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2010/09/12

LPG-Información responsable

 El periodismo es un oficio que se basa en la credibilidad. En la medida que un periodista sea profesional, es decir, respeta a sus fuentes, busca la mayor cantidad de versiones posibles, se apega a los hechos y los contextualiza adecuadamente, en esa medida su trabajo gana credibilidad.

Escrito por Luis Laínez.12 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

Un periodista que no tiene credibilidad no vale nada, porque todo lo que produzca, aunque sea legítimo, tendrá una mancha tan oscura y profunda que bloqueará al espectador.

Sin embargo, para tener acceso a buena información, un periodista cultiva sus fuentes durante años. Para hacerlo, debe ser diligente, constante, esmerarse y tener la paciencia para visar y estudiar documentación, expedientes o realizar entrevistas. En pocas palabras, reportear mucho. Reportear mucho y sin cesar. Estudiar debe ser permanente. Y debe leer todo y de todo, para ampliar sus conocimientos.

También debe andar con los ojos y las orejas bien abiertos, atento a lo que sucede a su alrededor. Una grabadora es una herramienta útil, para dejar constancia de una declaración, pero el trabajo de un verdadero periodista no debe basarse exclusivamente en ella. Para una buena labor, una libreta y un lapicero son los mejores aliados. Además, recurrir a las notas acelera la labor de escribir un artículo.

No solo se trata de escribir lo que una fuente dice, sino también lo que pasa alrededor. Muchas buenas crónicas surgen de la atención que ponga el periodista de lo que está pasando. Y, en esto, una grabadora no nos ayuda mucho.

Pero nada de esto tiene sentido si el periodista no puede dominar la palabra escrita. El correcto uso del lenguaje y las reglas gramaticales ayudarán a crear un relato coherente y ameno. De nada sirve tener una gran noticia si se escribe con desgano, de mala manera o si lo que se escribe no se entiende.

Pero, además, los periodistas deben ser responsables con lo que difunden. Para esto hay que afinar el criterio. Hay que saber valorar el impacto que tendrá en la sociedad la divulgación de determinada información.

LA PRENSA GRÁFICA, hace ya más de cinco años, consideró que la divulgación de fotografías con violencia explícita o que mostraran los nombres de las pandillas no eran convenientes. Más que informar, se hacía apología de la cultura de la muerte. Se puede informar de un homicidio sin mostrar la sangre y sin hacer gala de detalles truculentos. La dignidad humana debe prevalecer ante todo.

Así que cuando esta semana dejaron de correr los autobuses debido a amenazas emanadas por los pandilleros, la postura editorial fue mostrar el fenómeno, pero sin sobredimensionar la capacidad de un grupo que está al margen de la ley.

Y cuando surgió “la invitación” de los pandilleros para asistir a una conferencia de prensa, la postura de LA PRENSA GRÁFICA fue no acudir, pues un medio de comunicación respetable y responsable no puede servir para que una banda de delincuentes siembre el terror. No se le puede dar beligerancia y legitimidad a un grupo cuya única finalidad es el crimen.

¿Acaso es importante dar espacio para que enmascarados presenten sus “exigencias”? ¿No es acaso más sobresaliente mostrar a la gente que desafió las amenazas y salió a trabajar y se movilizó como pudo, así fuera a pie, en pick up o en camiones?

Si el periodista valora su credibilidad, realmente no puede errar en su elección. Es cuestión de responsabilidad.

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