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2010/09/02

Co Latino-Ciencias Sociales y crisis social (2) | 01 de Septiembre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

René Martínez Pineda.02 de Septiembre. Tomado de Diario Co Latino.
(Coordinador General del M-PROUES)

En el segundo tiempo del siglo XX –en el marco de movimientos armados de liberación nacional, cuya mentora fue la Revolución Cubana- se señala la limitación de las ciencias sociales para explicar lo social con rigor matemático y monodiscipli-narmente y, en respuesta, éstas diversifican sus enfoques teórico-metodológicos (buscando su personalidad discursiva) para estudiar la realidad social como un todo.
Volviendo a esa perspectiva, hoy las ciencias sociales enfrentan el reto de sumar otras dimensiones de la realidad (rotura ambiental; violencia sin doctrina; no-identidad cultural; privatización de los servicios básicos y los deportes; preferencia sexual; ciudadanía jerarquizada; manoseo inconsulto del patrimonio cultural –ejemplo: monumento “El Salvador del Mundo”-; relaciones personales de cristal líquido; doble moral como ideología subyacente) que rebasan sus corpus teóricos comprensivos, y por eso requieren pasar del todo a la totalidad a través de la combinación dialéctica de saberes, desde lo transdisciplinario, para dar respuesta al caos societal.
Los análisis hechos en las áreas sociales –especialmente los que tienen como objeto de estudio al autoritarismo, violencia, desiguales relaciones de género, miseria, lenguaje como codificador de la cotidianidad y factor de exclusión social- dan cuenta de la urgencia epistémica que deberían tener las ciencias sociales por reinventar los enfoques teóricos, tanto para investigar como para redactar aprendizaje significativo, o sea: estructurar, sin liderazgo formal de ninguna, la estrategia de trabajo de las ciencias sociales (con los cuerpos teóricos como punto de unión del proceso científico) teniendo como referente niveles superiores de información-datos y a lo “dado-dándose”, lo que se logra cuando se concibe como científicamente válida la fusión de lo macro-micro, lo cuantitativo-cualitativo, lo estructural-coyuntural, el pasado-presente, en un despliegue erudito de conceptos.
Hacer lo anterior, es recoger toda la cosecha de las ciencias sociales, es decir, hacer de la nostalgia un argumento teórico, partiendo del hecho sociológico de que sólo hasta después de las revoluciones yankee (1776) y francesa (1789) -cuyo primer susto fue la Comuna de Paris (1871)- se consolidó el pensamiento crítico que le dio razón de ser a las ciencias sociales. Es en ese texto empírico que se reivindica a los que, en mi opinión, son los relatores de lo moderno (Marx, Weber y Parsons) que con su teoría dirruptivo-profana, el primero; moralista-comprensiva, el segundo; y estático-represiva, el tercero, trazaron el horizonte analítico barroco que signó al juicio científico sobre la sociedad. Esos clásicos siguen siendo validados por la Academia, aunque reconozco que, irónicamente, a ésta le resulta incómodo Marx, hasta el punto de satanizarlo por su insistencia en la transformación del mundo y el compromiso social de la ciencia, lo que si bien es una clara alusión ideológica, no es una alusión ideologizada ni apartada de los preceptos científicos.
Pero, el avance de las ciencias sociales, lo laberíntico de los problemas que consuetudinariamente sufre la sociedad, y la ruptura indocumentada de las líneas migratorias entre sus teorías, debe llevarnos a pensar nuevas lógicas de análisis, sin que ello implique perder de vista la especificidad de cada ciencia, o sea sin querer homogenizar o meter en una misma camisa de fuerza a los objetos de estudio. Entonces, hay que cuestionar hermenéuticamente el relato fundacional de las ciencias sociales, no porque haya perdido validez en tanto tal, sino por su comprensible limitación para incorporar en sus antítesis y tesis los nuevos hechos sociales: impacto de la cibernética y la tecnología; el poder de convencimiento ideológico de los medios de comunicación (especialmente la televisión e internet); la virtual homogenización cultural que le hace el juego a las mercancías homogéneas; la cotidianidad como país personal. Así, puede decirse que es vital que el pensamiento construido por los teóricos de las ciencias sociales entre, por las buenas o las malas, en una crisis de readecuación que lleve a trazar descolonizados paradigmas de comprensión social que sepan: cómo objetivar la subjetividad de los sujetos sociales contemporáneos, en tanto son ellos los que escriben los planes de nación en la hoja en blanco de las contradicciones sociales.
Si la sociedad tiene –más que en toda su historia junta- un gran cúmulo de líos sociales: ¿no es sensato que las ciencias sociales sean las pregoneras de la realidad? Si la sociedad se enfrenta a una serie de retos -tan profundos como desgastantes del erario público; tan coyunturales como estructurales- las ciencias sociales están obligadas, de oficio, a sugerir las formas de comprender y transformar lo social. Esos retos no son nuevos, son viejos e inmutables en el capitalismo, sin embargo, siguen siendo

Ciencias Sociales y crisis social (2) | 01 de Septiembre de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

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