Comparar precios es siempre el primer paso y es eso justamente lo que los vendedores de motocicletas han hecho, pues encuentran injustificable que por lo que cuesta cinco se pague quince
Editorial. 04 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
La emergencia nacional --de diez a quince asesinatos cada día-- justifica que, sin licitación pública, sino que a dedo, pueda la Policía comprar equipos o servicios, lo que es extensible a cualquier dependencia gubernamental. Fue también con base a otra emergencia que nunca se demostró, que la Alcaldía de San Salvador, regida entonces por la Reina de la Basura, compró una flota de camioncitos chinos, que ahora se están vendiendo como chatarra.
Es comprensible la necesidad de las motocicletas, pues sus usos son múltiples: desde hacer seguimientos a empresarios y miembros de gremiales del sector productivo, hasta escoltar a la ilustrísima esposa del depuesto "Mel" Zelaya en su visita al país. De paso también se pueden emplear para echar una rápida mirada en la periferia de La Campanera y el Tutunichapa.
Las compras, contrataciones y negocios estatales son, por tradición, la sacadera de corruptos, por lo que el actual gobierno, considerando sus reiteradas promesas de vigilar el pulcro manejo de los dineros públicos, debe investigar lo sucedido y, todavía más importante, restaurar los controles que fueron eliminados.
"No quiero que me den; sólo pónganme donde hay".
En esto de las motos --la supuesta emergencia casi triplicó el precio de la flotilla-- es una pobre excusa alegar que el asunto fue aprobado por el Consejo de Ministros, pues en esos consejos lo usual es que entre todos se acomoden: hoy por ti, mañana por mi. A la hora de las horas abundan las emergencias y cuando en la mesa hay quienes en otro momento echaron mano de ese expediente para comprar chatarra, y además chatarra muy costosa, se cierra la rosca.
Se obtiene con rigor, se gasta sin control
El asunto debe desagradar al Presidente Funes, que en sus años de periodista denunció manejos que, a su juicio, no eran transparentes aunque nunca, si mal no recordamos, logró demostrarlo. Ahora hay varios casos que debe ordenar que se investiguen además de la compra de las motocicletas, no sólo de carreteras y mantenimientos excesivos, sino también de contratos que sobrepasan con mucho los costos de similares obras ejecutadas en la región, como la represa de El Chaparral.
Los representantes y distribuidores de motocicletas nos aseguran que por más emergencias que se aleguen, siempre hubo tiempo para presentar ofertas y analizarlas en público. No se ha dicho tampoco cómo los urgidos escogieron a los tres que participaron, con qué criterios eliminaron luego a dos y por qué no cotejaron los precios cotizados con los precios de similares equipos en el mercado.
Comparar precios es siempre el primer paso y es eso justamente lo que los vendedores de motocicletas han hecho, pues encuentran injustificable que por lo que cuesta cinco se pague quince. Pero además la diferencia no sale del bolsillo de los compradores, sino de las arcas públicas, de lo que es de todos.
¿Sabes, estimado lector, lo que sucede cuando un contribuyente aparece comprando por cincuenta mil dólares un automóvil que todos saben que se vende en veinte mil? Hay multas, más inspecciones, regaños e inclusive procesos. Porque cada centavo que ingresa a esas arcas públicas se obtiene aplicando muchos controles, fiscalizaciones, declaraciones, inspecciones, revisiones. A ninguno de los contribuyentes le admiten lo de "urgencia", aunque haya pagado más para aprovechar una oportunidad única.
El ingreso se obtiene con rigor, el gasto se hace con ligereza.
elsalvador.com :.: "Urgencias" por las que pagan tres veces el precio
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