Escrito por Redacción. 19 de Marzo. Tomado de La Página.
El domingo 23 de marzo monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez dio su última homilía, cuyo contenido habría sido el detonante para consumar su asesinato un día después.
En aquella histórica homilía Monseñor dijo: “Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles: hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que da un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla… En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuoso, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión...”
Un día después, a las cinco de la tarde, en la capilla del hospital de La Divina Providencia, mientras oficiaba una misa, fue asesinado por un francotirador que le asestó un disparo en el corazón.
Desde entonces se han manejado diferentes teorías sobre su asesinato, siendo la oficial la que indica que fue asesinado por órdenes de la extrema derecha. Concretamente se señala al mayor retirado y fundador de ARENA, Roberto d’Aubuisson y al capitán Álvaro Saravia como los autores intelectuales del magnicidio. También se implicó a Fernando Sagrera. Incluso el informe que elaboró la Comisión de la Verdad conformada después de los acuerdos de paz, avala esa teoría.
El informe indica: “El ex Mayor Roberto D’Aubuisson, el ex Capitán Álvaro Saravia y Fernando Sagrera estuvieron presentes el día 24 de marzo de 1980 en la residencia de Alejandro Cáceres en San Salvador. Llegó el Capitán Eduardo Ávila y avisó que el Arzobispo Romero oficiaría una misa ese mismo día. El Capitán Ávila opinó que ésta era una buena oportunidad para asesinar al Arzobispo. El ex Mayor D’Aubuisson ordenó que se hiciese y responsabilizó al ex Capitán Saravia del operativo. Al observar que se requería un francotirador, el Capitán Ávila afirmó que él se encargaría de contactarlo por medio de Mario Molina. Amado Garay fue comisionado para transportar al asesino hasta la Capilla.
El parqueo del Hotel Camino Real sirvió de punto de encuentro antes de dirigirse a la Capilla. En ese lugar el tirador barbudo, junto con el arma asesina ingresó a un Volkswagen rojo de cuatro puertas, que conducía Garay. Cuando menos dos fueron los vehículos que desde el Hotel Camino Real se dirigieron al lugar del crimen. El asesino disparó desde el vehículo, frente a la entrada principal de la Capilla, una sola bala que ultimó al Arzobispo Romero.
El ex Mayor D’Aubuisson ordenó la entrega de 1,000 colones a Walter Antonio “Musa” Álvarez quien, junto con el asesino de barba, recibió el pago correspondiente. Álvarez fue secuestrado en el mes de septiembre de 1981 y se le encontró muerto poco tiempo después” (relato en .
D'Aubuisson, que murió en 1992 producto de un cáncer, siempre rechazó su vinculación al hecho. En 2004, una corte de los Estados Unidos declaró civilmente responsable del crimen al capitán Saravia.
Según la teoría aceptada, la cual cuenta con el testimonio ofrecido por Amado Antonio Garay en 1987 y repetida en otras instancias posteriormente, fue él la persona que conducía el vehículo rojo en el cual se movilizaba el francotirador. Garay era el chofer particular de Saravia.
Luego de matar a Romero, se supone que Garay condujo el vehículo rojo junto al francotirador hacia donde se encontraba Saravia, quien le confirmó al francotirador que había escuchado en la radio sobre la muerte de Romero. Una de las hipótesis es que el francotirador era el odontólogo Héctor Regalado. Otra hipótesis habla de un argentino.
El argentino y la nueva historia
Sin embargo, años después dos organizaciones de derechos humanos salvadoreñas solicitan que Argentina investigue sobre un personaje que aparece en un cable de la CIA como autor del asesinato del arzobispo, ocurrido en 1980.
El pasado 7 de marzo el periódico Página/12 de Argentina publicó un reportaje en el que se dan pistas sobre un presunto militar del llamado Batallón 601, con nombre o apodo Emilio Antonio Mendoza, quien habría sido el francotirador que el 24 de marzo de 1980 disparó una certera bala explosiva que acabó con la vida de Romero mientras oficiaba una misa en San Salvador.La publicación argentina menciona: “Este mes se cumplen treinta años del asesinato del arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, icono universal de la defensa de los derechos humanos. El crimen aún no se esclareció, pero la pista más firme dice que lo mató un argentino, un represor de la dictadura llamado Emilio Antonio Mendoza.
“Su nombre figura en un documento de la CIA, desclasificado por el gobierno de Clinton en 1993, junto a otros 12,000 documentos que se refieren a El Salvador producidos por la CIA, la embajada, el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y otras agencias federales, en respuesta a un pedido del Congreso que acababa de cerrar una investigación sobre abusos de derechos humanos en ese país. El documento sobre “Mendoza” fue revelado por el periodista salvadoreño Ricardo Valencia en el 2006 en una investigación periodística del diario El Día de ese país.
“El cable dice taxativamente, sin apelar a los verbos condicionales, que “el oficial militar argentino Emilio Antonio Mendoza, fue enviado en 1980 a Honduras junto a otros argentinos por el general Viola” y que Mendoza “admitió de hecho haberle disparado a Romero”, y pide a la Agencia que recabe más información sobre el sujeto”.
Sin embargo en El Salvador la hipótesis pierde cierto peso.
“No tenemos información sobre ello, pero este caso tiene que ver con documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. Ya habíamos escuchado tal versión por otras fuentes, pero no tenemos certeza”, dijo el director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (Idhuca), Benjamín Cuéllar.
“Sin embargo, es una oportunidad para investigar. El actual canciller argentino Jorge Taiana, que fue el secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)s señaló que actual gobierno argentino tiene grandes compromisos en los derechos humanos y creo que el Estado salvadoreño, a través de Cancillería, solicitará una investigación al respecto”, agregó Cuéllar en su momento.
Por su parte, el director de Tutela Legal del Arzobispado, Ovidio Mauricio González, coincidió con Cuéllar en que se debe solicitar investigar el caso, pero “ello parte de que se suprima la ley de amnistía y se levante una investigación amplia, tal como lo ha demandado la CIDH, en el caso de Romero”.
“En Tutela Legal del Arzobispado tenemos información y testimonios que no indican que un militar argentino haya disparado contra monseñor Romero. Los hechos apuntan al salvadoreño Héctor Regalado. Esa información incluso es la que tiene el Vaticano en el proceso de canonización que se sigue para nuestro obispo”, aseveró González.Sin embargo, según un artículo de la agencia Worldpress, Regalado no fue identificado por Amado Garay en persona, sino a través de una foto de 1969 a la que se le agregó una barba con fotoshop, que se eligió por su similitud con el croquis realizado por artistas forenses a partir de la descripción de Garay.
Regalado negó haber sido el francotirador.La supuesta participación de Mendoza generaría otra teoría conspirativa que eliminaría a Héctor Regalado como el autor material, pero mantiene a Saravia y a Roberto D´Aubuisson como los autores intelectuales, aunque ahora se tendría que partir de otras bases para sustentar esa teoría.
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