Texto y fotografía Miroslava Rosales.18 de Marzo. Tomado de Contra Punto.
SAN SALVADOR - Su canto retorna a nuestros corazones, un canto guardado por años en el arca de la memoria. “Bello amigo, atardece...” es el nuevo libro de Ricardo Lindo, esta vez bajo el sello de Índole editores. Poemas que recorren el homoerotismo, la guerra, con transparencia, sencillamente humanidad. Así nace un fruto de este escritor nacido en 1947, quien nos deja entrar a los recuerdos de su residencia en Chile, Colombia y luego El Salvador cuando decide quedarse tras volver de Europa.
¿Cómo ha sido la recepción del libro?
Pues comentarios, en realidad, casi no han habido. [Y dramatiza las situaciones] Ah, felicitaciones, qué bueno, muchas gracias. Vaya está bueno. [Ríe como aquel que ha hecho una travesura].
¿Cómo entra en contacto con Índole Editores?
Ellos me contactaron, pero hace tiempo porque querían reeditar mi primer libro XXX, un libro de cuento. Pero ya de ahí se quedó la cosa, pasaron los años. Estaba tratando de publicar este libro, pero no era posible. Cada vez habían más trabas. Total que ha tardado sus tres años antes de ver la luz el libro.
¿Con la Dirección de Publicaciones no tuvo oportunidad?
Ya con la Dirección francamente... si la última vez me tuvieron un libro como siete años antes de verlo publicado*.
¿Qué libro fue?
El canto aún cantado, una novela sobre la vida del rey Salomón.
¿Cómo usted descubre su vocación poética?
Pues desde chiquito, o sea, sí, en el colegio nos ponían a hacer composiciones y yo era quien siempre ganaba, el que tenía el mejor trabajo en las composiciones.
He escuchado que la imaginación estuvo muy presente en su infancia...
Sí, me inventaba locura y media.
Una anécdota de ese tiempo...
Bueno, yo vivía en Chile y teníamos un club cultural [y entona como un rey] Alonso García, unos bichos de diez años. Entonces, ya tenía yo la cosa cultural ensartada en la cabeza.
Hacíamos obras de teatro. Hacía que todos mis hermanos, los vecinos se disfrazaran. Era bien simpático. Pero sí había otra gente bien pilosa también.
Estaba mi amigo de infancia, sigue siendo mi amigo aunque ahora muy a la distancia más cercano era Sergio Trabuco, que ahora es director de cine chileno y que fue director del Festival de Viña del Mar. Y teníamos otro amigo también y que está muy pendiente, él se ha metido mucho en cosas de cinematografía.
¿En Colombia de la casa que era embrujada?
El señor había hecho una casa muy elegante, el dueño de la casa, pero murió antes de terminarla. Entonces, nadie la quería alquilar, por eso se la dieron a mi papá, que claro una embajada de El Salvador nunca tiene dinero, entonces tener podía tener una casa elegante sin mucho dinero.
Yo dormía en el cuarto que el señor había destinado para sí, entonces varias veces me pasaron cosas. A veces me pedían que me saliera porque llegaban huéspedes, y me pasaban a dormir con mis hermanos. Y a los huéspedes también le pasaban cosas. Les abrían la puerta en la noche aunque echaran llave, oían pasos en la escalera y salían a ver y no había nadie. Había una sala de billar y sonaban las bolas del billar y no había nadie. Una vez oí quebrarse una cristalería entera y estaban mis papás abajo conversando. Y me dije tengo sueño hay mañana averiguo qué pasó. Y no había tal, no se había roto ni un vaso.
¿Y aún así usted dormía solo?
Sí. No era un fantasma que sintiera agresivo u ofensivo, era un buen fantasma, un fantasma domestico.
Al menos en uno de sus poemas identifico una relación con su padre...
No, nunca lo hablamos, porque de esas cosas eran tabú. Pero él era sumamente homofóbico. Y entonces, ese fue el fondo del asunto. Nos agredíamos pero ese tema no se tocaba, verdad.
¿De su padre qué es lo que más recuerda?
Era alguien con un gran sentido del humor, muy neurótico. Se enojaba con mucha fuerza. Pero alguien con quien podía pasarte todo menos aburrirte, porque era de repente era muy divertido. Al papel higiénico le llamaba serpentina anal, pues sí. Cuando se levantaba en la mañana le pedía a mi mamá que le pasara sus sandalias y su túnica, o sea, la bata y las pantuflas. Era muy imaginativo.
Tenía muchos amigos que llegaban a la casa, entonces, las conversaciones eran muy interesantes. Pues entre sus amigos había gente muy importante. En Chile, estaba Jorge Délano, conocido como Coke, un caricaturista que fue de los pioneros del cine en Latinoamérica.
