Aprender a dialogar

El presidente Funes ha afirmado en repetidas ocasiones que su gobierno adoptará una forma diferente de hacer política. Concretamente, ha reafirmado su compromiso de consultar mucho más de lo que se ha hecho en el pasado con los diversos sectores políticos, económicos y sociales. La primera iniciativa en esa dirección es el anuncio de la creación de un Consejo Económico y Social que tendría carácter permanente.

Escrito por GN3. Viernes, 26 junio 2009. Publicado en La Prensa Grafica.

Esta es una buena idea por varias razones. En primer lugar, porque es una deuda que se ha venido arrastrando desde los Acuerdos de Paz. En segundo lugar, porque instancias de consulta como la que se piensa establecer han probado ser muy positivas para la gobernabilidad democrática en países de los que podemos aprender mucho, como son los casos de España, Brasil y Chile. En tercer lugar, porque ese tipo de organismos constituyen una mejor opción participativa que las formas espontáneas, caóticas y proclives a la violencia que surgen cuando los gobiernos se distancian mucho de los ciudadanos y de las fuerzas vivas de una nación.

En resumidas cuentas, el Consejo Económico y Social es una buena idea porque vendría a llenar, siquiera parcialmente, un vacío de la democracia representativa tal como la conocemos, y porque no llenaría ese vacío de manera antojadiza sino por la vía del fortalecimiento de la institucionalidad democrática, es decir, de manera ordenada, con reglas de juego aceptadas por todas las partes.

Nuestro país ha avanzado mucho en los niveles de apertura del gobierno y de los medios de comunicación a expresiones de las más variadas ideas políticas, tolerancia a la crítica y a la defensa de los intereses de sectores que nunca antes habían podido hacerse escuchar. Pero la expresión unilateral de ideas, frustraciones, aspiraciones y puntos de vista es algo muy diferente al diálogo que se realiza con genuina voluntad de entendimiento y con firmes propósitos de alcanzar acuerdos sobre puntos conflictivos.

El diálogo institucionalizado en un organismo representativo de la diversidad social es una necesidad para el fortalecimiento de la democracia, pero no por necesario deja de ser problemático. Si hemos esperado tanto tiempo para darle vida, viabilidad y relevancia a esa idea, el presidente Funes haría bien en tomarse el tiempo que haga falta para consultar y pensar los criterios para la integración del Consejo, sus reglas principales de funcionamiento, los apoyos que necesitará para elaborar sus propuestas con seriedad, y los temas de los que deberá o podrá ocuparse.

Las organizaciones que sean invitadas por el gobierno y las personas que sean designadas por esas organizaciones para discutir los grandes problemas del país deben ser conscientes de su responsabilidad, de su rol y de todo aquello que pueda contaminar su participación o entorpecer su misión.

Los integrantes del Consejo deben entender que no estarán ahí por sus lindas caras sino por su representatividad de sectores que tienen perspectivas e intereses particulares, pero también tienen responsabilidades con la totalidad de este país al que todos queremos sacar adelante. Deben comprender asimismo que el diálogo requiere flexibilidad y respeto mutuo.