¿Quién define lo mejor para establecer la igualdad, la dignidad y la libertad de la mujer? Esta es la inquietud detrás de la prohibición de las cachiporristas, que ha sido pospuesta para el próximo año. Es preocupante tal regulación porque muestra una concepción intervencionista del estado en la cultura y en otros ámbitos de la vida ciudadana con la excusa de remover prácticas discriminatorias contra la mujer.
Escrito por Kalena de Velado.22 de Agosto. Tomado de La Prensa Gráfica.
No obstante lo anterior, creo que es refrescante el debate ciudadano creado alrededor del tema de promover verdaderamente el respeto hacia la dignidad de la mujer y la igualdad de oportunidades en cualquier campo, pues solo con la incorporación de las mujeres a todo nivel y en cualquier ámbito ciudadano se logrará el desarrollo y crecimiento sostenible. Lo ideal no es la mano visible del estado que interfiere en campos que no le corresponden sino realizar un diálogo familia, cultura, escuela y ética para tomar las decisiones.
Pues, nos equivoquemos en creer que nuestra opinión, hábitos o circunstancias de vida son los que nos hacen libres o iguales, ¿Aceptaríamos la autoridad del estado para decirnos que estamos en un error? ¿Tienen el gobierno o un comité internacional la potestad de calificar y aprobar como buena o mala nuestra conciencia y las costumbres salvadoreñas?
Me parece que para madurar nuestra joven democracia y restablecer una cultura de paz, se necesita ser respetuoso de las conciencias de los ciudadanos, evitando imponer criterios estatales.
Merece la pena señalar los ejemplos que nos dan en la prevención países como Japón, ya que cuenta con uno de los índices de violencia social más bajos del mundo y su perfil nacional es similar a El Salvador: pocos recursos naturales; gente emprendedora; densamente poblados, lo cual se considera riqueza.
Hace algunos años, cuando estuve en ese país, me llamó la atención la “limpieza” de contenido erótico en los anuncios publicitarios de las vallas; no se veían cuerpos femeninos desnudos o con poses provocativas en pequeños trajes de baño anunciando bebidas, licor, material de construcción, tarjetas de crédito, sodas, repuestos, perfumes, etc. A lo largo del recorrido en el tren constaté que la publicidad era “amigable” a todos los miembros de la familia, desde los pocos niños hasta los ancianos. Pude darme cuenta del sentido estético y delicado de la cultura nipona en la forma elegante de vestir de la mayoría de las mujeres, inclusive llevando la última moda de París y Milán. La calidad de confección de la ropa, accesorios y de los materiales utilizados, permitían que la belleza femenina fuera apreciada sin distracciones originadas por combinaciones de mal gusto, exposición de mucha piel o ropa muy ceñida.
Nuestras tradiciones hunden sus raíces en la cultura occidental, de origen griego, judío y cristiano, las cuales tienden a valorar la belleza del cuerpo humano en toda su dignidad. ¿Es posible que la cristiandad haya olvidado el significado de la belleza elegante del cuerpo personal? ¿Tendrá que ver esto con la forma desvestida en que se presentan algunas cachiporristas o en que se elaboran algunas campañas comerciales? ¿Por qué no elevamos el nivel cultural de los concursos de belleza para darle más realce a las cualidades y elegancia de las candidatas y no solo al momento de usar biquinis? ¿Tendrá que ver esto con el bajo índice de violencia en Japón?
“Los seres humanos estamos hechos para la belleza y no sólo para el alimento, el trabajo, el descanso, el conocimiento o el lenguaje. Lo bello nos hace buscar siempre y ante todo el amor, el cual está estrechamente relacionado con la felicidad.” José Ramón Ayllón
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