Escrito por Dagoberto Gutiérrez. Martes 30 de Junio de 2009. Publicado por Diario CoLatino.
Un golpe de Estado, germina en el seno de la sociedad como parte de la lucha por el poder político y los sectores dominantes que lo conciben siempre buscarán el uso de la fuerza institucional, para vencer toda resistencia, por eso se instrumentaliza a la Fuerza Armada, pese a esto esta institución política puede producir sus propios golpes y no siempre al servicio de la clase dominante, así las cosas esta fuerza requiere, sin embargo, de condiciones históricas adecuadas para desencadenarse y esas condiciones se perfilan en el continente.
Este acontecimiento es siempre esperable en todo Estado, en todo momento y en toda crisis política porque las Fuerzas Armadas, siendo como son, instrumentos políticos del estado, pueden desencadenar en determinadas circunstancias históricas y de acuerdo al sector social que las conduzca, el fin de un determinado orden estatal.
No conviene olvidar que nos encontramos en un momento histórico caracterizado por la derrota planetaria del Neoliberalismo; pero antes de hoy la crisis de ese modelo propicio una serie de gobiernos no militares y de distinto color ideológico que cerraron el paso al ejercicio directo del poder por los militares. En este contexto aparecen gobiernos con estabilidad y sociedades desestabilizadas. Al mismo tiempo, el capitalismo estadounidense se derrumba y el dólar pierde su peso, su influencia y su terreno internacional.
El golpe de estado del 28 de julio, expresa la aguda crisis por el poder político desatado en Honduras y cuyo motor es la irrupción del pueblo hondureño como sujeto político y la construcción de un proceso dentro del cual el poder ejecutivo, en confrontación con el legislativo y el judicial, es parte de este proceso político popular, véase aquí, la similitud con el proceso político salvadoreño.
El factor consulta popular a realizarse el día del golpe resulta ser el factor más irritante y hasta ofensivo para las oligarquías hondureñas y para sus Fuerzas Armadas. Estas fuerzas, no han llegado a ser ejércitos profesionales ni estatales y por el contrario son aun brazo armado de sus oligarquías y comparten con estas el odio, el temor y el pavor hacia el pueblo y mucho más hacia este pueblo como sujeto político, resulta que la consulta del domingo 28 erigiría a este pueblo precisamente como sujeto y detener ese ejercicio se volvió impostergable, esto y no la posibilidad de la reelección del presidente Zelaya es la almendra del golpe, porque esto es, el ejercicio de la democracia participativa que postula el artículo 3 de la constitución hondureña.
El golpe de estado concitó a los tres poderes en contra del ejecutivo, no fue solo cuartelario, sino judicial y legislativo contra el gobierno de Zelaya y cuando la Asamblea Legislativa acude al recurso de la renuncia de Zelaya para abrir paso a su inhabilitación, ofende a la inteligencia jurídica y política de la comunidad planetaria, porque apenas horas antes el Presidente de Honduras había sido sacado de su dormitorio y expulsado de su país hacia Costa Rica.
El gobierno de facto de Micheletti, choca así con la comunidad interna- cional y con todos los gobiernos centroa- mericanos, porque nadie, ni la Casa Blanca, de Washington, parecen estar dispuesto a permitir el retorno de gobiernos militares, y el golpe entonces es un test para la comunidad internacional.
El gobierno de facto se enfrenta a su propio pueblo, que apoya al Presidente Zelaya, a la institucionalidad interamericana, a la comunidad europea y a sus gobiernos vecinos. Sin embargo, una cosa es el retorno del Presidente Zelaya y otra cosa es la prosecución del proceso político que el expresa, porque si Mel regresa a la presidencia pero sin consulta popular será una historia contada desde arriba, pero si el proceso se fortalece en esta coyuntura Nacional e Internacional y dentro de ese proceso vigorizado retorna el presidente Zelaya en la cresta popular y dentro del proceso, esta será la historia contada desde el pueblo. Para El Salvador, esta es una historia cercana, muy privada y muy íntima, porque todo lo de Honduras está ocurriendo en tu dormitorio y en tu mesa de noche; al fin y al cabo el salvadoreño más importante es el hondureño más importante: Francisco Morazán.
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