Omar Salinas.26 de Agosto.Tomado de Diario Co Latino.
Si algo podemos catalogar de inconcebible, que no admite discusión alguna, es que siendo El Salvador un país pobre carente de los recursos económicos suficientes que le permita hacerle frente a los grandes desafíos sociales, que allí están presentes, se siga manteniendo una política indiscriminada e ineficiente de subsidios generalizados, que no solo han vaciado las arcas del Estado, sino que han terminado perjudicando al mismo ciudadano de condición económica precaria, para quien se dice van dirigidas este tipo de subvenciones.
Pues, aparte que ha quedado en evidencia, que en su diseño, la mayoría de éstos tienen un alto porcentaje de exclusión e inequidad social de este segmento de la población, también es cierto que por estar destinando fondos para estas obligaciones, que cada vez han sido crecientes, se ha sacrificado el financiamiento para la implementación de políticas públicas y programas sociales que hubiesen representado un mayor beneficio para la población, y que están íntimamente relacionada a la calidad de vida de las personas, como lo son las áreas de salud, alimentación, educación, seguridad... etc.
Los subsidios, en si mismo, no son ni buenos ni malos, son perjudiciales o beneficiosos según cumplan o no sus objetivos. Aquellos que están presupuestados en las finanzas públicas, que son expeditos, y cuya finalidad es mejorar la calidad de vida de la población, no es necesario justificarlos ni defenderlos, puesto que su objetivo es garantizar que la gente tenga acceso directo a los elementos mínimos necesarios para vivir dignamente, y allí no se mira la rentabilidad económica sino la social. Sin embargo, aquellos que no están presupuestados, que son crecientes en el tiempo, que no sirven de instrumento para combatir la pobreza, y que producen efectos perversos para toda la economía en general, incluida las finanzas y liquidez del gobierno central, podrían definirse como desventajosos o prejudiciales y, hasta resulta realmente difícil de justificar y comprender.
En nuestro país, a excepción de algún tipo de ayuda estatal, que sin ningún problema puede catalogarse como un subsidio beneficioso y directo, como por ejemplo, la entrega gratuita de uniformes en las escuelas del sector público, implementado en este nuevo gobierno, a iniciativa del Ministerio de Educación, y el otorgado al gas licuado de petróleo, toda vez este libre del manoseo y de las malas practicas comerciales, en su gran mayoría los subsidios vigentes no han cumplido con el rol para lo cual supuestamente fueron creados, ya que al haber sido, a propósito, mal diseñados, mal implementados, y sin ninguna supervisión efectiva de parte del gobierno, no han favorecido en una mayor proporción a los estratos más golpeados por las políticas públicas, sino por el contrario han terminado favoreciendo a otros sectores económicos de la vida nacional, llegando al colmo de derrochar cantidades importantes de dinero, como ocurrió en la administración anterior, cuando se hizo un festín con el subsidio a la electricidad y al agua, que incluso llegó hasta poner en riesgo el gasto corriente en la autónoma CEL, y tener dificultades en la operatividad de ANDA, anormalidades, que en el caso de esta última institución, aún continúan vigentes, y que valdría la pena que las autoridades actuales, en vez de dedicarse a solo administrar una institución mediocre, desordenada e ineficiente, así heredada, deberían estarse replanteando una reingeniería y un nuevo enfoque integral de la misma, de la mano de una política integral del recurso hídrico, de tal manera de no solo mejorar la cobertura, el suministro y resolver problemas mínimos como los errores de facturación, que continúan a flor de piel, sino también mejorar la conservación y la calidad del vital liquido, pues de nada sirve unos cuantos centavos de ahorro en la factura mensual, si por el otro lado la gente gasta más, y paga IVA, en la compra de agua envasada, porque la calidad del agua que se sirve, en la mayoría de los casos, es de pésima calidad.
