Por Juan José Dalton. Publicado en ContraPunto.
Dos asociaciones diversas, una política y otra empresarial, surgen a partir de las transformaciones políticas que comienzan a dar a luz en el país, pero son apenas la punta del iceberg
SAN SALVADOR – El “cambio” en El Salvador trae en paralelo fenómenos sociales, políticos y económicos complejos, como por ejemplo, el surgimiento de nuevos agrupamientos, en especial, conformados por aquellos que se han visto desplazados del poder.
Pero también comienzan a dar a luz agrupamientos alrededor del nuevo poder, en especial, por aquellos sectores que estuvieron oprimidos en el pasado y que en el presente y en el futuro podrían sentirse que son beneficiarios del “cambio”.
Este es un fenómeno que inicia y que aún no se visualiza en todo su esplendor, pero la “punta del iceberg” comienza a asomarse.
En los últimos días surgieron dos nuevas asociaciones, una en el terreno político y la otra en el terreno empresarial.
Desprendimientos en la derecha
La asociación política se autodenominó Movimiento Cívico Independiente Libertad y Democracia (Mocilyd), y sus cabezas más visibles son el diputado Orlando Arévalo, quien recientemente se retiró –o fue expulsado— del Partido Conciliación Nacional (PCN); el ex dirigente de la Democracia Cristiana (PDC), Ronald Umaña y el empresario transportista Catalino Miranda, a quien se le ha identificado con la ex oficialista Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
El movimiento es “sui generis”. Agrupa a personalidades polémicas en el espectro político que ha pululado en la derecha; además de los tres ya mencionados, reaparece el ex dirigente y ex diputado Horacio Ríos, del fenecido Partido de Acción Nacional (PAN), que le sirvió de plataforma política al “narco-diputado” Eliú Martínez, quien en la actualidad guarda prisión en Washington sentenciado por conspiración para introducir drogas ilícitas a territorio estadounidense.
Arévalo, al ser consultado sobre el carácter del movimiento, aseguró que no es partido político, pero que ideológicamente se sitúa en el “centro-derecha”. Umaña manifestó sentirse desencantado de la actual Democracia Cristiana, donde están en la cúpula “gente que nos persiguió y nos asesinó”, dijo en referencia a la presencia de la ex guerrillera Ana Guadalupe Martínez, colega de Joaquín Villalobos y Jorge Meléndez, señalados en la Comisión de la Verdad (1993) como violadores de lesa humanidad por haber asesinado a civiles desarmados (alcaldes) durante la guerra civil.
Este nuevo movimiento, que se define independiente y cívico, será una segura atarraya en la que podrían quedar atrapados aquellos sectores o personalidades descontentas de la derecha que han sido desplazados del poder gubernamental mantenido por Arena durante 20 años. Algunos de estos sectores se mantuvieron atados al poder producto del “clientelismo” y del sistema de privilegios instaurados.
Las cartas de presentación de algunos de los dirigentes del movimiento no son precisamente las de luchadores por la democracia. Pongamos por caso a Ronald Umaña.
Los reporteros jóvenes recién arrojados al mundo inhóspito del periodismo se preguntan quién es este señor, que en la foto oficial apareció ataviado en un traje gris debajo del cual se dejaba ver una camisa color salmón y mostrando una cola de caballo atrás de su nuca.
Pero los viejos en el oficio sabemos que no se trata de un don nadie –aunque hoy así lo parezca, después de haber sido desbancado, años atrás, por Rodolfo Parker de la dirigencia del PDC—. En su tiempo, Umaña fue la versión de entonces de Parker: siempre listo a gambetear hacia el mejor postor, casi siempre la derecha. Como dicen los psicólogos, dos personas con las mismas características psicológicas tienden a repelerse y, acaso, a odiarse.
Una nueva asociación empresarial
El cambio llegará también a los sectores empresariales, en sus diversos niveles. Este no es un fenómeno nuevo en los procesos latinoamericanos. En Nicaragua, por ejemplo, la revolución sandinista y el posterior proceso de institucionalización democrática posibilitaron el surgimiento de una clase empresarial “sandinista”; en Venezuela pasa lo mismo, algunos empresarios (en sus diversos niveles) son partidarios del actual status quo venezolano.
No se sabe aún cuál será el futuro de la Unión Nacional de Empresarios de El Salvador (UNAES), a la que recientemente se han incorporado varios empresarios que laboran en diversos sectores de Estados Unidos.
Sin embargo, su vicepresidente Salvador Martínez apuntó que en UNAES están agrupados aquellos que lucharon y están por el cambio en El Salvador, es decir, en un país en el que se permita el desarrollo de la mediana y la pequeña empresa y en el que se acabe la corrupción, el tráfico de influencias, así como las prácticas monopólicas y oligopólicas.
Luis Enrique Cortez, es uno de los empresarios salvadoreño-americanos, que se unieron a UNAES, dice: “Pertenezco en Estados Unidos a un grupo llamado Salba, es decir, Salvadorian Business Assosiation, y consideramos unirnos porque los vientos del cambio están soplando a favor de todos los salvadoreños, incluso para nosotros que emigramos”.
Cortez, con 36 años de residir en California y dueño de una empresa de encomiendas, asegura que muchos empresarios salvadoreños quieren invertir en El Salvador.
En Estados Unidos residen cerca de 2.7 millones de salvadoreños. Una buena parte de ellos son trabajadores indocumentados, pero aquellos que llevan más de una década residiendo en territorio estadounidense, han establecido empresas, se han formado como profesionales; existe también una segunda generación que también tiene aspiraciones políticas.
“La oportunidad se ha dado en la actualidad para que los empresarios salvadoreños en Estados Unidos nos unamos y podamos invertir en El Salvador en grupos, pero nos preocupa mucho lo que es la seguridad física, la legalidad, pero estamos con el mejor deseo de hacer prosperar a El Salvador”, finalizó Cortez.
En UNAES se han agrupado empresarios que formaron parte de “Los Amigos de Mauricio”, que tanto en El Salvador como en Estados Unidos apoyaron la candidatura del actual presidente Mauricio Funes.
Apenas son dos nuevos ejemplos de dos asociaciones diversas que han surgido tras la toma de posesión de Funes, el pasado 1 de junio. Seguramente no serán las últimas; otras están en el laboratorio político-social a punto de brotar.
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