más carga fiscal que otros y crecieron más que estos (como Chile y Ecuador), pero hay otros que, teniendo cargas fiscales mayores, crecieron menos. Panamá, por ejemplo, tiene una carga fiscal menor que la de El Salvador, sin embargo creció más en promedio en la última década. Igualmente, Brasil tiene una carga fiscal mucho mayor que la de El Salvador, pero creció bastante menos que El Salvador de 1998 a 2008. La carga fiscal de Perú es menor que la de Bolivia, pero creció mucho más durante la década. República Dominicana tiene una carga fiscal mucho menor que la de Uruguay, y sin embargo creció mucho más.
El análisis matemático de esta relación demuestra que no hay ninguna relación entre crecimiento económico y la carga fiscal. Igual pasa con la distribución del ingreso, mostrada en la gráfica 2. Como se ve en la gráfica, tampoco se puede discernir una relación entre la recaudación de impuestos y la distribución del ingreso. No hay una línea o algo que se le parezca sino, como en la gráfica anterior, sólo una pelota de datos sin forma. El Salvador, por ejemplo, recauda mucho menos que Brasil, sin embargo, tiene una distribución del ingreso más igualitaria. Igual pasa entre México, que recauda mucho menos que Honduras, pero tiene una distribución más igualitaria, o entre Costa Rica y Chile (la primera recauda menos pero tiene una distribución más igualitaria que el segundo), o entre Uruguay y Argentina.
Todo esto no implica que el gobierno no pueda tener efecto en el crecimiento económico o en la distribución de sus beneficios. Lo único que dice es que el volumen de impuestos pagados por la población no tienen ningún efecto en el crecimiento o la distribución de los ingresos. Lo importante no es el volumen de recursos que se le transfieren al Estado sino la eficiencia con la que el gobierno use dichos recursos. Siendo que éste es el tema más importante, es el que debería de ser el centro de atención en la discusión sobre el pacto fiscal que el gobierno quiere promover. La idea del gobierno parece ser usar el pacto como un vehículo para aumentar la recaudación; lo ideal del país debería de ser usarlo para darle transparencia y eficiencia a los gastos gubernamentales. La deplorable situación actual de la administración pública es una de las manifestaciones claras de un mal manejo de los recursos fiscales. El gobierno debe mejorar este manejo antes de hablar de recibir más recursos de parte de los ciudadanos.
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