Lo que verdaderamente denigra a la mujer es negarle su derecho a embellecerse, a mostrar lo mejor de sí, a ser coqueta
Editorial.02 de Agosto. Tomado de El Diario de Hoy.
A Milton Friedman, Premio Nóbel de Economía, le oímos contar la historia de un hombre que va donde el siquiatra, quien le pide decir lo que ve en una hoja de papel con una raya vertical:
"Veo a una mujer desnuda de pie".
El siquiatra le muestra otra hoja, esta vez con una raya horizontal:
"Veo una mujer desnuda acostada".
"¡Hombre!", exclama el siquiatra. "Usted sí que tiene una mente sucia…".
"Pero, doctor, ¿por qué dice eso si me muestra figuras pornográficas…?".
A los pobres que tuvieron la ocurrencia de prohibir desfiles escolares con cachiporristas les sucede más o menos lo mismo: lo que son simpáticos, inocentes y universales presentaciones de muchachas les parece indigno y además denigrante de la mujer.
A Dios gracias esta es la edad de las piernas. En el cine, la televisión, las playas, los gimnasios, las oficinas, la calle, la publicidad, los estadios y dentro de las casas, en los pasajes de las colonias y en las canchas de barrio, es de lo más normal que tanto muchachas como muchachos lleven pantalones cortos, en algunos casos mostrando parte de las bragas.
Las cachiporristas son lo vistoso de una etapa de la juventud, lo que mueve entusiasmo y respaldo a un equipo, el preámbulo en el deporte colegial y universitario de los Estados Unidos. Y si en Europa las cachiporristas no son comunes, las playas compensan con creces lo que no se mira en los estadios o los gimnasios.
En una ciudad y un país donde los prostíbulos han proliferado en forma repugnante por la permisividad de previas municipalidades, y hay calles que son lupanares a cielo abierto, desgarrarse vestiduras por las cachiporristas escolares es o hipocresía o falsa santulonería o, como en la anécdota de Friedman, síntoma de estar mal de la cabeza.
En la antigua Grecia, la más esplendorosa civilización que ha existido, los jóvenes y las jóvenes se presentaban desnudos en los juegos deportivos, de los que los más famosos fueron los de Olimpia. Eso llevó a que la gente cobrara conciencia de la belleza corporal, como de los beneficios del deporte y el ejercicio.
En Creta las mujeres iban con la parte superior del cuerpo desnuda, como parcialmente sucedió en Egipto. Y cuando los españoles llegaron a Centro-América encontraron que en Sonsonate todos iban pelados.
Dejen maquillajes y pónganse a marchar
Las cachiporristas inspiran al resto de muchachas a cuidarse, hacer ejercicio, ocuparse de su cuerpo, su higiene y su aspecto.
Lo que verdaderamente denigra a la mujer es negarle su derecho a embellecerse, a mostrar lo mejor de sí, a ser coqueta. La prohibición a las cachiporristas es el primer paso para prohibir o limitar la natural alegría de los jóvenes, su desenfado, su espontaneidad. Es un primer cañonazo de la guerra de las ideologías que regimentan al hombre, contra la risa, el arte, la creatividad, la belleza.
Prohíben las chachiporristas y terminan persiguiendo la moda, los maquillajes, la ropa "provocativa", el que alguien sea diferente, piense diferente y actúe siguiendo sus buenos impulsos. Es querer implantar en estos trópicos, los fanatismos que están haciendo del Medio Oriente un infierno de intolerancia. Es perseguir el color y apostar por lo gris, lo mortecino.
Dejemos a las jóvenes ser jóvenes, ser alegres, ser espontáneas, ser lo más bellas que puedan.
elsalvador.com :.: Al perseguir cachiporristas se persigue la alegría
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