Co Latino-Los plomaceados | 24 de Agosto de 2010 | DiarioCoLatino.com - Más de un Siglo de Credibilidad

 Nelson López.26 de Agosto.Tomado de Diario Co Latino.

Es que todos vivían en el sitio más agradable para los niños y nadie sabía, educados en la ignorancia, inculcada y enseñada desde la infancia, que la muerte rondaba disfrazada de aire fresco.
Nadie vio la maldad de la voracidad del capitalismo salvaje, fundamento de una vecina fábrica de baterías para carros, que pertenecía a un prominente político neoliberal quien seguramente sigue en su lucha contra la explosión demográfica.
Nadie entendía por qué se morían los recién nacidos, ni por qué tanto aborto involuntario. De ahí que la longevidad ya ningún anciano la practicó, quedaron encerrados en el sitio del plomo y todo aparentaba que la hora les había llegado de la noche a la mañana.
Realmente, aunque ese fuera un buen sitio para cualquier niño, es ahora un lugar de muerte, principalmente para los niños que fueron plomaceados por esa fábrica de baterías, que no tuvo necesidad de pistolas o fusiles, lo que hicieron fue simplemente no guardar las costosas normas de seguridad para no contaminar y simplemente se dedicaron a recaudar todo el dinero posible como buitres en la carroña.
Los lacayos del poderoso don dinero seguramente veían indolentes cómo un mineral más en el cuerpo de los pobladores, ese plomo esparcido sin ningún control y diseminado en trabajadores, vecinos y todo ser viviente en los alrededores de la contaminadora de la muerte, se instalaba precisamente en El Sitio del Niño como un mal chiste.  
Estos lacayos adoradores de los dólares, pudieron haber instalado ahí —en ese sitio— una fábrica de juguetes, o de pañales y habría tenido más sentido de vida que de muerte, pero nunca les importó la vida de cualquier salvadoreño, ¡ni les preocupó!, lo más probable es que estos idólatras solo ven la vida adinerada, sin creer en los derechos de los demás, en los derechos humanos.
A la hora de los muertos andando, los viles lacayos sacaron la tierra cargada de plomo de su fábrica de muerte y rellenaron carreteras, casas, viviendas, patios, terrenos, y comenzaron a repartir plomo como en los tiempos de Al Capone. Nunca tuvieron ni un atisbo de amor hacia los niños de ese sitio… del Sitio del Niño.
La esperanzada crianza de animales terminó para los moradores del lugar. Terminó con la muerte rara de los pollitos, de los tunquitos, de los gatitos, y de todos los itos, y nadie entendía el por qué, solo ellos, porque los asesinos de siempre no respiraban ese aire, ni bebían esa agua, ni caminaban sobre esa tierra. ¿Y los cómplices?, se escondieron acobardados para evitar ver el llanto de los adoloridos.
Ahora, en ese sitio,  más de 150 niños ven de cerca la muerte y como valientes criaturas, se aferran a la vida, riendo y sonriendo, como perdonando a los que no quisieron perdonarles la vida.
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