Editorial de Contrapunto. 29 de Junio de 2009.
Asonada hace pensar en el papel que los ejércitos deben jugar en las democracias
SAN SALVADOR
– El golpe de estado militar protagonizado en Honduras en contra del presidente constitucional Manuel Zelaya recuerda al pasado que Centroamérica vivió en el siglo XX, cuando los militares de derecha ponían o quitaban presidentes a su antojo, en unión de grupos oligárquicos y con la venia de Washington.Las calles de las principales ciudades del país han sido tomadas por uniformados que patrullan en forma amenazante contra la población civil y contra los periodistas que cubren el quiebre constitucional que este domingo 28 de junio de 2009 se ha protagonizado en la vecina nación centroamericana.
Hay hechos que resaltan: si bien internamente los golpistas han logrado tomar cierto control, alrededor de Honduras los vecinos han condenado la asonada, así como la Organización de Estados Americanos (OEA) y el propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha declarado su preocupación y ha hecho un llamado a restablecer el orden constitucional.
Esta realidad indica que si un gobierno de facto se instaura en Honduras, estará totalmente aislado y con consecuencias graves, en medio de una grave crisis económica internacional.
Las consecuencias de esta asonada dejará muchas lecciones para la democracia centroamericana, al menos en lo referido al papel que las Fuerzas Armadas deben jugar en los procesos democráticos que en la actualidad se gestan. El menos una parte de la alta oficialidad del ejército hondureños ha demostrado su fachada “gorilista”, tan odiada y repudiada en el pasado, causante de dolores, crímenes, pero también de rebeliones y guerras que creíamos cosa del pasado reciente.
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