La llegada del FMLN y los eventos que se dieron pronto, el vaciado de los más cercanos a la cúpula en las posiciones claves territoriales, y algunas aparentes dobladas de brazo al presidente Mauricio Funes —quien cuenta con el respaldo de la población pero no controla el partido— siembran temores de que los que nunca han renunciado a su proyecto absolutista, vayan más rápido de lo que se esperaba.
Pero en El Salvador, con todas sus falencias, la institucionalidad es suficientemente fuerte, más que en los países que han caído en modelos populistas: Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y ahora vemos los intentos del folclórico Mel Zelaya tratando de hacer lo mismo en Honduras.
La fortaleza de la institucionalidad, aún deficiente para tener la mejor sociedad, parecería suficiente para detener los intentos de instaurar un régimen absolutista. La mayor fortaleza para detenerlo es elegir una Corte Suprema de Justicia (CSJ) no partidizada, que no siga la línea del FMLN, que es de donde se teme vendrían los intentos de iniciar el proceso en ruta hacia el absolutismo, removiendo obstáculos para su proyecto poco a poco. Y es en la Sala de lo Constitucional de la CSJ uno de los lugares clave para detener esos intentos.
Sin dudas, el evento político más importante para mantener nuestro sistema de libertades vigente, si es que los temores de muchos sobre los deseos del FMLN son reales, es la elección de magistrados que no sigan línea de ellos.
Dando el beneficio de la duda de que el FMLN no estaría buscando, al menos por ahora, preparar el camino de su proyecto. De todas formas, para que la ciudadanía duerma tranquila es necesario lo anterior. Por eso se ven con preocupación los diferentes movimientos que han realizado para elegir gente afín. Primero, cuando el ex presidente Antonio Saca aún controlaba totalmente ARENA, aparentemente había pactado un fiscal amigable al gobierno saliente a cambio de magistrados para el FMLN. La poco elegante maniobra del CNJ y la inclusión de Fabio Castillo lo concretaban.
El misil Exocet que lanzaron el FBI y la Embajada americana con la famosa carta del caso Adolfo Tórrez, difundida especialmente por los medios, se llevó de encuentro al posible fiscal amigable, desactivó ese pacto y le dio tiempo a los que recomponen ARENA de sentarse más firmemente en la silla e ir negociando en la línea correcta.
Posteriormente se oyen informaciones de enviados del grupo que controlaba ARENA, negociando a espaldas del partido, la misma cosa con el Frente. La dirigencia lo niega, pero el rumor es demasiado fuerte para ignorarlo. Ahora, un diputado leal a ese grupo trabaja activamente tratando de comprar voluntades para dividir a ARENA en su votación y en sus lealtades. Un auténtico caballo de Troya.
Una ARENA unida en sus votos es la mayor garantía para conjurar los peligros que mencionamos; una ARENA dividida sería absolutamente fatal para el balance democrático. Aunque ARENA maneja con mucha prudencia las divisiones internas, este caballo de Troya y los suyos, que le pueden causar un daño catastrófico al país, no deben mantenerse en rumores. Nos corresponde a los medios, como fiscalizadores de la sociedad política, investigar e informar. No podemos permitir que nos crucifiquen para proteger intereses personales.
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