En la actualidad existen varios tipos de subsidios; subsidio al transporte, agua, electricidad y al gas licuado de petróleo. Al margen de los cuestionamientos hechos a los subsidios, no porque a la gente no deba subsidiársele, sino por el diseño, el método y la forma de como se han distribuido, y hasta por el uso propagandístico de carácter electoral que a éstos se les ha dado, y porque muchos sostienen que mejor debería subsidiarse directamente a la demanda (ciudadano) y no a través de la oferta (empresas). Quizás, una, de las pocas, excepciones a esta regla sea el subsidio destinado al gas licuado de petróleo. Y a la base de este razonamiento está lo siguiente. Según algunas fuentes, El gobierno de El Salvador subsidia desde el año 1974 el consumo doméstico de GLP. Por lo que puede considerarse una política de gobierno ya establecida, si bien desde su origen este subsidio tuvo el objetivo de destinarse al consumo doméstico, estrictamente de uso domiciliar, y no otros, actualmente se aplica independientemente de los fines comerciales y del uso que a éste se le de. Tal es así que, además del uso en restaurantes, pupuserías y comedores, se ha verificado la utilización de los cilindros domésticos para uso vehicular, practica que resulta altamente peligrosa en virtud de que los tanques para el gas vehicular deben poseer características especiales, siendo indispensable, quizás no prohibir, sino implementar una normalización que armonice la necesidad del ciudadano de buscar alternativas de combustible que a su criterio le resulte más barato para desplazarse, pero sin descuidar los estándares de seguridad que rigen la instalación y la posterior operación de estos tipos de sistemas.
Debido que El Salvador no cuenta con yacimientos petrolíferos. El país se ve en la necesidad de importar el 100% del petróleo que consume, alrededor del 90 % del gas licuado de petróleo que se comercializa proviene directamente de la importación, el restante 10 % se produce localmente en la Refinería Petrolera Acajutla, S.A. (RASA), por ser éste un derivado que resulta de la refinación del petróleo. Existen dos modalidades de comercialización de dicho commodity, el que se vende envasado en cilindros portátiles de 10, 25, 35 y 100 Lbs, y el que se distribuye en tanques estacionarios ubicados en el lugar de consumo, conocido como granel. Sin duda, una condición natural que ha influido en la tendencia creciente del monto de la erogación para este rubro, obedece a que el precio regulado se ha mantenido constante a lo largo del período de vigencia del subsidio, no así el costo real del producto, cuya diferencia ha debido ser cubierta por las finanzas públicas.
Sin embargo, sin pasar por alto esta realidad, causas de otras índoles son las que han terminado pervirtiendo, abusando y desnaturalizando un subsidio, cuya única finalidad y espíritu, desde su creación, es la de favorecer a los hogares salvadoreños. Aunque por el momento, lo que se conoce es que el Ejecutivo aún mantiene en reserva y estudio el mecanismo final de focalización, y extraoficialmente se haya dicho que solo incluirían a los usuarios residenciales que consuman menos de 99 kilovatios hora de energía eléctrica al mes. Hubiese sido más conveniente, comenzar primero corrigiendo todas aquellas imperfecciones que funcionarios del Ejecutivo actual, el ministro de Hacienda, Carlos Cáceres y Roberto Lorenzana, Diputado del FMLN, y única fracción que ha mostrado interés y sensibilidad en esta temática, han reconocido, existen, y por consiguiente terminan incidiendo al incremento de los desembolsos para este fin, y paralelamente a este esfuerzo, trabajar en un mecanismo y modelo óptimo de focalización.
De seguro este cúmulo de medidas no solo permitiría al gobierno, eficientizar y ahorrar recursos, sino también focalizar bajo un mejor y estricto criterio técnico y social. Pues, aunque la focalización para los que consumen menos de 99 KWh, tal como se ha anunciado, beneficia a un gran número de hogares, también es cierto que la medida deja por fuera otro número importe, un aproximado de 300, 000 usuarios, que consumen de 100-199 KWh, que no necesariamente están al margen del contexto de crisis económica por la que atraviesa el país.
*omarcela96@yahoo.com
Felicito al Ing.Omar Salinas, por escribir articulos de un tema que muchos hablan, pero que muy pocos conocen, y sin duda él es uno de ellos. Presidente Funes, profesionales como éste son los que usted debería tener en su gobierno, y nos mismos mediocres de siempre
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