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2010/09/05

LPG-Violencia incontenible

 Escrito por Ernesto Rivas Gallont.05 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.

Todavía está fresco en la memoria de los salvadoreños el asesinato de Carlos Francisco Garay, de 18 años, perpetrado por los jóvenes Jonathan Alexander Durán, de 17 años, y Blanca Cecilia Navarro, de 19 años, ocurrido en marzo de este año en la colonia Escalón de esta ciudad. Y el debate sobre la violencia juvenil continúa.

La situación, que ya es intolerable. Es alarmante advertir cómo ya no se trata solamente de lucha entre pandillas, sino que ahora nos enfrentamos con asesinatos de otros, igualmente jóvenes. ¿Adónde vas, juventud salvadoreña?

En cierto sentido, la violencia juvenil es un suceso comunal que cohesiona a miembros de una pandilla, o mara, cuyos miembros comparten elementos comunes alrededor de objetivos también comunes. Comparten los peligros y la emoción de la violencia dirigida hacia los “de afuera”, protegiéndose entre ellos; relatan su participación en historias de aventuras reales o imaginarias, pero todas con el común denominador de haber hecho prevalecer su poder o de haber obtenido un beneficio personal con una o más de las prendas robadas a sus víctimas. Se ha dado casos en que asesinan brutalmente con el arma que han robado a su propia víctima.

Examinando el poder de la cohesión de jóvenes alrededor de una mara, hay, cuando menos, tres grupos de causas que podemos tomar en cuenta, además de las motivaciones personales de los participantes. La primera, incluye los propósitos de identidad que la violencia da a las maras; la segunda, la influencia que el crimen organizado puede tener en la violencia callejera; y la tercera, la sinergia de ciertas normas culturales que funcionan dentro de las maras: machismo, coraje, heroísmo, poder personal y venganza, como forma de una mal entendida reivindicación.

El único interés del joven violento es la dominación por temor y terror. La violencia es su lenguaje favorito, un lenguaje vulgar, lleno de obscenidades. No habla; grita, no escucha porque está muy ocupado gritando; no piensa ni quiere que otros piensen. En otras palabras, está intoxicado con odio y trata de reducir a todos a su propia dimensión.

¿Cómo rescatamos a nuestra juventud? Debemos luchar contra esa indiferencia que los caracteriza, por ser enemiga de lo bueno, porque la indiferencia es enemiga de todo lo que exalta la dignidad del hombre. Debemos luchar contra la indiferencia a través de la educación, comprensión y mano firme contra los individuos cuya conducta parece ser incorregible.

Un apoyo adicional al esfuerzo de rescate es, en la medida que la violencia es común en la subcultura de maras y en el ambiente donde se nutre, que la mayoría de estos jóvenes violentos comprendan claramente que la violencia y el crimen son anormales en otras culturas distintas a la de ellos. Los jóvenes mareros están conscientes de la naturaleza ilegal de su comportamiento y en su mayoría viven una vida tensa y conscientes del peligro que su conducta representa.

Pero más importante es no asumir que estos jóvenes no son capaces de comportarse correctamente. Si asumimos que su comportamiento es incorregible, entonces hay poca esperanza de poderlos rescatar. Podemos llegar hasta estos jóvenes si, de alguna forma, removemos el temor de las amenazas que pesan sobre su seguridad, si les ayudamos a desarrollar alguna habilidad propia con actitud positiva, y si les facilitamos oportunidades críticas para identificarse con otros miembros de la sociedad, libres de la lacra que hoy los consume.

La cultura de la violencia no elimina la posibilidad de una coexistencia humana, pero tampoco puede ser un catalizador de nuestros anhelos y esfuerzos.

Lea mucho más sobre el tema, hoy en mi blog, http://blog.netorivas.net

Violencia incontenible

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