Es claro que construir confianza exige una atmósfera favorable, en la que puedan irse desactivando recelos, prejuicios o resistencias. Y esto es indispensable en cualquier ámbito donde se quiera lograr algo positivo.
Escrito por Editorial.12 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica.
En el reciente viaje a Brasil, el Presidente de la República fue acompañado por un muy significativo grupo de empresarios nacionales; y allá, públicamente exhortó al empresariado del país a tener confianza para invertir y seguir contribuyendo al desarrollo de la nación. La respuesta de los empresarios ha sido positiva, en función de buscar las vías para trabajar en común en ese propósito superior. Y el factor imprescindible es justamente crear e instalar condiciones de confianza, como hemos venido sosteniendo sistemáticamente desde que la nueva Administración alternante tomó las riendas de la conducción del proceso.
El punto clave está en pasar de los buenos gestos a las realidades concretas y sostenibles. Es lo que llamamos institucionalizar la confianza. Y para que esto se dé se requieren algunas cosas básicas: que se parta de una visión de fondo sobre el país que sea compartible de veras; que se genere un clima de respeto que no se vea perturbado por reacciones emocionales del momento cuando las diferencias específicas aparezcan, como es natural; que haya un compromiso claro de construir entendimientos pese a las dificultades que se presenten en la ruta.
Es claro que construir confianza exige una atmósfera favorable, en la que puedan irse desactivando recelos, prejuicios o resistencias. Y esto es indispensable en cualquier ámbito donde se quiera lograr algo positivo. Por ejemplo, es de saludar con beneplácito el encuentro entre el Presidente Chávez y el nuevo Presidente colombiano Santos, que personalmente pueden rehacer un tejido relacional que ya estaba destruido por el choque personal frontal entre Chávez y Uribe. Si no hay un clima propicio, todo lo demás se va volviendo conflictividad oportunista, y esto es lo que hay que evitar para que las acciones positivas prosperen.
Hay que visualizar la perspectiva
Una de las más serias limitaciones para institucionalizar la confianza en el país es la incertidumbre prevaleciente sobre las agendas partidarias, de cara a los próximos eventos electorales de 2012 y, sobre todo, de 2014. En realidad, los partidos en el país nunca han sido capaces o nunca han tenido la voluntad de estructurar agendas propias de largo alcance, que permitan tener claro qué podría esperarse cuando a cada quien le vaya tocando el turno de asumir la conducción nacional. Durante sus 20 años al frente de dicha conducción, ARENA no tuvo un proyecto claro y sustantivo de base: todo se iba haciendo según los impulsos presidencialistas del momento; y ahora el FMLN, que se mantiene en posición indefinida en su relación con el Gobierno que llevó al poder, se arropa en una ambigüedad programática que más bien abona a la desconfianza.
En tales condiciones, lo que se impone es lograr entendimientos no sólo entre el sector privado y el Gobierno, sino entre todos los actores vitales para empujar la maquinaria nacional, con los partidos políticos en primera línea. De lo contrario, no se pasará de lo gestual a lo estructural, que es el salto de calidad que hay que dar cuanto antes, para que el país tenga posibilidades efectivas de enfrentar su aguda y urgente problemática institucional, económica y social.
Hay en estos momentos una buena oportunidad para empezar a trabajar, de manera ordenada y sustantiva, en ese esfuerzo cuya dinámica debe ser correspondiente con la densidad de los problemas que nos aquejan como país. El Gobierno tiene la iniciativa y debe poner el tono y el ritmo, de manera inequívoca y consistente.
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