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2010/08/07

EDH-Un simpático libro

 José María Sifontes.07 de Agosto.Tomado de El Diario de Hoy.

Me gusta releer. Para mí, el verdadero placer de la lectura consiste en encontrar cosas que no capté la primera vez. La elegancia de la redacción, los giros brillantes y la sutil evolución de una trama se perciben mejor en la segunda, tercera, quinta lectura. La primera vez uno se concentra en conocer de qué se trata el libro, lo central. Después es que uno descubre los detalles.

Por supuesto hay libros que no merecen ser releídos. Pero hay otros que, como la música favorita, llegan a formar parte de nosotros. Los terminamos y los dejamos ahí, para que reposen, y después de un tiempo los volvemos a tomar.

Es posible que yo no haya leído mucho, pero estoy seguro que he releído bastante. Prefiero la calidad a la cantidad. Es mejor, creo, extraer hasta el último detalle de un libro que me guste a hojear superficialmente muchos con el único propósito de leer. Es cierto que hay que hacer esto último para encontrar los que se convertirán en favoritos, pero el premio siempre aguarda al que es paciente.

Tengo un buen número de estos libros que me gusta releer. Les voy a contar de uno de ellos (quizá después hable de otros). Se trata de "La tournée de Dios", de Enrique Jardiel Poncela. El ejemplar que tengo es herencia inconsciente de mi padre, está viejo y tiene olor a épocas remotas. No sé dónde lo consiguió porque no es fácil encontrar a este autor español.

El libro es algo raro, raro y divertido, como todos los de Poncela. Se trata de que un buen día Dios decide venir a la Tierra para ver "su obra". Viene como turista, no como Dios, pues quiere percibirlo todo desde la perspectiva humana. El mundo entero está pendiente de su llegada y, el día previsto, van a recibirlo reyes, príncipes, jerarcas, en fin, la crema y nata de la Tierra. Quieren saber las respuestas a las principales incógnitas sobre la existencia que ha tenido desde siempre el Hombre, pero también quieren que les dé la razón sobre sus ideas y se las quite a "los otros".

Le organizan banquetes, entrevistas, "tours", y Dios se deja llevar, indiferente y ajeno a la curiosidad de la gente. Llegado el momento responde a las preguntas trascendentes pero sus respuestas son enigmáticas y generan más preguntas que soluciones.

Primer desencanto. Todos lo presionan para que dé sus opiniones políticas. Accede sin ganas, sabiendo lo que le espera. El día de su discurso principal se llena una plaza de toros y todas las agencias noticiosas esperan su dictamen. El mundo sufre otra desilusión pues en lugar de apoyar las ideas de unos y contradecir las de los otros, lo que en el fondo esperan, regaña a todos y a nadie le da la razón. Desengañada por no oír lo que quería, la multitud va retirándose antes que Dios termine. La plaza se queda sola.

Ya sin amigos, Dios pasa todavía un tiempo sin hacer mayor cosa, hasta que decide dar fin a su "tournée" y se va de la Tierra un día cualquiera. No hay comitivas, nadie llega a despedirlo. Como recuerdo, solamente queda un pequeño anuncio perdido en la sección de clasificados de un periódico en el que se le desea feliz viaje.

Porque así es el Hombre, egoísta y soberbio, que cree saber más de lo que sabe, que cree saber más que Dios.

elsalvador.com :.: Un simpático libro

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