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2009/09/08

Los primeros 100 días de la alternancia

En las mediciones de popularidad presidencial de los 100 primeros días, lo que se percibe es que la ciudadanía sigue confiando en que el gobernante actual responderá al gran compromiso asumido.

Escrito por Editorial. Martes 08 Septiembre. Tomado de La Prensa Grafica.

Ya es costumbre hacer algún tipo de medición cuando se cumplen los primeros 100 días de una gestión gubernamental. Antes se hablaba de “luna de miel” de las semanas iniciales, como una especie de compás de espera para ver el nuevo curso de las cosas. Pero en estos tiempos de extraordinaria aceleración, el compás de espera tiende a convertirse en apremio de expectativas. Y esto lo vemos en realidades políticas tan diferentes como pueden ser la de Estados Unidos y la de El Salvador. En todas partes, lo que la realidad reclama son definiciones, decisiones y acciones; pero esto, más allá de fechas, hay que balancearlo con lo que la misma realidad va haciendo posible sin rupturas contraproducentes.

En el caso de El Salvador, estamos inmersos –y no hay olvidarlo– en una alternancia política sin precedentes, que acaba por marcarlo todo. En primer lugar, tenemos que reconocer y aceptar que lo que está ocurriendo es muy distinto a lo que anunció la delirante retórica de campaña. Hay, para empezar, una especie de cauteloso tanteo en la gestión que acaba de instalarse, cuando se creía que ésta iba a llegar con un programa “pregrabado”, que hubiera sido lo más preocupante.

El Presidente Funes ha mostrado hasta hoy bastante independencia política, aun en un tema tan difícil como el de Venezuela, cuando muchos creían que iba a ser una figura de apariencia. El FMLN está también a la expectativa, igual que lo está ARENA, aunque por distintos motivos. No hay quebrantos mayores a la vista, de lo que habría que pasar a un ejercicio de fondo. Queda aún bastante incertidumbre, en todos los sectores políticos, económicos y sociales. Eso hay que superarlo cuanto antes, para que no contamine todo lo demás.

En todo caso, el tiempo apremia
En las mediciones de popularidad presidencial de los 100 primeros días, lo que se percibe es que la ciudadanía sigue confiando en que el gobernante actual responderá al gran compromiso asumido. Como hemos señalado en otras ocasiones, los salvadoreños somos tradicionalmente generosos al hacer evaluaciones sobre los desempeños presidenciales; por tanto, hay que apreciar la confianza, pero sin engolosinarse con ella, como hemos visto en experiencias muy recientes. Lo que verdaderamente importa es que la gestión pueda ser exitosa de veras, en los resultados y no sólo en las percepciones.

Para lograrlo, es indispensable una estrategia que abarque a todos los actores y comprenda todos los problemas. Estamos viendo ahora mismo un tipo de relación muy particular entre el Gobierno y el partido que lo llevó al poder. Ahora se habla de un “Gobierno de unidad nacional”, para distanciarse del concepto de “Gobierno de partido”. Y esto es aún más contrastante por el hecho de que en la Administración anterior la fusión entre Gobierno y partido llegó a personalizarse de tal modo que ya casi no eran identificables por su cuenta.

Desde luego, el balance está en el término medio: ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre. Ahora, pues, la correlación de fuerzas se ha vuelto más compleja, porque abarca las relaciones Gobierno-partido. En todo caso, este puede ser el comienzo de un nuevo ejercicio de equilibrio de poderes más acorde con las exigencias democráticas.

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