En esta área de la Seguridad y la Justicia se requieren, sin duda, profundas e inaplazables reingenierías. En la Policía, en la Fiscalía, en el Órgano Judicial. Y en el enfoque.
Escrito por Opinión. Jueves 03 Septiembre. Tomado de La Prensa Grafica.
En el más reciente sondeo de opinión de LPG Datos se percibe un repunte de la preocupación ciudadana por la inseguridad reinante, en comparación con lo que arrojaban los sondeos inmediatamente anteriores a la toma de posesión del actual Gobierno, en los que la preocupación económica estaba en muy clara ventaja. Esto, como bien lo señala el análisis que acompaña la información sobre la encuesta, no es un reflejo mecánico de cifras: no es que la economía haya mejorado o que la inseguridad haya aumentado en términos concretos; es que la percepción sobre lo que está haciendo la Administración parece recoger con más confianza las acciones anticrisis que los manejos sobre el tema seguridad.
La cuestión económica es más controlable en un nivel de decisiones estratégicas y con un conjunto de medidas que administrativamente son capaces de incidir en diversos ámbitos de la situación, sean empresariales o ciudadanos. La inseguridad tiene que ver de manera directa con la acción de grupos que actúan fuera de la ley, como el crimen organizado en sus distintos tentáculos, así como con conductas antisociales y formas de violencia de naturaleza cultural, como es la intrafamiliar. Aunque las angustias económicas pueden llegar a ser devastadoras para el individuo y para la familia, la angustia por la inseguridad lo contamina todo, y crea una atmósfera de peligro que es muy difícil controlar.
La ciudadanía quiere y necesita señales que le permitan sentir que la autoridad está empezando a recuperar control. La crisis de confianza en la autoridad es lo más atemorizante que hay.
El corsé de las estadísticas
Parece estarse repitiendo lo que hemos visto por tanto tiempo: el juego de los números, que deja de lado las realidades de fondo. Este mes son 10 homicidios menos, este fin de semana hubo 15 homicidios más por esto y esto, de 11 homicidios por día hemos pasado a 10 homicidios por día... Los números mencionados son sólo para ejemplificar la práctica. Lo que la gente demanda no es ese tipo de juego de cifras, que es en el fondo juego de apariencias, pues la atmósfera de inseguridad sigue siendo densa al máximo. Lo que se reclama son acciones que ataquen la problemática como tal y que demuestren la debida eficacia. Res, non verba. Hechos, no palabras.
Y los hechos convincentes sólo pueden surgir de un proyecto completo de lucha contra una realidad que tiene raíces profundas, ramificaciones cada vez más extensas y efectos crecientemente destructivos. Un proyecto que haga posible que la autoridad, en sus diferentes expresiones orgánicas y administrativas, asuma la vanguardia propositiva y activa que le corresponde, en vez de aparecer en una especie de retaguardia sólo responsiva.
Es momento más que oportuno para enfrentar el desafío en ese nivel de actitud, de compromiso y de efectividad, precisamente porque la preocupación ciudadana al respecto les da a las autoridades el encargo de hacerlo de inmediato. En esta área de la Seguridad y la Justicia se requieren, sin duda, profundas e inaplazables reingenierías. En la Policía, en la Fiscalía, en el Órgano Judicial. Y en el enfoque. No hay tiempo que perder.
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