Habían poetas grandes como Jorge Rojas, Nicanor Parra. Y así por donde íbamos fuimos conociendo gente muy relevante.
¿Con su madre cómo era la relación?
Ella muy adorable, siempre queriendo tratando de quedar bien con el gato y el ratón. Aún ahora ella todavía vive, pero no se da mucho cuenta de lo que sucede a su alrededor, pero si uno va y la toca se le queda viendo a uno con una ternura tan grande.
¿Con sus hermanos ha sido cercano?
Depende porque muchos años viví solo en Europa. Yo vivía primero en Madrid después en París, pero tengo un hermano que se fue a vivir a Alemania, entonces, nos veíamos. Según las circunstancias, me iba relacionando con uno o con otro.
Hubo un tiempo que pasé en Madrid en la casa de mi hermana Irma Ruth, que se casó con un español, que es como un hermano.
El tiempo de la guerra cómo lo vivió. Es más, usted nos leyó su poema Rabia, motivado por su deseo de partir...
Sí, estaba descontento con todo lo que estaba pasando. Yo llegué cuando la guerra no comenzaba todavía, allá como en el 78. Entonces, de repente todos los amigos se fueron o unos a la guerrilla o otros fuera del país. Y me quedé solo, como si hubiera caído en otro país. Y pues fue un momento penoso, saber que la gente moría, y que uno no compartía...yo no estaba realmente de la guerrilla, pero casi todos mis amigos eran del gente de izquierda, el mundo de arte ha sido muy izquierdoso.
Uno vivía en continua zozobra y con el alma hecha pedazos.
¿Y digamos a usted cómo lo consideraban por no haberse incorporado a la guerrilla?
Trataron de jalarme para allá, para acá, pero haberme mantenido así más al margen también me permitió esconder a la gente que huía, ayudar a sacar documentos falsos para que la gente se fuera del país antes que la mataran. Eso tuve ocasión de hacerlo. Me alegro de que haya podido hacer eso.
¿Y al final por qué no se fue?
No pude, no pude, ya había echado raíces de nuevo. Tras 14 años de estar en Europa, y encontrar que al fin había un país donde yo no era el extranjero... muy difícil dejar eso. Como te digo, hubo ese momento de desconcierto, por sentirme extranjero en mi propio país.
Su libro Bello amigo, atardece... vemos que obviamente está presente el tema homoerótico... ¿qué nos podría decir de esta decisión, de su estilo de vida, tomando en cuenta que vivimos en una sociedad conservadora como la nuestra?
Bueno, yo creo que es importante romper esquemas cuando se trata de la libertad, que es el fondo del problema. Entonces, por eso he asumido esto, y ahí sí ha habido costos, por supuesto. Hay gente que me ha rechazado obviamente, incluso dentro del ámbito familiar. Pero creo necesario crear un mundo más libre, para la gente que viene tras uno. En otro tiempo, me hubieran matado en la calle.
¿Y digamos su declaración como homosexual en qué momento se da?
Es un momento tardío de mi vida. Tendrá lugar hará unos... no sé cuándo escribí Injurias, el primer poema que lo publiqué en el Latino, eso habrá sido hace unos seis, siete años.
¿Y cuáles fueron las reacciones?
Pues... en ese momento no hubo gran reacción, después cuando ya salió en forma de librito, más bien salió como una plaquette, es muy pequeño. Pero sí hubo presentaciones públicas, y entonces se acercó bastante gente y las reacciones me sorprendieron. Fueron mucho más los que aprobaban que los que desaprobaban. Creía que iba a ser un éxito de escándalo. Hasta cierto punto me decepcionó que no hubiese habido éxito de escándalo.
De los poemas propiamente de su nuevo libro, ¿cuáles son los que más afecto le tiene?
Este que leí ahora del río de plata y gris es uno de los que más me gusta, porque fue una cosa muy bella. Fue un sueño...yo iba efectivamente en la canoa, por ese río pausado y maravilloso entre los árboles, y sentía que no debía pensar, que al menor momento que yo emitiera un pensamiento la canoa se iba a hundir. Entonces iba bloqueando el pensamiento, pero no pude. Pensé qué bello es esto. Y me desperté. Y entonces traté de retener la sensación mientras duraba. Me apuré a escribir, quedó por lo menos un reflejo de lo maravilloso del sueño.
Y esta última parte del libro, que le da nombre al libro, ¿cuándo inicia el proceso creativo?
Ahí hay poemas para varias personas, para tres concretamente. Uno es ya de hace mucho tiempo... un poema que viene de allá por el 86. Los otros son relativamente más recientes.
*Fue entregado cuando estaba la Dirección a cargo de Claudia de Mata
Ricardo Lindo: “Es importante romper esquemas cuando se trata de la libertad”
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