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2009/09/14

Los primeros pasos

Editorial. 14 de Septiembre. Tomado de El Faro.

Los primeros cien días del gobierno de Mauricio Funes coparon los medios de comunicación en una especie de ritual de evaluación de los primeros pasos de un gobierno. Este, el primero de la izquierda, tiene aunque sea solo por ello un atractivo particular.

Funes recibió un gobierno con finanzas débiles, en medio de una seria crisis política, de seguridad pública y económica, a lo que se agregaba la incertidumbre de las acciones emprendidas por un candidato y presidente electo que se había mostrado moderado pero cuya primera prueba de fuego arrancaba el primero de junio.

Su rol discreto en la crisis hondureña, a pesar de las presiones de algunos vecinos del área, le ha ganado también respeto en la comunidad internacional, dejando claro, al menos en su arranque, que El Salvador no pretende jugar a los bloques ideológicos en que algunos quieren separar al continente. Ello le ha permitido también calmar las ansiedades generadas en muchos sectores conservadores y de derecha en el país.

En términos políticos, el gobierno de Funes ha salido bien librado. El presidente no solo ostenta altas calificaciones en todos los índices de popularidad, sino que ha sabido ya alzarse, en el imaginario público y en el ejercicio político, por encima de su partido y del sistema de partidos en general. Así lo demuestran su rol en la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y el reconocimiento de la oposición, que incluso le pidió intervenir también en la elección del fiscal. Ello le ha permitido también ganar fuerza para iniciar ya una serie de medidas que, aunque escasas e insuficientes, son importantes.

Acaso la más notoria es la decisión de terminar con el subsidio a los grandes exportadores, mal llamado “draw back”, que generó duras reacciones entre los dirigentes gremiales de la empresa privada; y el inicio de estrategias para apoyo a la mediana y pequeña empresa como importante medida no solo frente a la crisis económica, sino para el avance a una mejor distribución del ingreso nacional y la disminución de la pobreza y la brecha de inequidad.

Es en materia de seguridad pública en donde Funes parece ahora más débil. Si bien es imposible solucionar en tres meses el caos dejado por la negligencia de las autoridades del anterior gobierno, tambipen es cierto que el avance del crimen organizado se ha hecho especialmente patente en los últimos meses, y requiere de una habilidad extraordinaria del gabinete actual para actuar de inmediato con medidas concretas mientras termina de elaborar una estrategia a mediano y largo plazo.

El reciente asesinato del fotoperiodista Christian Poveda, y el presunto involucramiento de al menos un agente policial en el homicidio, obligan a hacer una nueva reflexión sobre la dimension de las pandillas en El Salvador pero también sobre los niveles de involucramiento de la corporación policial en actividades de crimen organizado, que en el último año han revelado ser mayúsculas, a todos los niveles, y en diversas organizaciones y actividades ilegales.

Funes y su gabinete pueden seguir diciendo que el problema lo heredaron, pero es a ellos a quienes les toca responder a la ciudadanía en momentos de angustia y de ansiedades por respuestas urgentes. En esto, en materia de seguridad, ni se ha hecho lo suficiente ni se han coordinado debidamente los esfuerzos.  El problema es urgente, y no podemos seguir esperando a que el equipo de seguridad termine de adaptarse y de limpiar la casa que les dejaron.  Ello requiere una gran dosis de crreatividad y debería incluir, a mediano plazo, sentar las bases para la reconstrucción de un tejido social roto en la mayor parte del territorio.

Desde el primero de junio, funcionarios del gobierno han aparecido en medios de comunicación denunciando hallazgos de corrupción de la administración anterior, pero pocos han presentado pruebas y menos aún han judicializado sus denuncias.  Particularmente las autoridades de seguridad pública, tanto el ministerio como la policía, deberían proceder abiertamente denunciando los casos y desatar una verdadera investigación a fondo que permita separar y juzgar a quienes han defraudado a la nación y devolver la confianza a los ciudadanos en las instituciones responsables de velar por nuestra seguridad.

Pero ello pasa también por solucionar el problema de las comunicaciones del actual gobierno. Sin estrategia, sin lineamientos y sin definición de mensajes claros, será difícil que el nuevo gobierno llegue a la población generando la confianza que Funes demanda hoy a los medios de comunicación. A su gobierno le toca liderar el esfuerzo por la participación de todos en el combate al crimen y la violencia.

Han pasado ya cien días, una medida arbitraria para evaluar el arranque de un gobierno, pero suficiente para tener un primer esbozo de los aciertos y los fallos de una administración. Suficiente material para corregir, y comenzar a brindar respuestas.

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