24 de Septiembre. Tomado de Simpatizantes del FMLN.
Un gobierno del pueblo debe ser tolerante, con amplio criterio y conocimiento de las posibilidades internas y externas para mejorar la economía y las condiciones sociales de sus habitantes.
Perfectamente recordamos la campaña electoral cuando el entonces candidato a la presidencia Funes, nos prometió un gobierno comprometido con los cambios y una conducta amistosa con todos los pueblos del mundo y no sesgada hacia determinado país. Las declaraciones fueron bien asimiladas por la población. Todos pensábamos que terminaba el aislamiento y el “fundamentalismo” en las relaciones internacionales.Cuando poco después, una vez alcanzada la victoria, los hechos concretos, esos hechos que dan a las palabras su exacto valor, le hicieron ver la imposibilidad de tal comportamiento, con una docilidad ante las realidades que aumentan, en vez de disminuir, su agudeza política, se declaró “presidente de todos los salvadoreños”, simbólicamente se puso la camisa azul y blanco y nunca se quitó la casaca roja pues nunca la vistió. No hacía falta aclarar que con ello “hacía patente su calidad de víctima”, de los que supuestamente nunca entendieron su compromiso, su visión de “estadista” y el ideario de su régimen.
Nos guste o no, las realidades nos están golpeando todos los días. No se trata de cambiar radicalmente el modelo o el sistema económico, las estructuras políticas y sociales del país, de darle la espalda a la clase empresarial, a los terratenientes, los constructores, los grandes importadores y los comerciantes. Todo eso sería un suicidio y lejos de abrir brechas y crecer como país, estaríamos cayendo en un abismo sin fin. Pero el mismo mandatario sabe perfectamente que esos hechos concretos a que nos referimos (aumento de la delincuencia, del costo de la vida, desempleo, emigración y desintegración familiar) se producen con más celeridad que sus mismas declaraciones.
No estamos de acuerdo, por ejemplo, en esos constantes enfrentamientos que tiene con el partido que lo llevó a la presidencia, ni con los ataques, “regaños”, dicen los salvadoreños”, a altos dirigentes del FMLN. Tampoco entendemos esa poca claridad en las relaciones internacionales. No se trata de adherir o copiar el modelo o el sistema político y económico de Cuba o Venezuela, de todos es sabido que cada país tiene sus propios sentimientos, idiosincrasia y forma de administrar sus bienes. Estados Unidos y Brasil, dos gigantes de la economía mundial, tienen sus grandes atributos, pero también adolecen de fallas enormes en la distribución de la riqueza, en la atención a las familias más vulnerables, en los sistemas de salud y en la discriminación humana de la sociedad.
Si los Estados Unidos aprecian tanto “nuestra independencia y democracia”, porque no solicitarle una ayuda para construir 25 mil viviendas para familias necesitadas. Ese gigante de la economía mundial no se quedaría “pobre” con donarnos unos 10 millones de dólares; es el mismo caso de Brasil. ¿Por qué no se hace el intento si en la práctica hemos proclamado a los cuatro vientos que son nuestros referentes en el desarrollo social equilibrado? Durante el conflicto armado, USA invertía un millón y medio de dólares en la economía salvadoreña. Cuando los asesores y el Departamento de Estado analizó que se trataba de “un barril sin fondo”, simplemente acudió a exigir el diálogo y la negociación para poner fin a la guerra y concertar la paz.
Ahora no tenemos un conflicto de tal naturaleza; pero nos agobian otros problemas sociales, por lo tanto es de rigor que acudamos a los amigos para tratar de solucionarlos. Estamos seguros que el Japón podría ayudarnos en la reconstrucción de carreteras primarias y secundarias, en la solución definitiva de las cárcavas, en puentes y más daños causados por fenómenos naturales; Venezuela, podría adquirir el compromiso de construir unas 1000 viviendas para familias de mínimos recursos económicos. Cuba también podría contribuir en el Programa Integral de Salud, en medicinas genéricas baratas y en la preparación de deportistas en diferentes disciplinas.
Todo esto es posible; para ello, el mandatario debe actuar como estadista y dejar a un lado la discriminación o el sesgo político, limitar o sacudirse las presiones políticas y las amenazas de las cúpulas empresariales, tan sectarias y todavía viviendo en la prehistoria, como ciertamente lo ha dicho el mismo mandatario. El firmar convenios o tratados de colaboración con Estados Unidos, Brasil, Cuba, Venezuela, China o Vietnam, no significa entregar nuestra soberanía o independencia. Las reglas y las normas se establecen con claridad y nadie puede decir que el proceder con sabiduría y rectitud rompe con la dignidad o si lo prefieren con los límites de una democracia.
El presidente Funes simplemente debe actuar con energía, con honestidad, con firmeza: volver a los postulados de su campaña electoral y cumplir con las promesas. Lo hemos dicho y lo reiteramos: con sólo generar empleos, combatir la corrupción e impulsar una Reforma Integral de Salud, los salvadoreños estaríamos más que conformes. Desde luego, para todos estos planes se necesita dinero y la colaboración de muchos países del mundo. Estados Unidos es uno de ellos; también Brasil ¿por qué no incluir a Cuba, Venezuela y China? Un país y una sociedad democrática, pluralista y participativa no se construye con retórica y temores, se edifica con realidades y estás las estamos viviendo cada día. No podemos huir del destino, mucho menos de las necesidades de nuestro pueblo.
Publicado por pocote
Simpatizantes del FMLN » ¿Dónde están los compromisos presidenciales?
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