Hay cosas que no se han hecho en sus debidas oportunidades porque no ha habido la visión inteligente para ello, o porque ha faltado un adecuado régimen de prioridades, o porque simplemente se han dejado estar.
Escrito por Editorial.26 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica.
La falta endémica de una planificación para el desarrollo y el consiguiente tumulto de iniciativas sueltas que caracteriza nuestro proceso de gestión nacional nos ha traído hasta este momento, en el que hay tantas cosas importantes por hacer, muchas de ellas estructurales, y que parecen haberse puesto de acuerdo para clamar en conjunto por soluciones de fondo. En el área del crecimiento económico; en los diversos ámbitos correspondientes a servicios fundamentales como la educación, la salud y la seguridad; en el terreno de las reformas vitales, como la electoral y política, la del aparato estatal en su conjunto orgánico, la de la transparencia y la responsabilidad gubernamentales, entre otras, el apremio se hace cada vez mayor, lo que agrega combustible a la caldera de la problemática actual del país.
Hay cosas que no se han hecho en sus debidas oportunidades porque no ha habido la visión inteligente para ello, o porque ha faltado un adecuado régimen de prioridades, o porque simplemente se han dejado estar. Uno de los pretextos más socorridos es la escasez de recursos; sin embargo, ha habido siempre recursos para proyectos coyunturales de imagen política, en los que se vienen gastando verdaderas millonadas. Aquí hay que poner el índice, una vez más, sobre el tema de la responsabilidad gubernamental, que sigue siendo tan débil y volátil entre nosotros.
Hoy, por ejemplo, se reconoce que en un área tan esencial como la investigación criminal hay un déficit calculado de 600 investigadores. El tema básico en realidad no es el número, sino la estructura de sostén. Desde hace más de 10 años se viene reclamando un proyecto sustantivo en este campo, que abarca la inteligencia policial y la estadística criminal. Hay estudios completos al respecto, que amarillean en vaya uno a saber qué gavetas. Y seguimos en las mismas.
Insistimos en el enfoque integral
El desarrollo nunca se da como un tema aislado dentro de la gran agenda. El desarrollo es el resultado de manejar en forma suficiente y eficazmente interactiva la gran agenda. Y la gran agenda es desde luego la agenda de país. Ésa que está ahí, aguardando un turno que nunca le llega, porque las pequeñas urgencias se roban todo el tiempo y succionan todas las energías disponibles. Lo que en verdad se requiere es la voluntad de apostarle a la alta política, en vez de continuar enredándose en las disputas menudas y en las apuestas de corto plazo. Y el reto no es darle a lo coyuntural vestimenta de proyecto de largo alcance, lo cual siempre se desvanece a la primera de cambio, como puede ser una sustitución de Gobierno, sino hacer un esfuerzo real para que la gran agenda tome cuerpo y se instale de manera sustentada y sostenible, para lo cual se requieren los consensos del caso.
Hacer analíticamente el recuento de los déficits que más nos aquejan sería muy útil para entrar en la línea de una gestión realista y convincente. Esta no es tarea académica, sino eminentemente práctica. No se puede establecer una hoja de ruta que busque aprovechar el tiempo y los recursos sin saber hacia dónde apuntar ordenadamente las acciones necesarias y sin tener claro quién debe hacer qué y cuándo, tanto en el plano público como en los diversos campos privados, que comprenden lo social y lo empresarial.
Hemos venido subrayando el imperativo de ganar tiempo, dentro de un calendario político cada vez más apretado. Y la agenda nacional debe estar en primera línea.
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