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2009/09/16

La nota del día: Para que las cosas funcionen alguien tiene que responder

Es grave, como está ocurriendo en el Seguro Social y muchos ministerios, que la experiencia y capacidad se echen por la borda y en su lugar nombren a sujetos no calificados

Editorial. Miercoles 16 de Septiembre. Tomado de El Diario de Hoy.

Los dos principios fundamentales en los que se basa la democracia representativa, versus la ficción de una democracia directa, son, lo primero, que deben haber funcionarios y figuras que asuman la responsabilidad de actos y decisiones, mientras, lo segundo, que los asuntos públicos demandan para tratarlos, conocimientos especializados, investigación y debate. Ese saber, experiencia y sensatez en el escenario ideal, se pone al servicio de todos, como los descubrimientos de un científico muy pronto benefician a la humanidad.
En el tan enorme y complejo entorno económico, político, estratégico y social de la actualidad, nadie puede esperar que sean grupos de vecinos, pequeños comerciantes y sindicalistas, los que van a fijar rumbos y estructurar estrategias para un país entero. Un vendedor callejero, un artesano, un transportista sabe mucho de lo que le toca hacer y sabe cómo sobrevivir en su particular y ahora tan difícil circunstancia, pero carece de los más elementales conocimientos para comprender políticas fiscales o siquiera imaginar cómo se encara una crisis energética.

¿Queremos los salvadoreños que nuestras vidas, nuestro trabajo y nuestro futuro se definan o al menos se orienten por la ensalada de organizaciones que ya anuncian su participación en el pomposo pero aún inexistente Consejo Económico y Social?

Desde que hay sociedades las cabezas de gobierno, sus visires y favoritos, sus generales y sus sacerdotes, deciden pero también responden por sus actos, aun cuando, en el derecho medieval, el Rey nunca se equivoca (The King can do no wrong). Pero Cromwell decapitó a Carlos I y los franceses a Luis XVI. Esta semana un expresidente de Taiwan, Chen Shui-bian, ha sido condenado a cadena perpetua por robar apenas dieciséis millones de dólares, lo que debe hacer reír a Hugo, a Daniel, a los Kirchner y a otros: cadena perpetua "por tan poca cosa".

Sustituyen al experimentado por novatos

¿Quién responde por actos realizados por un consejo de cien individuos y representantes de fuerzas "sociales"? "¿Quién mató al comendador? ¡Fuenteovejuna, señor!"; no es posible ahorcar al pueblo entero, o al Consejo Económico Social, como lo señala Lope de Vega.

Pasemos a un hipotético escenario en el que complejas intervenciones quirúrgicas tienen que ser definidas no tanto por el cirujano, sino por una asamblea en la que participen, opinen y voten enfermeros, camilleros, contables y personal de limpieza hospitalaria. En el mundo real, los oncólogos no se meten a decidir sobre dolencias cardiovasculares o enfermedades de la matriz, aunque cualquier parchero o sobador se mete a tratar toda dolencia en un cantón.

La incesante propaganda de la extrema izquierda ha llevado a muchos a creer que no hay jerarquías intelectuales y profesionales, no hay capacidades especiales ni tiene mayor valor la experiencia: todo es cuestión de misteriosos privilegios para designar a los técnicos de un ministerio o llevar adelante una empresa.

Y como todo es, creen, obra de compadrazgos, privilegios, favoritismos y tráfico de influencias, es lícito echar a la calle a funcionarios experimentados y sustituirlos por miembros del partido y sus parentelas. Bajo ese mismo criterio se está montando un Consejo Económico y Social multitudinario que va a definir las políticas de Nación.

Es grave, como está ocurriendo en el Seguro Social y muchos ministerios, que la experiencia y capacidad se echen por la borda y en su lugar nombren a sujetos no calificados. Persignémonos todos, pidamos socorro a Dios.

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