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2010/09/07

El Faro - El monstruo - ElFaro.net El Primer Periódico Digital Latinoamericano

 Por El Faro.08 de Septiembre. Tomado de El Faro.

Los recientes hallazgos en una finca de Zacatecoluca se han constituido en una historia de película, llena de suspenso y expectativa cada vez que se dan a conocer las cifras de dinero o los objetos enterrados encontrados.

Por lo pronto hay casi $20 millones de dólares y un barril con drogas desenterrados en una propiedad de "narcotraficantes guatemaltecos".  Es apenas un asomo a los niveles más básicos de la incursión del narcotráfico en El Salvador.

Detrás de los entierros y los movimientos de millones de dólares, el narcotráfico va penetrando instituciones mientras destruye el Estado y se abre espacios asesinando a todo lo que se interponga en sus planes; y en El Salvador hay suficientes pruebas de que esta incursión se viene realizando desde hace años frente a insuficientes niveles de reacción de las autoridades. El narco penetró nuestras instituciones, a niveles que aún desconocemos.

El Salvador está aún lejos de las dimensiones que el narcotráfico ha adquirido en Guatemala y, por supuesto, México. Allá la descomposición es ya tal que es muy difícil de revertir, y adquiere, para sus habitantes, cada vez más tintes de normalidad.

Sin mucho escándalo, los medios guatemaltecos consignaron la semana pasada el juicio a siete ex policías acusados de narcotráfico y lavado de dinero. Los siete se declararon culpables, y la jueza decidió castigar a estas autoridades que traicionaron a sus ciudadanos con una pena de dos años de cárcel, conmutable por poco más de doscientos dólares.  A los medios en Guatemala no les pareció que esto fuera extraordinario o que mereciera más atención que apenas unas pocas líneas.

En México, donde se ha desatado una guerra sin cuartel entre los distintos cárteles,  la violencia se ha desbordado en algunas plazas como Ciudad Juárez cuyos habitantes viven a merced de los narcotraficantes. Ahí, las autoridades ya no se toman la molestia de buscar homicidas para juzgarlos. Son demasiados, y mantienen bajo amenaza o bajo nómina a muchas autoridades encargadas de la persecución del delito.

El monstruo del narcottráfico, que hoy mantiene a nuesros vecinos en zozobra, ha dado pasos evidentes hacia El Salvador. Viene advirtiendo desde hace varios años con instalarse en el país. Si llega, será imposible extirparlo.

Es prioritario que toda la institucionalidad del Estado se dedique a combatir el narcotráfico y a cerrarle espacios. Es necesario que se consolide una institucionalidad para vigilar la corrupción y se apruebe una ley de transparencia; que los partidos políticos se comprometan a reformar la Corte de Cuentas y hacerla una institución funcional para detectar corrupción y no un obstáculo para ello como lo es hoy; es urgente que se depure la policía y que se le dote de mejores recursos; que se encuentren mecanismos adecuados para que la fiscalía responda por sus negligencias y privilegie a sus funcionarios más diligentes; que se depure a los jueces y se estructure un nuevo entramado judicial; que el Estado tenga mejores mecanismos de vigilancia del sistema financiero.

Pero sobre todo es urgente que el gobierno salvadoreño abandere los esfuerzos para que Centroamérica comience a exigir a Estados Unidos que ponga su cuota en esta guerra. Que no puede desentenderse del papel primario que juega alimentando a los narcotraficantes; que a eso no se responde simplemente alejando la sangre de las calles de Nueva York. Que son los principales responsables del narcotráfico y que ellos deben sufragar los costos del combate. Que no podemos, ni nos compete, hacer frente solos a fuerzas que son superiores, que tienen una capacidad militar y financiera mucho mayor que la nuestra; que no vamos a poder frenarlos y que son ellos, los estadounidenses, los llamados a proveer los recursos necesarios en El Salvador; y a actuar con dureza en su propio país. Que se lleven la guerra a sus calles, que son ellos los responsables.

Los barriles desenterrados en Zacatecoluca comienzan a construir un cuento que parece excepcional. Sí, es extraordinaro un hallazgo de este tipo, pero las circunstancias particulares de esta historia dificultan ver lo que en realidad debe preocuparnos: detrás de esos barriles está el monstruo, que después de devorarse a México y a Guatemala se está instalando en El Salvador.

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