Escrito por Diario CoLatino.Domingo de 28 de Junio de 2009.
Sin lugar a dudas, la condena mundial al golpe de estado perpetrado la madrugada de ayer contra el Presidente Constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, es sintomática de la naturaleza grave del evento, que ha puesto de manifiesto una vez mas, el peligro que representan las fuerzas armadas alineadas a las oligarquías retrógradas.
Centroamérica, se creía, había superado los tiempos de los golpes de estado, tras la llegado de gobiernos elegidos democráticamente, luego de sendas guerras revolucionarias en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Se suponía que las fuerzas retrógradas económicas, políticas y militares de la región habían aprendido las lecciones de las últimas décadas, por lo que los golpes de estado se consideraban simples “fantasmas”.
Por supuesto que creimos, que el Golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez, en Venezuela, el 11 de abril de 2002, estaba lejano a la realidad centroamericana, pero nos equivocamos.
Los responsables del golpe de Honduras han sido los mismos de antaño, es decir, la nefasta Fuerza Armada, la oligarquía y la clase política, históricamente lacaya de la clase económica dominante.
Sin lugar a dudas, los hondureños golpistas, y principalmente su títere impuesto, Roberto Micheletti, expresidente del Congreso de Honduras, no sólo quedarán aislados, sino también repudiados mundialmente.
Obviamente, el repudio y la condena no bastan, es necesario, como ha dicho el señor Presidente de El Salvador, Mauricio Funes: “Contribuir al restablecimiento, lo más pronto posible, de la institucionalidad democrática de dicho país, lo cual incluye la inmediata restitución del presidente constitucional Manuel Zelaya”.
La restitución del Presidente Zelaya, entonces, no es tarea sólo de los hondureños, sino de la comunidad mundial, en general, y regional, en particular.
Y de la región deben participar, principalmente, la sociedad civil organizada. La ciudadanía debe dar un salto de calidad, en su acompañamiento con los hondureños y hondureñas.
Mientras que los jefes de estado y la clase política democrática, deben, ampararse en la Carta Democrática Interamericana, rubricada por todos los países miembros de la Organización de Estados Americanos, que implica el desconocimiento del gobierno golpista y suspenderlo como miembro de la OEA.
Sin lugar a dudas, la comunidad internacional, América Latina, la región centroamericana, pero, fundamentalmente, las mentes democráticas, tienen una tarea histórica, revertir el bochornoso golpe militar oligárquico en Honduras, y restablecer a su Presidente Manuel Zelaya, sin concesiones.
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