El reto de efectividad que ahora tiene el Gobierno es mayor que nunca, y en ese sentido el trabajo de articulación de proyectos y de cumplimiento de metas debe acelerarse al máximo.
Escrito por Editorial. Miércoles 02 Septiembre. Tomado de La Prensa Grafica.
Cuando las condiciones son especialmente complejas y difíciles, la atención sobre la gestión pública se vuelve más intensa, y los tiempos por consiguiente se van midiendo con más apremio. En el caso de la nueva Administración nacional, hay dos hechos que generan expectación y expectativas: el hecho de que éste sea el primer Gobierno que surge del gane electoral de un partido de izquierda, y el hecho de la crisis que nos azota y que va calando prácticamente todos los espacios de la realidad. Transcurrido este primer trimestre, es posible sacar al menos algunas conclusiones básicas de lo que puede ser el desempeño futuro del Gobierno y de las otras fuerzas en juego.
En el sondeo de opinión de LPG Datos referido a este momento, resalta el dato de que el Presidente de la República logra una calificación muy confortable. Ese 71% de aprobación —de algo a mucho— es indicativo de que se mantienen las expectativas favorables sobre lo que pueda hacer el Gobierno. Y hay que tener en cuenta que tal nivel de aprobación se da en una coyuntura en la que los indicadores económicos son tan negativos. Esto vuelve a demostrar que los salvadoreños, frente a la adversidad, somos capaces de mantener un espíritu positivo. Esa es una reserva moral ciudadana poco valorada.
Pero, desde luego, cuando la aprobación se funda sobre todo en expectativas, la responsabilidad de hacer que éstas se vuelvan realidad se redobla. El reto de efectividad que ahora tiene el Gobierno es mayor que nunca, y en ese sentido el trabajo de articulación de proyectos y de cumplimiento de metas debe acelerarse al máximo. El verdadero adversario que tiene hoy la Administración es el tiempo.
COHERENCIA Y EFICACIA
Es importante señalar que en estos tres meses transcurridos desde el 1 de junio hay cosas de fondo que habría que subrayar, para el entendimiento de lo que pasa y la previsión de lo que puede pasar: en primer término, el Gobierno ha venido demostrando criterio propio, más allá de las dependencias políticas, lo cual debe ser administrado muy inteligentemente en lo que sigue, para asegurar la estabilidad dentro del ámbito público; en segundo término, el hecho de que todavía no haya un programa de acción gubernamental definido en su integridad básica debería derivar en que dicho programa se construya bajo el concepto de la unidad nacional, que es lo que el país viene necesitando. Si lo primero se mantiene y lo segundo se logra, de seguro habrá muy buenas perspectivas para asegurar la estabilidad, indispensable para la recuperación y el desarrollo.
El tema de la negociación política, en el que venimos insistiendo de manera sistemática, hay que organizarlo debidamente. Y esa negociación, en su dimensión medular, es entre el Gobierno, el FMLN y ARENA. Los otros partidos deben también ser partícipes, pero si los tres actores mencionados no se entienden en lo básico, ahí se traban las carretas. Que se sienten en serio, que hagan pocas declaraciones previas, que no jueguen a los condicionamientos, que actúen todos con estricta seriedad en función de país. Todos serán juzgados por su compromiso concreto y actuante en esta hora crucial.
Han pasado tres meses, que son apenas la vigésima parte de este Gobierno. Es determinante garantizar la sana dinámica del futuro. La pelota está en la cancha de todos.
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