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2009/09/16

Los partidos deben dar ejemplo de democratización

Un régimen de partidos que cumpla sus requisitos básicos necesita un marco regulatorio definido; es decir, una ley de partidos políticos.

Escrito por Editorial. Miércoles 16 de Septiembre. Tomado de La Prensa Grafica.

En esta coyuntura política tan peculiar y decisiva que vive nuestro proceso nacional en ruta hacia la democracia definitivamente establecida y arraigada, el rol institucional de los partidos políticos se vuelve aún más determinante. Por mandato constitucional, los partidos son la única vía de acceso a la representación popular en el aparato público, y, por consiguiente, su función reviste una trascendencia insoslayable, en primer lugar para ellos mismos. Es por eso que la falta de una auténtica y efectiva institucionalidad partidaria constituye uno de los principales déficit del sistema.

Tanto ARENA como el FMLN, que son los dos partidos en estricta competencia, se enfrentan al desafío más o menos inmediato de renovación de sus estructuras copulares, y tendrán que hacerlo en este nuevo escenario en el que ha habido un cambio de posiciones significativo y desafiante. El FMLN es hoy gobierno, aunque sea con los matices que muchos señalan; y ARENA es hoy oposición, en condiciones totalmente distintas a aquellas en que lo fuera a finales de los años ochenta. Todos, pues, en cierta forma, están empezando a aprender sus papeles, en un escenario de alta complejidad.

Se empieza a hablar de los mecanismos para escoger direcciones internas. En ambos partidos crece la alergia a los procesos abiertos, dizque porque crean conflicto y división. Este es un pretexto para no encarar el verdadero reto: democratizarse internamente, con estructuras previsibles, mecanismos funcionales y dinamismos de renovación responsable, más allá de intereses de grupo, de voluntades todopoderosas y de apegos de supervivencia. Esa democratización sería el mejor ejemplo para la democratización nacional.

QUE LOS PARTIDOS LLEGUEN A SER TALES

La solución política de la guerra trajo, entre otras cosas de gran relevancia histórica, la posibilidad de una competencia política entre sujetos partidarios que representaran efectivamente lo que son. Por primera vez en el país, la izquierda pudo estar presente y ser actuante según su propia identidad, sin disimulos ni tapujos. En estos años transcurridos desde 1992, la competencia real se ha dado entre dos fuerzas muy poderosas y bien afincadas en todo el mapa nacional: ARENA, fuerza de derecha, y el FMLN, fuerza de izquierda. Y destacamos la palabra “fuerza” para enfatizar que aún no son instituciones como deberían ser, y esa es una deuda que ya no puede esperar.

Un régimen de partidos que cumpla sus requisitos básicos necesita un marco regulatorio definido; es decir, una ley de partidos políticos. En dicha ley tendrían que estar debidamente normados temas fundamentales como la definición de estructuras y autoridades, la financiación y la formación sistemática de cuadros. En las democracias bien fundamentadas, los partidos tienen una planta de eventuales ocupantes de posiciones de responsabilidad, estén en el Gobierno o en la oposición. Aquí todavía se anda a la búsqueda improvisada de personas cuando se llega al gobierno, y el partido que está en la oposición no es capaz de tener, por ejemplo, lo que se llama un “gabinete en la sombra”.

Los múltiples desafíos actuales deberían conducir a la institucionalización partidaria, ante el peligro de caer en la confrontación arbitraria. Es momento para que todos se ordenen.

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