Escrito por Carlos G. Romero.24 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica.
El uso de la palabra discriminación provoca reacciones sobredimensionadas, histéricas e irracionales que oscurecen el debate de altura que debe de gobernar tan serio e importante tema como el de la inmigración.
Nuestra reciente descripción del ámbito contemporáneo en Estados Unidos no fue la excepción: nos acarreó acusaciones de antiamericanismo, de izquierdistas de los sesenta. Nada más lejos de la verdad. Nuestra descripción no es más que una legítima percepción de la reseña histórica: “Sus niños no aprenden inglés... a menos que detengamos la importación de estos, pronto serán tantos que no preservaremos nuestro lenguaje...”. Benjamín Franklin, refiriéndose a inmigración alemana de 1750.
“Deberíamos de construir una muralla de latón alrededor del país.” John Jay, magistrado de la Corte Suprema de Justicia, refiriéndose a los Católicos invasores. 1750.
“Qué significa el pagar el pasaje y verter en nuestras costas esos torrentes de paupérrimos...” Lyman Beecher, refiriéndose a inmigrantes ingleses, 1834... A través de las décadas, encontraremos pronunciamientos contra de la ola de inmigrantes italianos, irlandeses, chinos, judíos, y ahora latinos.
¿Uso exclusivo de Estados Unidos? De ninguna manera, no hay país en el mundo que en su historia haya acogido más inmigrantes y proporcionado oportunidades educacionales, económicas y acceso a sus bondades como Estados Unidos; sin embargo, es triste y lamentable la vida del emigrante en cualquier parte del mundo: marginado, excluido, chivo expiatorio, explotado, abusado: la expulsión de los gitanos de Francia; el trato del inmigrante boliviano y peruano en Buenos Aires; las leyes en México prohíben la presencia de extranjeros si sus números alteran la demográfica nacional, es decir, Los Ángeles, por ejemplo, no podría existir en México; en nuestro El Salvador escuché en una estación de radio a un entrevistado referirse a nuestra creciente población asiática como: “Hay los ve en el centro caminando en fila como chuchos de barrio”, el entrevistador a juzgar por sus carcajadas encontró el comentario chistoso. En Nueva York lo despiden, como le sucedió a Don Imus, DJ de NBC por sus comentarios sobre el equipo de basket femenino de la U de Rutgers; en la Perla de Oriente, el CAM persigue a hermanos nicaragüenses solo por el hecho de ser nicaragüenses. ¿Es competencia del CAM? ¿Arizona en oriente?
El tema de la discriminación contra inmigrantes en Estados Unidos hay que enfrentarlo con claridad y honestidad. Es el tema que desafortunadamente matiza el debate político ya que la percepción del politiquero, el candidato, es la de un votante determinado a parar el flujo de inmigrantes, a expulsar al ilegal ¡hay de dónde sacar ventaja política! Claro, este es el debate que domina los medios de comunicación, y opaca, más bien excluye, el debate inteligente de la realidad americana: Estados Unidos ya no es un vecino de Mesoamérica, es parte de ella, los problemas comunes son de tal envergadura –narcotráfico, consumo de drogas, tráfico de personas, tráfico de armas, economías mutuo dependientes, poblaciones mesoamericanas enormes, que ya no hay fronteras.
Le corresponde a Estados Unidos, como la potencia hegemónica de la región, liderar no solo una reforma migratoria sino también iniciativas agresivas en materia económica y de seguridad en la región, cuyo solo objetivo sea la prosperidad de sus pueblos. En nuestra próxima y última entrega sobre el tema exploraremos las voces de la razón y ciertas iniciativas importantes. ¡Long live the Dream Act!
kd 14
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