Roberto García.26 de Agosto. Tomado de Tendencia Revolucionaria.
La opinión se nos presenta dividida a tal grado que algunos creen que este fallo es un atentado contra la democracia. Y es que la democracia en El Salvador ha desarrollado demasiados vicios, tanto así, que la democracia pareciera estar contra la democracia. Lo que ocurre es que la democracia representativa se agota por la responsabilidad, en una proporción muy importante, de quienes se consideran sus dueños. Pero, los fenómenos, los procesos y las cosas tienden a completarse, a cerrarse, a agotarse en cumplimiento de las leyes naturales y sociales de las cuales no podemos escapar. Todo lo que nace muere. La democracia representativa va encajando cada vez menos en nuestra realidad político social, porque las condiciones se han modificado de manera sustantiva y esta forma de hacer democracia se nos presenta cada vez más inoperante.
Lo que hacen los partidos políticos y lo que se procesa en la Asamblea Legislativa choca cada vez más con la ciudadanía honrada y sincera que ha llegado a un punto de que cada vez se puede tolerar menos los excesos de los llamados padres de la patria. Por eso es que quienes han adversado el fallo han encontrado tan pocos apoyos en la ciudadanía, mientras tanto, en el otro lado del escenario encontramos a la ciudadanía y las organizaciones aplaudiendo y regocijantes de satisfacción por este veredicto de la Sala de lo Constitucional de la CSJ.
La penetración del mercado es tal que vemos a los partidos y a sus diputados como expertos mercaderes haciendo toda clase de negocios y muchas de ellas ilícitas, como los diputados narcos, etc. Porque el mercado en su afán de lucro, compra y vende todo lo que le es factible convertir en mercancía. Mientras en la bolsa de valores se compran acciones y títulos valores en la Asamblea se compran y se venden voluntades, los diputados van y vienen de un partido a otro, cómo si esto de legislar fuera un juego, la verdad es que la ciudadanía lo ve como una burla y ofensa. Y es que eso es, una ofensa. Es ofensa que mientras la gente no tiene ni para comer los diputados se receten cualquier lujo que se les antoja. Está claro: las ganas de ser diputado no es amor a la patria, ni al partido sino afán de lucro.
El fallo de la Corte es en el fondo un cuestionamiento a la democracia, una afrenta de la democracia que se hace en El Salvador. El contenido político del fallo es la ampliación de la democracia y hacerla más directa. Porque un diputado llevado a la Asamblea Legislativa por un grupo de ciudadanos que lo escogen, puedan ejercer un control sobre él en forma más concreta y su permanencia en la Asamblea estará determinado por lo que haga y cómo lo haga y de la manera que los ciudadanos responsables de su estancia allí se den por satisfechos. Por supuesto que esto hay que normarlo para que las cosas resulten bien y el ejercicio resulte en algo beneficioso para la democracia.
Desde hace rato necesitábamos que algo así ocurriera para moderar a los diputados que creen que la democracia es de su propiedad y que pueden hacer lo que les viene en gana. ¿Quiénes se sienten mal con este fallo? En primer lugar, quienes ven que sus privilegios se pierden, y quienes antes de este veredicto les resultaba muy fácil hacer la trampa para ser diputado y segundo, quienes se benefician con esta forma de la democracia.
Según Martha Harnecker: “existen tres definiciones de democracia y empezaré por la más conocida: la democracia representativa o formal, o lo que algunos han llamado el gobierno del pueblo. Esta democracia representativa que se dice gobierno del pueblo, puede ser, y de hecho en la realidad lo es en el caso de la democracia burguesa, una democracia que favorece a las minorías. Por eso es que algunos la llaman formal, porque en nombre de ese pueblo se favorece sólo a una minoría...” es la democracia que tenemos en El Salvador y que está en crisis.
“Existe también la democracia sustancial o social o gobierno para el pueblo, cuyo propósito fundamental es la búsqueda de la solución de los problemas reales más sentidos por la población: pan, tierra, trabajo, educación, vivienda, todas cosas que permiten avanzar hacia una sociedad más igualitaria. En la práctica esta forma de democracia puede ser ejercida por una dictadura en función de los intereses generales del pueblo. Una primera pregunta que deberíamos hacernos es: ¿qué es más democrático, un gobierno del pueblo, en beneficio de una minoría, o un gobierno para el pueblo, en beneficio de las mayorías, pero ejercido en forma autoritaria?
Por último, existe la democracia participativa o gobierno ejercido por el pueblo. El socialismo debe combinar estos tres tipos de democracia. Debe buscar un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo.
Un gobierno del pueblo es el sistema donde los intereses de los diversos sectores de la población están representados en el estado. No se puede gobernar sin delegar las tareas de gobierno en representantes del pueblo. La democracia directa es correcta a nivel local, en comunidades pequeñas, pero no puede ser ejercida a nivel nacional. Pero el socialismo, que conoce la demagogia de las campañas electorales burguesas en que se promete el oro y el moro y nada se cumple, se plantea como un principio básico de esa representatividad la búsqueda de mecanismos de revocabilidad para poder sustituir a los representantes cuando éstos han dejado de cumplir los mandatos de sus electores”.
Es necesario valorar con la profundidad necesaria lo que ocurre alrededor del fallo, ¿por qué se produce, cómo se produce y a quienes beneficia? Se produce porque lo que tenemos hace más daño que bien al proceso, el fallo responde a las necesidades de transformar este sistema que tenemos que se le llama pomposamente democracia pero que de democracia tiene cada vez menos. La aceptación de la población tiene que ver con el hecho que responde al sentir y al pensar de la ciudadanía. Las cosas a las derechas se les desbordan y buscan escape, es posible que se desbordaron por donde menos esperaban. La crisis sigue evolucionando: no podrán parar este torrente de cambios que está en marcha impulsado desde abajo.
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