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2010/09/07

La Página-Pánico colectivo-Diario digital de noticias de El Salvador

 Escrito por Rigoberto Chinchilla.08 de Septiembre. Tomado de La Página.

A nadie le causa gracia amanecer y tener que caminar 11 kilómetros para poder llegar a su lugar de trabajo.  Lo ocurrido este martes en los municipios del oriente del país demuestra cómo el recurso del terror está siendo utilizado como arma psicológica y política por la oposición para descarrilar los proyectos y el avance del gobierno de turno.

Primero, no se puede negar que el accionar delictivo de las pandillas se ha elevado desde hace años y se agudiza después del anuncio de la criminalización de estos grupos, pero por otra parte sorprende que sus amenazas se aumenten en momentos en que ARENA obtiene resultados negativos en las encuestas.

La oposición urgía de un respiro, no aparece en los últimos sondeos ningún reflejo de recuperarse; salvo algunas encuestas de dudosa técnica que desde sus desaciertos perdieron credibilidad.

De momento la oposición no muestra nada positivo que le favorezca a su imagen, sus disidencias, retornos a rediles, deposición de cargos directivos son las aguas turbias donde se mueven; de hecho, en ARENA ocho de sus miembros se ha retirado en los últimos meses abandonando el barco que naufragó el  15 de marzo del 2009, sus replicas aún continúan golpeando el viejo casco y lo que quedó de ella, después de la derrota.

El recurso del miedo tiene sus técnicas: inventar un rumor de un supuesto estado de sitio en la zona, como el ocurrido este lunes en Ilopango y Soyapango, tuvo sus resultados en la población  presidido de la quema de un microbús en la zona y la irresponsabilidad informativa de algunos comunicadores que actuaron como los más alarmistas del mundo. El decálogo de Medios Unidos, que aseguró que no harían más apología de la violencia, terminó en el olvido y algunos medios, generaron un pánico colectivo.

Ese ensayo ya lo habían experimentado. Antes lo preparaban desde las grises oficinas del Ministerio de Gobernación, hoy desde alguna oficina o del “pentágono” como le pusieron al espacio físico de una vivienda que utilizaron en las pasadas elecciones, desde donde elaboraron la campaña sucia.

Las reacciones en la población son obvias, pagan la renta a las maras, un impuesto directo para seguir viviendo y  transitando en sus propias colonias y comunidades, aparte de los malos servicios básicos que reciben; muchos de ellos asisten desvelados a sus trabajos, forzados a desvelarse para poder agarrar un poco de agua en la madrugada y reciben como premio un paro al transporte público decretado por las maras.

Pero ni en México, donde el combate contra el crimen organizado es ya una guerra fallida, los criminales actúan paralizando a toda una ciudad. Es probable, quizá, porque el país es pequeño, que los rumores corren con rapidez y porque los niveles insostenibles e injustificables del actuar de estos grupos tienen cansada a la población.

La explicación de sus actuaciones en su origen estructural, como resultado de cualquier fenómeno sociológico, o desde sus múltiples causas, no tienen importancia para la población en el momento que es obligada a caminar o a encerrarse en sus viviendas. Exige una actuación efectiva y pragmática. El único que puede poner estado de sitio en cualquier lugar del territorio salvadoreño es el Gobierno y no las pandillas.

Pese haber tenido conocimiento de lo ocurrido el lunes, de existir la inteligencia estatal, los planes de contingencia fallaron este martes, la creatividad del equipo de asesores de comunicaciones del Ejecutivo está cuestionado, lo único bueno que saben hacer, hay que reconocerlo, son spots televisivos y son técnicamente buenos.

Pero resulta perverso que la utilización de estos grupos para aterrorizar a la población se convierta en arma política, justo cuando ARENA tiene una campaña publicitaria en Radio y Televisión donde se justifica y vende la imagen de ser los protectores de las familias salvadoreñas.

Septiembre fue elegido estratégicamente para la implementación de este plan de pánico colectivo, en medio de la conmemoración de fiestas cívicas, con un discurso de un falso nacionalismo de parte de oposición, que cada vez se ve mal en su nuevo rol, su vocación es cuestionada. No todos los de derecha son antidemocráticos, muchos de ellos son propositivos y aceptan la posibilidad de dejar trabajar la  alternabilidad.

Los rumores de incendios de unidades del transporte público en Ahuachapán y Panchimalco fueron parte de la jornada, el reparto de panfletos y no dudo que el hallazgo de armas sea parte de esta estrategia, la última vez que lo hicieron fue a través de un correo electrónico que hicieron circular.

Lo único positivo que le veo a esta jornada de pánico es que la contaminación disminuyó, el cielo de la ciudad se vio despejado de tanto vehículo y autobús del transporte colectivo que circula en mal estado y que asesina también el medio ambiente.

Diario digital de noticias de El Salvador

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