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2010/09/13

LPG-Editorial-El café vuelve a ser una apuesta de futuro

 En el ámbito agrícola, el café bien podría ser una de nuestras grandes apuestas renovadas. Estos tiempos en los que prevalecen los cafés de clase son una oportunidad de oro.

Escrito por Editorial.13 de Septiembre. Tomado de La Prensa Gráfica. 

Durante mucho tiempo, el café fue el sostén principal de nuestra economía. Se hablaba con razón del imperio del monocultivo. La industrialización, que tomó fuerza a partir de los años sesenta, fue la primera señal de que aquel imperio estaba en franca declinación. Y luego vino una apuesta estratégica que, pasado el tiempo, ha mostrado sus calamitosas debilidades: se dejó de lado la agricultura para poner todos los énfasis en la producción urbana. Nos hablaron de ser país de exportaciones no tradicionales, luego de ser país de maquila y más recientemente de ser país logístico. Entretanto, la agricultura, ya sumergida, empezó a pasar factura. El deterioro del mundo rural, donde se afincan los peores índices de pobreza, mostró su cara más amarga. Ahí se alimentó básicamente la emigración masiva y el subdesarrollo social, económico y cultural hizo de las suyas.

Desde hace ya algún tiempo, está cada vez más claro en el mundo que las apuestas excluyentes no conducen a nada bueno. Pensar que concluye una era y que viene otra que la sustituye como quien arranca la hoja de un calendario es una fantasía muy peligrosa. Lo agrícola, lo industrial y lo informático deben coexistir armoniosamente, cada uno en su ámbito. Los países de proyecciones más acordes con la realidad nunca abandonaron la agricultura. Esto sólo pasó en países como el nuestro, donde los excéntricos de escritorio son capaces de erigirse como profetas de la vida real.

Ya no volveremos a ninguna forma de monocultivo, y eso es una ganancia estratégica muy válida; pero la inteligencia del desarrollo indica que tampoco tenemos que echar por la borda aquello en lo que tenemos una larguísima experiencia ganada, y sobre todo cuando –como es actualmente el caso del café– hay perspectivas tan favorables de rentabilidad sostenible. Y más si somos capaces, como es el caso, de estar en los primeros niveles de calidad.

EN EL ENTORNO DAN EL EJEMPLO

En otras épocas, que ya parecen casi imaginarias, los salvadoreños estuvimos entre los principales productores mundiales de café; hoy vamos a la zaga en Centroamérica. Honduras, que es el segundo productor del área, después de Guatemala, ha anunciado que va a emprender un agresivo plan de expansión de su parque cafetalero, con el propósito de convertirse en el primer productor centroamericano. Los excelentes precios internacionales son el estímulo para esta iniciativa. Nosotros, entretanto, seguimos a la zaga, con proyecciones renovadoras muy modestas.

Nos hemos ido quedando atrás, no sólo en este rubro sino en la inversión en general, cuando podríamos ejercer un liderazgo efectivo. Es cierto que nuestras capacidades productivas son físicamente más limitadas; pero en estos tiempos la creatividad es el factor determinante para estar en la vanguardia. Aunque se encuentre en otros planos de realidad, Singapur debería ser inspirador para nosotros. En vez de andar enredados en fantasías absurdas como la tentación ideológica del viejo socialismo o del viejo capitalismo, deberíamos apuntar hacia el desarrollo sin fronteras, con todas las energías de que somos capaces. Y hay que lamentar que apuestas de primer nivel mundial, como fue en su concepción inicial el Puerto de la Unión, vuelvan al círculo trillado e irrelevante de los proyectos de vecindario.

El desafío es ser los mejores, y lo peor es quedarse en el traspatio de los esfuerzos mediocres. En el ámbito agrícola, el café bien podría ser una de nuestras grandes apuestas renovadas. Estos tiempos en los que prevalecen los cafés de clase son una oportunidad de oro.

El café vuelve a ser una apuesta de futuro

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