Nelson Rentería. 03 de Agosto. Tomado de Raices.
No termino de entender cuál es la posición de algunos sectores políticos que opinan en El Salvador. Primero hablan de la santificación de un golpeado país por la violencia a través de la lectura obligada de la Biblia en las escuelas, y por otro lado, quieren en los desfiles estudiantiles a bellas y piernudas cachiporras al frente.
Si a través de la enseñanza de las Sagradas Escrituras a los jóvenes el país alcanzará la armonía y la paz social, con las semidesnudas cachiporras adolescentes todos mantendrán sus fantasías eróticas intactas. ¡Ah, los fetiches de las colegialas!
El alcalde de San Salvador, Norman Quijano, sabiamente dio una salida al debate de las cachiporristas.
El edil dijo, según una publicación de un periódico local: “¿Por las cachiporras? No, hombre, que no sean ingratas estas señoras (ISDEMU) me imagino que ustedes van a la playa y se ponen calzoneta. Entonces tienen derecho, si también el ojo del ser humano, el ojo del hombre necesita colirio para ver”.
Habrá que aclarar que a mí nunca se me hubiera ocurrido pensar o debatir en lo ofensivo o grotesco de las cachiporras semidesnudas, a lo mejor porque los desfiles estudiantiles y militares me tienen sin cuidado. Nada me interesan. Para asolearme plácidamente prefiero la playa.
Tampoco el debate tiene que ver con que las chicas son bonitas o feas, tienen celulitis o piel lisa. O si ellas padecen de un narcisismo que patojea por su belleza fugaz. ¡Cómo golpea la vejez!
Tampoco viene a cuenta si en los desfiles hay abundantes pederastas, fetichistas, traficantes de sexo servidoras, violadores y acosadores, eso ni dudarlo. También están en las escuelas, iglesias, en el gobierno, en la empresa privada y debajo de las pasarelas.
Habrá quien se pregunte sí acaso no me gustan las mujeres, si soy conservador, si soy musulmán o de palo. Por ahora, me gustan las mujeres. Ese no es el punto.
Volvamos a quienes opinan en el país. Unos u otros se pronuncian a favor o en contra de lectura de la Biblia, de promover valores morales, de mantener a las cachiporras en las desfiles, de condenar a los homosexuales y sus coloridos desfiles, de realizar mítines políticos que parecen table dance. ¿Quién los entiende?
Por ejemplo, en plena campaña electoral de alcaldes, el entonces candidato Norman Quijano se rasgó las vestiduras al condenar los prostíbulos, las barras shows y moteles que atestaban el Gran San Salvador. ¡Pero si los hombres y mujeres no solo necesitan colirio en los ojos!
Al parecer no habrá más cachiporras en los desfiles. A mí me tiene sin cuidado. Cuanto lo siento por los libidinosos fetichistas escolares, habrá que buscar estímulos visuales en otras partes. El famoso colirio. Aunque hago la advertencia, que algunos estudios serios indican que la exposición frecuente a imágenes sexuales causan más daños al cerebro que la heroína. Por lo demás, espero que los políticos sean coherentes con sus posturas.
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